Muerte en la Pastora
No hay época de mayor
conectividad humana, que esta vivida en el siglo XXI. No puede un gobierno
callar tan fácilmente a una multitud o persona; las redes sociales son deltas
por donde navegan infinidad de opiniones y pareceres a velocidades
inimaginables. Ninguna represa es capaz de detener tan inmenso caudal.
Anoche, casi de madrugada, en el
crepúsculo del primero y alba del dos de octubre, por rendijas casi indetectables,
anunciaban confusamente la muerte del Diputado Robert Serra y su compañera de
sentimientos o trabajo, quizás de gestiones políticas; su acompañante esa
trágica noche. Quizá como en una película, los actores de reparto pasan desapercibidos.
Los tuits se activaron con expresiones de satisfacción unos, tristeza algunos;
interrogantes otros y no faltaron los de carácter político, vertidos de
venganza hacia el oponente, de adentro y afuera. Nadie se pregunta si todos los
culpables están siendo señalados, por omisión, calentura o previsión política.
No se la razón del por qué un
pajarito azul identifica al twitter; tal vez en semejanza a la paloma blanca
que identifica libertad, espíritu y pureza. En la plaza San Pedro, Roma, es de
usual uso por los Papas en oficio, soltar al vuelo estas blancas aves; sin
embargo, son en los claustros del Vaticano donde se tejen las más cruentas
versiones de maldad, crueldad, egoísmo y traición. ¡No vuela la sinceridad!
A contra pelo sobre el Ave Azul
de la red social de mayor actividad en el mundo, cabalgan tantas verdades, mentiras, ofensas, calumnias,
que nadie estaría dispuesta a su sacrificio, como en aquel juicio de Barrabas y
Jesús, entre la Ave Blanca y Azul, nadie arriesgaría a quedarse sin twittear.
En los tuits del 2 y 3 de octubre
puede encontrarse la mayor de las encuestas sobre la realidad venezolana; su
pensar, sus pesares; como nos vemos dentro y fuera de nuestra existencia; el
grado de ansiedad y confrontación en que nos encontramos. La desaparición del
Diputado Serra y María Herrera, más que impresionar, nos proyecta a que veamos
que somos y a dónde vamos.
Lamentable suceso, que ojala la
causa nos invite a la más profunda de las reflexiones; no porque los otros
asesinatos y muertes de otras dimensiones, espacio y tiempo no importen, sino
que por lo dantesco del crimen, posición
y protagonismo de las víctimas en la sociedad venezolana, haga al fin
entronizarnos, que somos tan débiles como un Samán y fuertes como un Ave blanca
o azul.
Madrugada de Octubre de 2014
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