Visión del mundo actual, incluyendo a Venezuela, del Gobierno Ruso.
Visión rusa del mundo contemporáneo
Un arreglo duradero de las discrepancias se logra sólo a través del diálogo
La soberanía, el rechazo a la injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales, precisó el canciller Sergey Lavrov. (Cortesía)
Lavrov: En los tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los orígenes de la creación de la ONU. (Cortesía)
La soberanía, el rechazo a la injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales, precisó el canciller Sergey Lavrov. (Cortesía)
Lavrov: En los tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los orígenes de la creación de la ONU. (Cortesía)
08 de octubre de 2017 05:30 AM
PARA COMPARTIR
Rusia está abierta para actuar mancomunadamente con todos aquellos que comparten su voluntad de cooperar en pie de igualdad y respeto mutuo
Rusia mantiene su apego al objetivo de crear un mundo libre de armas nucleares
Basado en el discurso del Canciller Sergey Lavrov en el 72° período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
¿Tienes algo que decir?
Inicia la conversación y sé el primero en comentar.
En diciembre del año pasado la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución sobre "Promoción de un orden internacional democrático y equitativo", que claramente sostiene la inadmisibilidad de la injerencia en los asuntos internos de los Estados soberanos, el desconocimiento de los golpes de Estado como método de cambio de poder, la necesidad de excluir de las relaciones internacionales los intentos de ejercer presión ilegítima de unos Estados sobre otros, incluyendo la aplicación exterritorial de legislaciones nacionales.
La mayoría abrumadora de los Estados miembros de la ONU votó a favor de la resolución. En minoría quedaron los mismos países que, contrariamente a los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, intentan dominar en los asuntos globales, al imponer modelos de desarrollo y sus propios "valores" a otros Estados y pueblos, rigiéndose por la lógica de unipolaridad que socava el Derecho Internacional.
La soberanía, el rechazo de injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales. Y seguirá defendiéndolos. A lo largo del último cuarto de siglo nuestro país, superando las duras pruebas que le tocó enfrentar, ha recorrido honradamente su parte del camino para liquidar la herencia de la "Guerra Fría" y ha hecho un gran aporte para reforzar la confianza y el buen entendimiento en la región Euro-Atlántica, y en el mundo entero. Sin embargo, ello no obtuvo reciprocidad por parte de nuestros socios occidentales, "embriagados" con la ilusión de haber llegado al "final de la historia", que siguen tratando de adaptar a las realidades de hoy los institutos rudimentarios de la época del conflicto de bloques.
Occidente construye su política según el criterio de "quien no está con nosotros, está en contra". Enrumba el camino de ampliación infinita de la OTAN al Este, provocando inestabilidad en el espacio postsoviético y alentando posturas anti-rusas. Precisamente en esa política radica el conflicto prolongado en el sudeste de Ucrania y el brote actual de rusofobia.
En los complejos tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los origines de la creación de la ONU. Las sentencias del Tribunal de Núremberg resonaron como una advertencia contra el olvido de las enseñanzas dejadas por la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias catastróficas originadas por los intentos de regir los destinos del mundo mediante la conculcación de los intereses legítimos de otros Estados y pueblos. Se llega a profanar lo sagrado cuando se esgrime la preocupación por la libertad de expresión que debe beneficiar a los movimientos radicales que propugnan la ideología neonazi y hace héroes de los sicarios fascistoides y sus cómplices. Se necesitan esfuerzos coherentes dedicados a poner una barrera segura para cerrar el paso al neonazismo y el revanchismo, el extremismo y la xenofobia y a reforzar la concordia internacional e intercultural.
Al atizar el odio e intolerancia, los terroristas, extremistas y nacionalistas destruyen y hacen actos de sacrilegio contra los objetos que representan alto valor histórico, religioso y cultural. Al mismo tiempo, en la Europa civilizada se permite la demolición de los monumentos a los libertadores del continente, héroes de la Segunda Guerra Mundial, que hicieron posible la derrota de la Alemania nazi y la fundación de la ONU.
