Entrevista a Tariq Ramadan, profesor de Estudios Islámicos Contemporáneos en la Universidad de Oxford y en la Facultad de Teología "Tenemos que detener la excusa de que la violencia se ejerce en nombre del islam"
Tariq Ramadan es profesor de Estudios Islámicos Contemporáneos en la
Universidad de Oxford y en la Facultad de Teología de esta misma
ciudad, además de Director del Centro de Investigación sobre legislación
y ética islámica de Doha. Nacido en Suiza en 1962, durante el exilio de
su familia, sus progenitores fueron importantes figuras de los Hermanos
Musulmanes egipcios, su abuelo materno el propio fundador de esta
hermandad. Su vida ha estado marcada por una búsqueda vital, como poder
desarrollar su identidad de musulmán y europeo al mismo tiempo. En el
transcurso de esa odisea se convirtió en un filósofo y pensador musulmán
de obligada referencia.
-Desde su nacimiento y
expansión el islam se caracterizó, durante siglos, por promover la
cultura, la ciencia, la tolerancia religiosa y étnica… ¿Qué es lo que ha
cambiado para que hoy en día se perciba al islam como algo totalmente
contrario a estos valores?
-En ese sentido hay dos cosas
importantes: primero, la historia nos está demostrando que no podemos
comprender la esencia de lo que está sucediendo actualmente con algunas
tendencias a partir de lo que la historia certifica, que durante muchos
siglos los musulmanes fueron vanguardia en la ciencia y la filosofía. En
todo caso si en la historia hay un momento en que los musulmanes y la
religión estaban involucrados en la cultura esto demuestra que muchos
fenómenos actuales no son algo intrínsecamente islámico y más bien tiene
que ver con una crisis dentro del islam.
Al interior del islam
tenemos muchas tendencias y no podemos negar que algunas de ellas se
basan en una lectura literal y dogmática, y muy a menudo estas son las
personas que están difundiendo más mentiras y recibiendo titulares, por
ser precisamente las más violentas. Dentro de esas tendencias, más
literales, hay que incluir a países que de hecho son al mismo tiempo
aliados de Occidente, por ejemplo Arabia Saudita o Qatar, donde abundan
los partidarios de la prédica literal y los tradicionalistas.
Ahora
bien, si miramos el cuadro completo veremos que esto no solo está
sucediendo en la zona del Golfo Pérsico, sino que también en Asia,
África y Occidente, hay musulmanes realmente muy comprometidos, mujeres y
hombres, que aportan nuevas respuestas a nuevos desafíos en numerosos
campos y no podemos ignorarlos, porque es algo que está pasando frente a
nosotros, en campos como la medicina, el derecho, la cultura, la
filosofía, la ciencia. Aparecen muchas nuevas respuestas porque nos
enfrentamos a nuevos desafíos.
-Cuando los medios ser refieren a
personas involucradas en acciones violentas relacionadas al mundo
musulmán añaden una “denominación de origen”, que no tiene que ver con
la nacionalidad, por ejemplo los autores del atentado contra Charlie
Hebdo eran franceses de origen magrebí... ¿Cómo valora esta tendencia a
remarcar el origen?
-Creo que es algo que no sólo promueven los medios de comunicación, sino que está presente de alguna manera en la arena política, en el debate social. Estamos creando en estos tiempos de manera paralela lo que el sociólogo holandés Willem Schinkel ha denominado “ciudadanía moral” y que yo llamaría “ciudadanía informal”, porque en nuestras sociedades hay diferentes niveles de ciudadanía.
-Creo que es algo que no sólo promueven los medios de comunicación, sino que está presente de alguna manera en la arena política, en el debate social. Estamos creando en estos tiempos de manera paralela lo que el sociólogo holandés Willem Schinkel ha denominado “ciudadanía moral” y que yo llamaría “ciudadanía informal”, porque en nuestras sociedades hay diferentes niveles de ciudadanía.
Dependiendo
de la forma en que nos comportamos, se nos van añadiendo etiquetas, qué
origen tienes, qué religión diferente a la de la mayoría y al final
esto significa que hay europeos originarios y verdaderos y otros que si
no actúan a la luz de los supuestos “valores” prefijados se les otorga
otro status, no en el plano legal, sino en un plano informal, algo así
como “ciudadanos extranjeros”, que es un nuevo concepto.
Son
ciudadanos pero no completamente, por lo tanto son ciudadanos
extranjeros, y cuando hay un problema lo que mencionamos primero es que
son musulmanes, africanos, árabes… Esta misma calificación diferenciada
está socavando el hecho mismo y cierto de que son europeos.
