El Espejo. Un amigo de Venezuela. José Vicente Rangel.
Espejo | José Vicente Rangel: Un amigo de Venezuela
1.- Manuel Cabieses, es un escritor y periodista chileno, director de la revista Punto Final, torturado, preso en varios campos de concentración de la dictadura de Pinochet y exiliado en Venezuela donde lo conocí. La nuestra es una larga amistad, fundada en la lealtad y en la afinidad de ideales, que ha compartido triunfos y derrotas del movimiento popular. Cabieses publicó hace poco un libro memorioso sobre su actividad periodística y su dura travesía por la política y ahora publicó un artículo titulado El Escudo de Venezuela, que hoy inserto en esta columna, dado los importantes aportes que hace sobre la actual situación venezolana y las graves amenazas que se abaten sobre el país.
2.- Lo hago porque en mi caso, cuando alguien analiza algún tema con ideas que comparto, siento gran satisfacción al contribuir a su difusión y mucho más cuando lo tratado tiene que ver con el sentido de patria y la defensa de la soberanía nacional.
3.- Al final de su artículo Cabieses escribe: “El patriotismo en defensa de su derecho a la autodeterminación, es el escudo de la Venezuela bolivariana. Sus potenciales agresores no deberían subestimar el coraje de un pueblo orgulloso de sus tradiciones de lucha”. A continuación la columna del amigo –amigo probado de Venezuela–, Manuel Cabieses:
El escudo de Venezuela
“Nada más parecido a los preparativos de un ataque armado que la escalada de sanciones norteamericanas y europeas contra Venezuela. El “fuego artillero” diplomático, económico y mediático intenta debilitar las defensas de Venezuela para disminuir los costos de una intervención militar. El coro vergonzoso del Grupo del Grupo de Lima hace lo propio desde una retaguardia que la historia condenará en forma implacable. Así comenzaron siempre las intervenciones norteamericanas en América Latina. Tanto las que llevó a cabo con sus propias fuerzas como las que instrumentó con mano mora. No es indispensable remontarse al pasado para demostrarlo. Pero no es tarea ociosa si se hace de la mano de ese gran latinoamericano que fue el periodista argentino Gregorio Selser.
Los chilenos conocemos en carne propia los métodos del Gran Buitre del Norte para derrocar gobiernos leales a sus pueblos. Hasta hoy sufrimos los efectos de la trama conspirativa, financiera y mediática que desembocó en el golpe militar de 1973, en el terrorismo de Estado de la tiranía y en su herencia vigente en los antivalores de la economía, la política y la cultura de Chile.
Pero el imperio no ha logrado romper la unidad pueblo-fuerzas armadas, piedra angular del proceso bolivariano. Fracasó también el intento de asesinar al presidente Nicolás Maduro y a la cúspide civil y militar del Estado venezolano. Al imperio no le queda otro camino que le intervención militar y no hace misterio de sus intenciones. Así lo admite el Comando Sur de los EE.UU. Sus amenazas, que agitan el garrote de Monroe, humillan a toda América Latina y el Caribe.
Cabe preguntarse si los sucesivos fracasos de la conspiración antivenezolana no están acelerando los planes de la agresión armada a la patria de Bolivar. La disposición a facilitar el diálogo en Venezuela, que muestra ahora la Unión Europea quizás no sea sino el gesto de Poncio Pilatos en vísperas de la agresión, cuya única exigencia es la renuncia de Maduro. La situación ya se vivió en enero de ese año en República Dominicana. La delegación opositora encabezada por Julio Borges se negó a último momento a firmar el acuerdo negociado con el gobierno. El mismo Borges que hoy aparece como autor intelectual del intento de magnicidio del 4 de agosto.
Revisar la historia contemporánea de las intervenciones militares norteamericanas n nuestro continente, demuestra que el patrón bélico se repite en Venezuela. En el pasado reciente EE.UU. invadió Granada (1983), Panamá (1989) y República Dominicana (1965). Para esto último Washington creó una “Fuerza Interamericana de Paz” (FIP). Los marines yanquis fueron reforzados con soldados de Brasil, Honduras, Paraguay, Nicaragua, Costa Rica y El Salvador. En el panorama político actual de América Latina no faltarían gobiernos sicarios dispuestos a participar en una FIP contra Venezuela, sobre todo si hay una gratificación de por medio. EE.UU. también organizó invasiones con fuerzas mercenarias de Guatemala (1954) y Cuba (1961). En la primera tuvo éxito y logró derrocar al presidente Jacobo Arbenz. En Playa Girón mordió el polvo de la derrota y su agresión fortaleció la moral revolucionaria del pueblo cubano. Hasta hoy Cuba resiste el bloqueo que Naciones Unidas condena todos los años.
Lo que sucede con Venezuela es una réplica casi exacta de lo que fueron los preparativos de la invasión norteamericana a Iraq, Afaganistán, Libia y Siria. Conflictos sangrientos que se prolongan hasta hoy y que han originado las masivas migraciones a través del Mediterráneo al costo de centenares de víctimas.
No cabe duda, entre tanto, que pese a las extraordinarias dificultades económicas y sociales que cuestan al pueblo venezolano mantener su independencia y dignidad, y a la siniestra tarea de quinta columna “opositora” al servicio de una potencia extranjera, la unidad pueblo-fuerzas armadas se ha galvanizado en un ceñimiento patriótico muy fuerte. El patriotismo en defensa de su derecho a la autodeterminación, es el escudo de la Venezuela bolivariana. Sus potenciales agresores o deberían subestimar el coraje de un pueblo orgulloso de sus tradiciones de lucha”.(Hasta aquí lo escrito por Manuel Cabieses, defensor a fondo de la causa del pueblo venezolano).
LABERINTO
* No son rumores los que corren. Son planes que de verdad están en marcha. El gobierno norteamericano está consciente de las derrotas que Venezuela le ha propinado hasta ahora. El bloqueo y las sanciones afectan, desde luego, pero no lo suficiente para sacar a Maduro de Miraflores. Lo mismo el acoso diplomático de los cipayos. Igual pasa con el terrorismo en cual están involucrados organismos de seguridad e inteligencia de los Estados Unidos. El golpe con militares les recuerda a los gringos el desastre del 11 de abril de 2.002, así como el magnicidio frustrado del 4 de agosto, en el cual aparece comprometida gente vinculada al gobierno norteamericano. ¿Qué hacer entonces? La única opción que queda es la intervención militar abierta y descarada, que depende del resultado de las elecciones parlamentarias de noviembre, que explica la desesperación de Donald Trump por derrotar a los demócratas. Esperemos este resultado. Falta muy poco…
* Una ventaja de Diosdado Cabello es que no rehuye el debate. Contesta sin pestañear las preguntas más complicadas y aborda los temas más difíciles sin alterarse. En la entrevista que le hice en mi programa de televisión no eludió nada. ¡Galopó!…
* Al menos 3 dirigentes sociales y políticos matan a diario en Colombia, y desde que Duque arribó a la presidencia pasan de trescientos los asesinados. Toda una masacre que le resbala al huésped de la Casa de Nariño. A quien sólo le interesa lo que pasa en Venezuela…
* Un vómito: “Las condiciones están dadas para una intervención en Venezuela” (Antonio Ledezma: diario ABC de España)…
* Cada día hay menos migrantes y la trama oscura del negocio comienza a descubrirse y a perder fuerza. La decepción de los que se van aumenta y crece la voluntad de retornar al país
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