Los siglos de la historia mundial han puesto de manifiesto que un arreglo duradero de las discrepancias se logra sólo a través del diálogo y la búsqueda escrupulosa de un balance de intereses intrínsecos de las partes en pugna. Lamentablemente, en el arsenal del actuar político de ciertos países occidentales a menudo predomina una grosera presión y no la diplomacia fina. El uso de medidas coercitivas unilaterales - al margen de las que aprueba el Consejo de Seguridad de la ONU - es ilícito. Tal línea socava el carácter colectivo de los esfuerzos internacionales. Hoy con mucha preocupación observamos cómo EEUU imponen más y más sanciones unilaterales y de carácter extraterritorial contra Irán, lo cual pone en peligro la implementación del Plan Conjunto Integral de Acciones como un factor clave para asegurar la estabilidad regional y global.
El carácter vicioso de la imposición de sanciones unilaterales fue evidenciado hace mucho tiempo con el embargo estadounidense de más de medio siglo contra Cuba. Durante decenas de años casi la totalidad de los miembros de la ONU abogan por levantarlo de una vez. Es hora de hacerles caso por fin.
En Rusia estamos siguiendo de cerca al desarrollo de la situación en amistosa Venezuela. Son inadmisibles los intentos de instigar a disturbios y amenazar con una intervención militar "democratizante" en Venezuela. Tampoco son aceptables las acciones encaminadas a derrocar gobierno legítimo venezolano. En tal sentido la Parte Rusa apoya plenamente las iniciativas de los Gobiernos de Salvador y de la República Dominicana encaminadas a fomentar el diálogo constructivo entre el Gobierno bolivariano y la oposición. Partimos de que ello será el diálogo entre las dos Partes involucradas, sin injerencia ninguna del exterior, dado que existe tal factor como la influencia de fuerzas externas. Cabe destacar, que los que quieren ayudar, tienen que trabajar con todas las partes del conflicto. Al contrario, los que quieren torpedear el proceso de pláticas trabajan solo con una de las Partes. Rusia ha desarrollado unas relaciones muy buenas con el Gobierno y el Presidente de Venezuela. Al mismo tiempo, a la Parte Rusa se dirige también la presidencia de la Asamblea Nacional, una fuerza opositora. Y no evitamos dichos contactos, al contrario, trabajamos activamente en aras de incentivar a las dos partes para que se sienten en la mesa de negociaciones y se pongan de acuerdo. Eso es la vía de arreglar cualquier conflicto interno y cualquier otra discrepancia en la palestra mundial.
Los intentos de ignorar la opinión de otros, imponer dictados y ultimátum, recurrir a la fuerza sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU nunca han traído nada bueno. El reciente auge del terrorismo internacional, millones de refugiados, olas insólitas de migración ilegal en gran medida se remontan a las aventuras temerarias de últimas años orientadas a derrocar "gobiernos indeseables". Tales políticas que incluyen intervenciones militares, solo han provocado el caos y la destrucción en la región de Oriente Medio y África del Norte, abriendo camino para el avance de los terroristas quienes aparecieron en aquellas partes del mundo donde nunca se les había visto.
A pesar de que el EIIL se está replegando en Siria e Irak, se requieren esfuerzos adicionales para estabilizar la región. El desarrollo de la situación en Siria se presta para un optimismo moderado. En la sexta Reunión internacional sobre Siria, realizada en Astaná los pasados días 14 y 15 de septiembre, se dieron pasos para formar las cuatro zonas de tensión desescalada. Se pudo alcanzar acuerdos sobre estas zonas con la participación de Rusia, Irán, Turquía, EEUU, Jordania y la ONU y con el apoyo de muchos otros países. Estos acuerdos crean condiciones para un sucesivo avance en la liquidación del foco terrorista y establecimiento de la paz en todo el territorio del país, recuperando su integridad y solucionando los problemas humanitarios más agudos.
