Por qué el peso argentino pierde su valor frente al dólar de forma constante. Será que le están aplicando la misma medicina que le aplican a Venezuela.
6 oct 2020
El economista Guido Lorenzo, director de la consultora LCG, explica la razón por la cual ni los propios ciudadanos confían en su moneda nacional. ¿A qué se debe la devaluación?
Por qué el peso argentino pierde su valor frente al dólar de forma constante
Los valores de cambio de divisas se muestran en el tablero de compra-venta de una casa de cambio en Buenos Aires, el 28 de octubre de 2019.
Ronaldo Schemidt / AFP
La economía argentina es difícil de comprender, para nacionales y extranjeros. A muchas personas de distintos países les llama la atención cómo la clase media de la nación sudamericana comienza sus mañanas revisando la cotización del dólar y otros datos financieros, casi de forma religiosa, ante la necesidad de preservar sus ahorros, siempre y cuando sobren algunos pesos a fin de mes. Es que, entender el sistema cambiario se volvió una obligación para los ciudadanos de a pie, en medio de un contexto dinámico.
El motivo por el cual los argentinos tienen una fuerte ambición por los dólares, es la inflación local. Dicho de forma sencilla, si alguien ahorra en pesos, pero los precios para el consumo crecen de manera constante, ese monto acumulado servirá para adquirir menos bienes y servicios que antes. Por eso, recurrir a la divisa estadounidense es una práctica muy habitual para resguardar el dinero: su cotización también suele subir, a veces de forma abrupta, garantizando que la inflación no afecte a estos ahorristas. Otros, simplemente revenden la moneda extranjera en el mercado informal, buscando un margen de ganancia.
"El argentino que puede ahorrar, lo hace en dólares", confirma el director ejecutivo de la consultora Labour, Capital & Growth (LCG), Guido Lorenzo. "No es una cuestión cultural, es que la nominalidad [valor asignado a bienes, títulos u otros activos] es tan elevada que uno no puede proyectar retornos en pesos. Por lo tanto, una de las funciones de la moneda, la reserva de valor, se pierde y el dólar le rivaliza ese espacio", explica.
Entrada del Banco Central argentino, en la Ciudad de Buenos Aires, en septiembre del 2020.
Agustin Marcarian / Reuters
Igualmente, esto tiene severas consecuencias en las cuentas del Banco Central: "Incluso con un superávit en la balanza comercial de más de 10.000 millones de dólares, el país pierde reservas", alerta el economista. Frente a este escenario de alta demanda de dólares, desde el Gobierno de Mauricio Macri se implementaron restricciones para la compra de divisa internacional, una política conocida como 'cepo cambiario', aún vigente bajo la administración del peronista Alberto Fernández.
Con este mecanismo, solo se pueden adquirir hasta 200 dólares mensuales por persona, a un precio de compra que supera en un 75 % la cotización oficial, por los impuestos. La pionera en aplicar las limitaciones fue Cristina Fernández de Kirchner en 2011, aunque en su momento fue muy cuestionada por Macri y la oposición en general.
"Las autoridades se empecinan en buscar achicar la demanda vía controles cambiarios, que lo único que hacen es que el público tenga más apetito por la moneda extranjera y más desconfianza en el peso", critica Lorenzo. Para el experto, este es un punto clave en el conflicto: "No es un problema del comercio argentino, ni de los intereses que tiene que pagar actualmente luego de la reestructuración de su deuda, es un problema de que los residentes y no residentes huyen del peso".
¿Cómo se determina la cotización?
El especialista le dice a este medio que en Argentina "conviven muchos tipos de cambio", pero se pueden resumir en tres.
Plaza oficial: "El Banco Central marca el ritmo del precio de venta, porque todos los días es el oferente neto de divisas", indica.
'Dólar blue': "Es el billete que se comercializa en la calle a través del mercado negro, que está bastante blanqueado. Ahí hay libre juego de oferta y demanda de plata de minoristas y dinero que no está en el sistema bancario".
Contado con liquidación: "Consiste en comprar un bono en pesos en Argentina y venderlo en dólares fuera del país", señala. Este mecanismo, también paralelo, es muy usado por empresas, y en estos días registra "presión alcista", haciendo subir su valor.
Entonces, ¿de qué depende la valorización de la moneda argentina? ¿Cuál es el criterio del Gobierno para depreciar el peso?: "Hasta el momento, siguió un esquema de 'crawling peg', es decir, atar la devaluación a la inflación", contesta el entendido. "Si la inflación corre a un ritmo del 2 % o 3 % mensual, el Banco Central diariamente se pone a vender divisa a un valor más elevado, que refleje en el mes una suba del dólar similar a ese porcentual", agrega.
El presidente argentino, Alberto Fernández, da un discurso desde la residencia presidencial de Olivos, Provincia de Buenos Aires, en marzo del 2020.
Esteban Collazo / Reuters
Esto se explica porque si la inflación crece, y la cotización del dólar no, "Argentina pierde competitividad cambiaria", es decir, "se encarece dado que los precios domésticos suben más que el tipo de cambio". Entonces, si los precios suben, pero no hubiese devaluación, el país sería menos atractivo para el exterior: "Si viene alguien con un dólar y puede comprar menos bienes y servicios en el país, o un cliente, verá que Argentina se volvió cara en dólares, y por lo tanto preferirá comprar en Brasil u otro país", destaca el entrevistado. Cuando esto ocurre, se le llama 'atraso cambiario'.
Por ello, la depreciación del peso argentino se basa en una decisión política: "Es una táctica habitual que usan los banqueros centrales", afirma el consultor. Lo antedicho, sin mencionar otros movimientos económicos abruptos, a veces ligados a la especulación: cuando Fernández ganó las elecciones primarias del 2019, hubo una depreciación del 30 % en solo 24 horas, y varios economistas cuestionaron al Gobierno de Macri por no haberlo impedido con una simple intervención del Banco Central.
La mala experiencia de igualar al peso con el dólar
Haciendo un pequeño repaso histórico, el economista señala que Argentina, "excepto en la década del 90, convivió con inflación moderada o alta". Así, hace alusión al período conocido como Convertibilidad, iniciado en marzo de 1991 para poner fin a las hiperinflaciones de años previos. Este proceso, comenzado bajo el Gobierno peronista de Carlos Menem, de la mano de su ministro de Economía liberal Domingo Cavallo, tuvo una vigencia de casi 11 años, y consistía en equiparar la débil economía argentina con la estadounidense: un peso equivalía a un dólar.
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Así, mientras muchos argentinos podían viajar al exterior de forma recurrente, adquirir artículos importados a precios accesibles y ver conciertos de rock de artistas impensados a valores económicos, la industria nacional se deterioraba, e invertir en mano de obra argentina era caro para el resto del mundo. Y, aunque el acceso a los dólares no tenía los límites de hoy, muchos ciudadanos cayeron en la pobreza.
El período de Convertibilidad culminó con la feroz crisis del 2001, cuando el presidente Fernando de la Rúa abandonó el Gobierno marchándose en un helicóptero. En enero del 2002, esa política fue derogada y el peso empezó a devaluarse.
A 19 años de aquel estallido, ya casi nadie duda sobre las malas consecuencias de equiparar el peso con el dólar, aunque una depreciación desmedida también puede tener graves consecuencias sociales, repercutiendo en una inflación mayor. Por ello, Lorenzo sostiene que, más allá de la desvalorización de la moneda nacional, "la discusión está en si el valor que defienden es adecuado o no".
Leandro Lutzky
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