Después
de los atentados de Londres, el 7 de julio en el 2005, ya señalé esta
tendencia. Dije que si bien es cierto que los autores tenían padre y
madre y que es verdad que la comunidad musulmana tiene que abordar el
problema de las interpretaciones religiosas literales con la violencia y
el dogmatismo que conllevan, también es cierto que la sociedad
británica debe aceptar y reconocer el hecho de que son hijos de esa
sociedad. Del mismo modo que cuando un muchacho se convierte en un
delincuente callejero no se suele culpar a la madre o al padre, es una
responsabilidad más amplia. La manera en que estamos utilizando este
concepto de denominación de origen es de alguna manera aclarar que no es
verdaderamente uno de nosotros.
-¿Eso quiere decir que estamos ante una “ciudadanía” condicionada y cuestionada por sus orígenes o sus valores culturales?
-Como decía no es un asunto de derecho, mi calificación de esta especie de “ciudadanía moral”
no se refiere a lo formal, sino que se ha elaborado un listado de
valores que debe cumplir cualquier ciudadano, cultural o religiosamente
diferente, antes de que se le otorgue el estatus de ciudadano de pleno
derecho y correcto.
Aparte de controlar que respeten las leyes y
que aprendan el idioma, su vida privada sin duda recibe múltiples
influencias, costumbres, formas de vestir, educación familiar,
etc…Influencias que son cuestionadas constantemente, pero no se dice
nada con claridad, todo es implícito, y tiene que ver con esa especie de
"ciudadanía moral o psicológica" que tiene consecuencias muy concretas
para las personas. Pareciera que existe una identidad europea estática,
permanente, inmutable, y en realidad estas personas suponen cambios y
dinámicas divergentes, aportan otros valores y formas de sentir, no
comparten o no son parte de una escala de valores supuestamente evidente
y que se identifica pública y mediáticamente como la única “europea”.
Sus identidades son otras, cambiantes, diferentes en lo cultural, lo
religioso o lo personal, y sufren constantemente una discriminación que
finalmente no conmueve a una mayoría social que los estigmatiza.
-Por
un lado se demoniza al islamismo en general pero cuando esos
movimientos son políticos, sociales y pacíficos y juegan en democracia,
se les ilegaliza o se les desplaza por la fuerza del poder, casos de
Argelia o Egipto. ¿Se empuja al islamismo político y social a la
ilegalidad y la violencia?
-En realidad este tema no es
nuevo, solo hay que mirar lo que ha venido sucediendo en diferentes
países. Se va construyendo un prejuicio en torno a una supuesta práctica
violenta, a pesar de que se conoce perfectamente que las tendencias
políticas y del derecho musulmán incluyen plenamente a los Hermanos
Musulmanes. Ya sucedió en Argelia con el FIS y sigue sucediendo
actualmente con HAMAS, finalmente cuando ganan democráticamente se les
margina o se les ilegaliza.
En realidad hay dos elementos que son
importantes. El primero es, por supuesto, la relación con Occidente. Hay
una percepción de que esos grupos son muy críticos hacia Occidente, en
el sentido que rechazan las políticas occidentales. Sin embargo no
siempre es así, porque si analizamos lo que los Hermanos Musulmanes
egipcios, que ganaron las elecciones en el 2013, intentaban hacer estaba
precisamente marcado por un intento de complacer a Occidente, y me
refiero a sus decisiones económicas o a las reformas de las estructuras
políticas del país. Y de ahí paso directamente al segundo factor que es
relacionado con la percepción de que estas tendencias son muy
anti-sionista, en medio de un fuerte debate en la región sobre quién
apoya a Israel y de qué maneras. Además hay una percepción de que esos
movimientos son precisamente más peligrosos porque no son violentos,
sino más bien pragmáticos.
-¿Por que la denominada “Primavera árabe” se ha convertido en una pesadilla?
-Creo
que hemos sido ingenuos y el problema es, otra vez, que no estudiamos
ni aprendemos de la historia. Lo que sucedió en el Este de Europa o en
América Latina. No hemos estudiado la forma en que se puede movilizar a
la gente o propiciar que la gente se movilice libremente, pensamos que
todo se trata de política, cuando en realidad el trasfondo es más un
asunto de economía. La economía, el poder, la estabilidad en la región.
Yo incluso diría que en el caso aparentemente exitoso de Túnez, donde la
violencia fue más moderada, se permitió la fuga de la vieja casta de
poder, fue un fracaso, una rama que escondió la visión del bosque.
Desde
el inicio de este proceso yo me temía que pudiese pasar algo parecido
al modelo iraquí que yo sintetizo en tres elementos: Desestabilización
del régimen político, división de la sociedad en tendencias (tribus,
facciones religiosas…) y aseguramiento de los recursos económicos y
naturales.
Finalmente si observamos lo que está sucediendo en
Libia y en toda la región, desestabilización de Siria, la difíciles
situaciones que viven Turquía, Irán, Líbano y ahora mismo Yemen, podemos
constatar que es un diseño, que el entonces Presidente de los EE.UU,
George W. Bush, denominó “democratización del Oriente Medio” y que
consiste en desestabilizar países para obtener una región frágil. Lo
mismo sucede actualmente con un régimen fuerte como el de Egipto en
medio de tanta fragilidad, un sistema que da continuidad a la era
Mubarak porque son los mismo militares, con más violencia, y muy a tono
con la actual política israelí en la región.