Un tema especial son los casos del uso de armas químicas en la región. Debe realizarse una investigación de cada uno de ellos, de forma honesta y profesional, sin intentar manipular la gestión de la Organización de Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y el Mecanismo Conjunto de OPAQ-ONU de Investigación de casos de uso de armas químicas en Siria (MCI).
Los cruentos atentados terroristas que de forma incesante se dan en todo el mundo testifican que los intentos de crear "ciertas islas de seguridad" son ilusorios. Sólo se puede batallar contra el terrorismo y extremismo de manera colectiva, sin el doble rasero y agendas ocultas, siendo la principal responsabilidad la de los Estados, como está estipulado en la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo.
Rusia mantiene su apego al objetivo de crear un mundo libre de armas nucleares. A tono con los acuerdos vigentes sobre el control de armamentos y la no proliferación de tales armas, su liquidación total debe ser la culminación del proceso de desarme universal y completo, que brinde una seguridad equitativa e indivisible para todos los Estados. Los intentos de poner las armas nucleares "al margen de la ley" - sin tomar en cuenta las realidades del mundo contemporáneo e ignorando todo el conjunto de factores que afectan, hoy en día, la estabilidad estratégica - no hacen más que alejarnos de este objetivo común, socavando el régimen consensuado del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) y el Tratado de la Prohibición de Ensayos Nucleares (TPEN).
Exhortamos a toda la comunidad mundial rechazar de manera contundente la militarización del espacio informativo. Es inadmisible que el mismo se convierta en un campo de confrontación político-militar. Tampoco es aceptable que las tecnologías de información y comunicación (TIC) se usen como una herramienta para presionar a otros Estados, causarles daños económicos, así como divulgar y promover ideologías terroristas y extremistas.
Es obvio que el mundo continuará enfrentándose con una serie de nuevos retos de carácter duradero y esencial para toda la civilización humana. No tenemos derecho de distraernos, perder fuerzas y tiempo en juegos geopolíticos. Se requieren enfoques colectivos y no unilaterales.
El proceso de consolidación del mundo policéntrico es una tendencia objetiva que refleja una reconfiguración del balance global de poderes, así como el fortalecimiento de la identidad cultural y civilizacional de los pueblos. A dicha tendencia deberán adaptarse todos, incluyendo a los que ya están acostumbrados a actuar como si fueran dueños del mundo. Cesar los intentos de contener este proceso natural corresponde a nuestros intereses comunes. Hay que hacer lo necesario para que el mundo sea más justo y democrático, cómo lo veían los próceres de la ONU. La globalización no debe fomentar antagonismos, sino al contrario, jugar un papel unificador, tomando en cuenta los intereses de todos los Estados sin excepción y contribuyendo a un futuro seguro y estable para toda la humanidad.
Hace dos mil años el filósofo romano Seneca escribió: "Hemos nacido para vivir juntos". Los que mejor entendieron esta máxima fueron los fundadores de la ONU. Estaban convencidos (y así lo estamparon en a la Carta de la ONU) de que el hecho de convivir en un planeta, es un don de Dios, y que debemos unirnos para evitar las atrocidades de nuevas guerras. Hoy en día, urge reivindicar la cultura de la diplomacia, del diálogo en busca de un balance de intereses para contrarrestar las instintivas soluciones rápidas y el deseo de "castigar a los desobedientes". En fin de cuentas, se trata de proteger a la humanidad en toda su diversidad y bonanza.
Rusia siempre ha estado abierta para actuar mancomunadamente con todos aquellos que comparten nuestra voluntad de cooperar en pie de igualdad y respeto mutuo. Continuaremos defendiendo dichos enfoques en la actividad de la ONU en aras de mejorar la gobernabilidad global y lograr una verdadera democratización de las relaciones internacionales.
