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Dos rumbos opuestos: por qué el último submarino ruso no se parece a ninguno de la Armada de EE.UU.
A diferencia de los sumergibles de la flota estadounidense, todos nucleares, el ruso B-274 Petropávlovsk-Kamchatski es de propulsión diésel-eléctrica.
La última vez que la Armada de Estados Unidos construyó submarinos con propulsión distinta a la nuclear, fue a fines de los años 1950. En Rusia, en cambio, el desarrollo de los sumergibles tomó un rumbo totalmente diferente y las versiones convencionales aún siguen presentes en su flota.
El más reciente submarino convencional creado para la Armada de Rusia es el diésel-eléctrico B-274 Petropávlovsk-Kamchatski, del proyecto Varshavianka 636.3. Tiene características perfectas de sigilo y maniobrabilidad, está equipado con misiles guiados y puede lanzar en inmersión misiles de crucero tipo Kalibr, clase que cuenta con versiones de ataque a tierra, antibuque y de guerra antisubmarina.
En EE.UU., por su parte, los submarinos sin propulsor nuclear fueron construidos por última vez entre los años 1956-1958, de clase Barbel. Esta diferencia de enfoques se debe en parte al hecho de que para la Armada estadounidense es preciso que los sumergibles cubran largas distancias, tarea con la que cumplen a la perfección los propulsores nucleares, haciendo que la limitación principal no sea el alcance de la nave —que resulta prácticamente ilimitado—, sino el aguante de la tripulación, señala Forbes, algo que resulta muy útil para los patrullajes de más de un mes de duración.
Nuclear vs. convencional
La mayoría de los submarinos convencionales pueden estar bajo el agua no más de varias semanas, no son tan rápidos como los nucleares y disponen de menos energía excedente, que podría utilizarse para distintos fines.
En mar abierto, los sumergibles nucleares tienen una ventaja al ser "mucho más mortíferos, porque pueden escuchar al enemigo desde lejos y luego moverse más rápido para ponerse en posición o alejarse de problemas", indica Forbes. Ante esos evidentes puntos fuertes, no fue solo la Armada de EE.UU. la que optó por la propulsión nuclear de sus naves subacuáticas, sino también la Marina Real británica y la Marina Nacional francesa.
Entre las principales ventajas de los submarinos convencionales están su menor tamaño y la posibilidad de apagar todos los equipos y sistemas para lograr un silencio absoluto, de manera de imposibilitar o dificultar su detección por los enemigos, algo que resulta útil ante todo en aguas poco profundas. Además, su construcción y su manejo son mucho menos costosos.
En el caso de Rusia, que también dispone de submarinos nucleares, la necesidad de contar con submarinos sin propulsión nuclear es dictada por su geografía. Por ejemplo, en los mares Báltico y Negro las naves subacuáticas convencionales realizan patrullajes cerca de sus bases correspondientes, aunque también prestan servicio en otras flotas del país, incluida la del Pacífico, adonde ahora se dirigirán los B-274 Petropávlovsk-Kamchatski.
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