-¿Habla de un diseño de dominación occidental y sionista?
-Sí,
yo diría que el objetivo de este diseño es debilitar la región y
asegurar los recursos económicos. Sin embargo hay algo que no
conseguimos relacionar con la economía y tiene mucho que ver con estas
situaciones y que es que cualquier cosa que tenga que ver con la
seguridad y el antiterrorismo permite que los EE.UU y la UE estén más
presentes en la zona que algunos países emergentes como la India o
China. La desestabilización reclama obligatoriamente más seguridad y
esto en términos concretos significa más presencia norteamericana y
europea, que es exactamente lo que podemos ver en estos momentos después
de las llamadas primaveras árabes.
Sin embargo lo que podíamos observar antes de estos procesos de primaveras
era una tendencia hacia el Este, hacia China y la India, mientras que
lo que podemos constatar ahora es más presencia de los EEUU y EU, algo
que también le conviene a Israel, porque no quieren que China o la India
se involucren en la región, pues son menos pro-israelitas que las
potencias occidentales.
-¿Y qué papel juegan en medio de este esquema los grupos islámicos radicales?
-Este
fenómeno tiene mucho que ver con lo que venimos observando desde hace
al menos 15 años, antes los salafistas evitaban en gran medida todo lo
que tenía que ver con la política, de hecho afirmaban ser apolíticos.
Sin embargo ahora tenemos una tendencia, primero de algunas
organizaciones como Al Qaeda, y ahora mismo el ISIS, que promueven un
mayor protagonismo de la mentalidad de los que interpretan literalmente
el Corán y al mismo tiempo son los que más involucrados están con la
violencia. Una violencia que por cierto no solo está dirigida contra de
los intereses occidentales en la región, sino también contra algunos de
los intereses de diversos países del Medio Oriente. Sin duda hay
tendencias que están pensando que hay una Jihad (guerra santa) global y
es gente muy sincera en ese pensamiento, por eso mismo tenemos que ir
más allá, para tratar de entender cómo funcionan y por qué están
operando de esa manera.
Empezaron en Afganistán y vemos a estos
grupos en todos los lugares donde actúan interrelacionados con
potenciales económicos, en Afganistán, donde sabemos que hay gas, uranio
y litio, en Mali, donde hay uranio y gas, y ahora están presentes en
algunos países del Medio Oriente, contribuyendo a la desestabilización
de toda la región. Yo diría que debemos abordar la cuestión de la
violencia, pero no podemos ser ingenuos, hay que tratar de entender qué
objetivos tienen y cuáles van logrando. No estoy nada convencido de que
estas tendencias surjan de la nada, por ejemplo sabemos que en Siria
fueron apoyadas por el mismo Bashar Al Assad pensando conseguir una
nueva legitimidad en la comunidad internacional, algo que de hecho está
funcionando.
Tenemos que ser cautelosos y entender a la gente
violenta que cree realmente en eso y son sinceros en su actuar, eso es
una realidad, están actuando en contra del consenso de la mayoría de la
comunidad musulmana, pero también tenemos que ser cuidadosos con la
manipulación política de esta tendencia violenta, que sirve de apoyo y
justificación a algunas políticas regionales.
-En
referencia a las políticas regionales que señala, parece adecuado
nombrar a un partido islámico gobernante, como el de Turquía, que se
ofrece como un modelo aceptable a los ojos de Occidente e Israel.
-Creo
que la situación interna y externa de Turquía es sumamente difícil,
debemos analizar con profundidad lo que sucede en ese país. Primero en
lo que se refiere a su política doméstica nos encontramos con un régimen
que en los últimos años ha ido haciendo cosas en función de un progreso
social, tratando de mejorar la economía y la situación social. Dicho
esto no podemos olvidar que el régimen, y muy especialmente el
presidente Erdogan, se ve a sí mismo como una respuesta para todo y por
eso está intentando cambiar la Constitución y hasta el sistema
parlamentario, para poder ser Presidente y Primer Ministro al mismo
tiempo, además es muy evidente que hay muchos problemas con todo lo que
tiene que ver con las minorías y las libertades; por lo tanto creo que
tenemos que observar la evolución de esta tendencia hacia un poder
autoritario.
Un segundo elemento tiene que ver con la política
exterior. El primer ministro y ex ministro de Asuntos Exteriores, Ahmet
Davutoglu, mantiene una visión de que Turquía debería evitar conflictos
fronterizo, lo cual parece bastante inteligente, sin embargo esa
expectativa actualmente es un fracaso y en la práctica Turquía juega un
feo papel en lo que se refiere a Siria, a los kurdos o a Irán. A todo
esto hay que añadirle que la estabilidad y el crecimiento económicos no
son ya seguros.
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