Material de la Embajada de Rusia
Un arreglo duradero de las discrepancias se logra sólo a través del diálogo
La soberanía, el rechazo a la injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales, precisó el canciller Sergey Lavrov. (Cortesía)
Lavrov: En los tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los orígenes de la creación de la ONU. (Cortesía)
La soberanía, el rechazo a la injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales, precisó el canciller Sergey Lavrov. (Cortesía)
Lavrov: En los tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los orígenes de la creación de la ONU. (Cortesía)
08 de octubre de 2017 05:30 AM
PARA COMPARTIR
Rusia está abierta para actuar mancomunadamente con todos aquellos que comparten su voluntad de cooperar en pie de igualdad y respeto mutuo
Rusia mantiene su apego al objetivo de crear un mundo libre de armas nucleares
Basado en el discurso del Canciller Sergey Lavrov en el 72° período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
¿Tienes algo que decir?
Inicia la conversación y sé el primero en comentar.
En diciembre del año pasado la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución sobre "Promoción de un orden internacional democrático y equitativo", que claramente sostiene la inadmisibilidad de la injerencia en los asuntos internos de los Estados soberanos, el desconocimiento de los golpes de Estado como método de cambio de poder, la necesidad de excluir de las relaciones internacionales los intentos de ejercer presión ilegítima de unos Estados sobre otros, incluyendo la aplicación exterritorial de legislaciones nacionales.
La mayoría abrumadora de los Estados miembros de la ONU votó a favor de la resolución. En minoría quedaron los mismos países que, contrariamente a los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, intentan dominar en los asuntos globales, al imponer modelos de desarrollo y sus propios "valores" a otros Estados y pueblos, rigiéndose por la lógica de unipolaridad que socava el Derecho Internacional.
La soberanía, el rechazo de injerencia en los asuntos internos, la igualdad de los pueblos, el respeto mutuo son principios que Rusia siempre ha mantenido en asuntos internacionales. Y seguirá defendiéndolos. A lo largo del último cuarto de siglo nuestro país, superando las duras pruebas que le tocó enfrentar, ha recorrido honradamente su parte del camino para liquidar la herencia de la "Guerra Fría" y ha hecho un gran aporte para reforzar la confianza y el buen entendimiento en la región Euro-Atlántica, y en el mundo entero. Sin embargo, ello no obtuvo reciprocidad por parte de nuestros socios occidentales, "embriagados" con la ilusión de haber llegado al "final de la historia", que siguen tratando de adaptar a las realidades de hoy los institutos rudimentarios de la época del conflicto de bloques.
Occidente construye su política según el criterio de "quien no está con nosotros, está en contra". Enrumba el camino de ampliación infinita de la OTAN al Este, provocando inestabilidad en el espacio postsoviético y alentando posturas anti-rusas. Precisamente en esa política radica el conflicto prolongado en el sudeste de Ucrania y el brote actual de rusofobia.
En los complejos tiempos que atravesamos es inadmisible olvidar los origines de la creación de la ONU. Las sentencias del Tribunal de Núremberg resonaron como una advertencia contra el olvido de las enseñanzas dejadas por la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias catastróficas originadas por los intentos de regir los destinos del mundo mediante la conculcación de los intereses legítimos de otros Estados y pueblos. Se llega a profanar lo sagrado cuando se esgrime la preocupación por la libertad de expresión que debe beneficiar a los movimientos radicales que propugnan la ideología neonazi y hace héroes de los sicarios fascistoides y sus cómplices. Se necesitan esfuerzos coherentes dedicados a poner una barrera segura para cerrar el paso al neonazismo y el revanchismo, el extremismo y la xenofobia y a reforzar la concordia internacional e intercultural.
Al atizar el odio e intolerancia, los terroristas, extremistas y nacionalistas destruyen y hacen actos de sacrilegio contra los objetos que representan alto valor histórico, religioso y cultural. Al mismo tiempo, en la Europa civilizada se permite la demolición de los monumentos a los libertadores del continente, héroes de la Segunda Guerra Mundial, que hicieron posible la derrota de la Alemania nazi y la fundación de la ONU.
Los siglos de la historia mundial han puesto de manifiesto que un arreglo duradero de las discrepancias se logra sólo a través del diálogo y la búsqueda escrupulosa de un balance de intereses intrínsecos de las partes en pugna. Lamentablemente, en el arsenal del actuar político de ciertos países occidentales a menudo predomina una grosera presión y no la diplomacia fina. El uso de medidas coercitivas unilaterales - al margen de las que aprueba el Consejo de Seguridad de la ONU - es ilícito. Tal línea socava el carácter colectivo de los esfuerzos internacionales. Hoy con mucha preocupación observamos cómo EEUU imponen más y más sanciones unilaterales y de carácter extraterritorial contra Irán, lo cual pone en peligro la implementación del Plan Conjunto Integral de Acciones como un factor clave para asegurar la estabilidad regional y global.
El carácter vicioso de la imposición de sanciones unilaterales fue evidenciado hace mucho tiempo con el embargo estadounidense de más de medio siglo contra Cuba. Durante decenas de años casi la totalidad de los miembros de la ONU abogan por levantarlo de una vez. Es hora de hacerles caso por fin.
En Rusia estamos siguiendo de cerca al desarrollo de la situación en amistosa Venezuela. Son inadmisibles los intentos de instigar a disturbios y amenazar con una intervención militar "democratizante" en Venezuela. Tampoco son aceptables las acciones encaminadas a derrocar gobierno legítimo venezolano. En tal sentido la Parte Rusa apoya plenamente las iniciativas de los Gobiernos de Salvador y de la República Dominicana encaminadas a fomentar el diálogo constructivo entre el Gobierno bolivariano y la oposición. Partimos de que ello será el diálogo entre las dos Partes involucradas, sin injerencia ninguna del exterior, dado que existe tal factor como la influencia de fuerzas externas. Cabe destacar, que los que quieren ayudar, tienen que trabajar con todas las partes del conflicto. Al contrario, los que quieren torpedear el proceso de pláticas trabajan solo con una de las Partes. Rusia ha desarrollado unas relaciones muy buenas con el Gobierno y el Presidente de Venezuela. Al mismo tiempo, a la Parte Rusa se dirige también la presidencia de la Asamblea Nacional, una fuerza opositora. Y no evitamos dichos contactos, al contrario, trabajamos activamente en aras de incentivar a las dos partes para que se sienten en la mesa de negociaciones y se pongan de acuerdo. Eso es la vía de arreglar cualquier conflicto interno y cualquier otra discrepancia en la palestra mundial.
Los intentos de ignorar la opinión de otros, imponer dictados y ultimátum, recurrir a la fuerza sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU nunca han traído nada bueno. El reciente auge del terrorismo internacional, millones de refugiados, olas insólitas de migración ilegal en gran medida se remontan a las aventuras temerarias de últimas años orientadas a derrocar "gobiernos indeseables". Tales políticas que incluyen intervenciones militares, solo han provocado el caos y la destrucción en la región de Oriente Medio y África del Norte, abriendo camino para el avance de los terroristas quienes aparecieron en aquellas partes del mundo donde nunca se les había visto.
A pesar de que el EIIL se está replegando en Siria e Irak, se requieren esfuerzos adicionales para estabilizar la región. El desarrollo de la situación en Siria se presta para un optimismo moderado. En la sexta Reunión internacional sobre Siria, realizada en Astaná los pasados días 14 y 15 de septiembre, se dieron pasos para formar las cuatro zonas de tensión desescalada. Se pudo alcanzar acuerdos sobre estas zonas con la participación de Rusia, Irán, Turquía, EEUU, Jordania y la ONU y con el apoyo de muchos otros países. Estos acuerdos crean condiciones para un sucesivo avance en la liquidación del foco terrorista y establecimiento de la paz en todo el territorio del país, recuperando su integridad y solucionando los problemas humanitarios más agudos.
Un tema especial son los casos del uso de armas químicas en la región. Debe realizarse una investigación de cada uno de ellos, de forma honesta y profesional, sin intentar manipular la gestión de la Organización de Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y el Mecanismo Conjunto de OPAQ-ONU de Investigación de casos de uso de armas químicas en Siria (MCI).
Los cruentos atentados terroristas que de forma incesante se dan en todo el mundo testifican que los intentos de crear "ciertas islas de seguridad" son ilusorios. Sólo se puede batallar contra el terrorismo y extremismo de manera colectiva, sin el doble rasero y agendas ocultas, siendo la principal responsabilidad la de los Estados, como está estipulado en la Estrategia Global de las Naciones Unidas contra el Terrorismo.
Rusia mantiene su apego al objetivo de crear un mundo libre de armas nucleares. A tono con los acuerdos vigentes sobre el control de armamentos y la no proliferación de tales armas, su liquidación total debe ser la culminación del proceso de desarme universal y completo, que brinde una seguridad equitativa e indivisible para todos los Estados. Los intentos de poner las armas nucleares "al margen de la ley" - sin tomar en cuenta las realidades del mundo contemporáneo e ignorando todo el conjunto de factores que afectan, hoy en día, la estabilidad estratégica - no hacen más que alejarnos de este objetivo común, socavando el régimen consensuado del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) y el Tratado de la Prohibición de Ensayos Nucleares (TPEN).
Exhortamos a toda la comunidad mundial rechazar de manera contundente la militarización del espacio informativo. Es inadmisible que el mismo se convierta en un campo de confrontación político-militar. Tampoco es aceptable que las tecnologías de información y comunicación (TIC) se usen como una herramienta para presionar a otros Estados, causarles daños económicos, así como divulgar y promover ideologías terroristas y extremistas.
Es obvio que el mundo continuará enfrentándose con una serie de nuevos retos de carácter duradero y esencial para toda la civilización humana. No tenemos derecho de distraernos, perder fuerzas y tiempo en juegos geopolíticos. Se requieren enfoques colectivos y no unilaterales.
El proceso de consolidación del mundo policéntrico es una tendencia objetiva que refleja una reconfiguración del balance global de poderes, así como el fortalecimiento de la identidad cultural y civilizacional de los pueblos. A dicha tendencia deberán adaptarse todos, incluyendo a los que ya están acostumbrados a actuar como si fueran dueños del mundo. Cesar los intentos de contener este proceso natural corresponde a nuestros intereses comunes. Hay que hacer lo necesario para que el mundo sea más justo y democrático, cómo lo veían los próceres de la ONU. La globalización no debe fomentar antagonismos, sino al contrario, jugar un papel unificador, tomando en cuenta los intereses de todos los Estados sin excepción y contribuyendo a un futuro seguro y estable para toda la humanidad.
Hace dos mil años el filósofo romano Seneca escribió: "Hemos nacido para vivir juntos". Los que mejor entendieron esta máxima fueron los fundadores de la ONU. Estaban convencidos (y así lo estamparon en a la Carta de la ONU) de que el hecho de convivir en un planeta, es un don de Dios, y que debemos unirnos para evitar las atrocidades de nuevas guerras. Hoy en día, urge reivindicar la cultura de la diplomacia, del diálogo en busca de un balance de intereses para contrarrestar las instintivas soluciones rápidas y el deseo de "castigar a los desobedientes". En fin de cuentas, se trata de proteger a la humanidad en toda su diversidad y bonanza.
Rusia siempre ha estado abierta para actuar mancomunadamente con todos aquellos que comparten nuestra voluntad de cooperar en pie de igualdad y respeto mutuo. Continuaremos defendiendo dichos enfoques en la actividad de la ONU en aras de mejorar la gobernabilidad global y lograr una verdadera democratización de las relaciones internacionales.
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