...el reciente anuncio del presidente Chávez de cara a su nueva operación por cáncer...
Análisis de coyuntura y conversación con Marea
Socialista, corriente anticapitalista del PSUV
Las tensiones del proceso bolivariano: nacionalismo
popular, conquistas sociales y capitalismo rentista
Cuando se acercan las elecciones regionales en la
República Bolivariana y después del importante discurso nacional y el reciente
anuncio del presidente Chávez de cara a su nueva operación por cáncer (www.rebelion.org/noticia.php?id=160514),
publicamos este análisis -crítico y fraternal- del proceso de cambio en
Venezuela. Este texto, escrito a finales de noviembre (después de una estadía
en Venezuela para las elecciones presidenciales), intenta subrayar algunos
puntos para el debate, desde la izquierda, temas tal vez más aún vigentes
frente a la nueva y difícil coyuntura que se avizora para el pueblo
bolivariano.
El domingo 7 de octubre Hugo Chávez festejaba su
tercera victoria en las elecciones presidenciales, con el 55,1% de los
sufragios, frente al 44,3% a favor de su principal adversario, el candidato
neoliberal Henrique Capriles Radonski. La polarización política fue tal que los
otros cuatro candidatos en liza quedaron literalmente barridos 1 . La
popularidad, la capacidad de movilización y el liderazgo carismático de Chávez
permanecen sólidamente demostrados, anclados y mayoritarios entre las y los “de
abajo”; con una participación electoral que ha alcanzado niveles superiores al
80% del censo electoral. La manifestación de centenares de miles de personas
(tal vez más de un millón) ocupando las calles de Caracas el jueves 4 de
octubre, constituyó una incontestable demostración de vitalidad de la
“revolución bolivariana” y también la omnipresencia del presidente a la hora de
levantar el entusiasmo de la muchedumbre. Todo ello bajo los auspicios de un
slogan de campaña pasablemente alejado del socialismo: “¡Chávez, corazón de la
patria!”. Encontramos aquí sin duda la fuerza del nacionalismo popular tal como
se ha encarnado en Venezuela: un “cesarismo” progresista y antiimperialista (en
el sentido de Gramsci) o incluso esa “razón populista” post-neoliberal,
descrita por Ernesto Laclau 2 , que ha conseguido crear,
reconstruyéndola por arriba y por abajo, una nueva comunidad política popular
en Venezuela, a lo largo de esta última década. Pero si hay fervor, no es solo
el fruto de una “irracionalidad” política, como se puede leer continuamente en
la prensa dominante, o de la simple emergencia plebeya discursiva. Esta mística
popular existe también gracias al balance social, muy real y bien comprendido,
del proceso bolivariano: “A diferencia de lo que pasaba bajo los anteriores
gobiernos, una gran parte de la renta petrolera ha sido utilizada para
financiar la política social. Los (muchisimos) humildes que gritan ‘viva
Chávez’ son la expresión, sin duda, de los millones de personas que acuden
cada día a los distintos programas –Mercal, Pdval, Bicentenario, Farmapatria–
donde pueden comprar productos de primera necesidad a precios subvencionados.
Los jóvenes que se entusiasman –‘Chávez va a ganar’– piensan
indudablemente en la política de inclusión y de educación llevada a cabo en
todos los niveles, en los libros y ordenadores (los canaimitas)
gratuitos que se les han distribuido. Los viejos que visten sus camisetas rojas
lo hacen probablemente porque los 200.000 jubilados que tenían una pensión al
final de la IV República se han convertido hoy día en 2.300.000. Cuando las
madres de familia hablan con emoción del ‘comandante’ es porque las
distintas ‘misiones’ puestas en marcha les han dado acceso a la salud,
porque dos millones de ellas y sus familiares gozan del régimen de seguridad
social. Que las familias que vivían en alojamientos precarios tomen partido,
tampoco tiene nada de sorprendente: la Gran Misión Vivienda Venezuela, aunque
creada demasiado tarde, ha construido decenas de miles de viviendas desde su
inicio hace dieciocho meses” 3 .
Según la Comisión Económica para América Latina de
la ONU (CEPAL), Venezuela es el país con el descenso más espectacular de la
pobreza en América Latina: entre 2002 y 2010, ésta ha pasado del 48,6% al
27,8%, y del 22,2% al 10,7% en lo que se refiere a la extrema pobreza. Además,
el país posee actualmente uno de los más reducidos niveles de desigualdad de la
región, lo que no es poco en el continente menos igualitario del planeta. Los
cambios son por tanto muy palpables, muy lejos de los años neoliberales de la
IV República (1958-1998). Habría que añadir a todo ello la creación de espacios
de participación popular, sobre todo a través de los miles de Consejos
comunales o de cooperativas campesinas surgidas de la reforma agraria; la
reciente reforma del Código del Trabajo, el más progresista del continente 4
; la implantación de uno de los salarios mínimos más elevados de la región
o incluso el regreso de la discusión sobre la soberanía del pueblo, el
socialismo y el anti-capitalismo, mucho más allá de las simples esferas
militantes. El programa de campaña de Chávez se orientaba claramente en torno a
estas cuestiones estratégicas. Las elecciones del domingo tenían también un
evidente carácter geopolítico. Una derrota del candidato del Partido Socialista
Unificado de Venezuela (PSUV) y de sus aliados del Gran Polo patriótico
(incluyendo al Partido Comunista Venezolano) habría deteriorado en gran medida
las relaciones de clases continentales, amenazando no sólo las conquistas
sociales y democráticas de la última década, sino también la nueva autonomía
relativa del Sur frente al imperialismo, la jovencísima Unión de Naciones
Sudamericanas (UNASUR), y acabando sobre todo con proyectos novedosos, aunque
todavía balbuceantes o limitados, como el ALBA 5 o la Banca del Sur.
Sin embargo, esta nueva victoria electoral –muy
clara e indiscutible- no puede esconder los múltiples problemas no resueltos
después de 13 años de poder, los “dilemas” y las intensas contradicciones del
proceso bolivariano, más allá de los discursos sobre “el socialismo del siglo
XXI” (del que apenas se perciben unos contornos borrosos) 6 . Citemos
algunos de los más flagrantes:
- La corrupción sigue siendo endémica, a todos los
niveles institucionales (en particular al nivel de los gobernadores de los
Estados federados), hasta el punto de que se puede hablar de un fenómeno
estructural y enquistado, herencia de un Estado rentista y petro-depediente que
no ha sido transformado.
- La burocracia, la ineficacia y la débil
institucionalización de las políticas públicas, la falta de productividad de
las empresas estatales, la rotación permanente de responsables en los
ministerios y, como fue reconocido y repetido por el propio presidente durante
la campaña, “la falta de seguimiento de los proyectos”, sobre todo de aquellos
destinados a mejorar el acceso a la electricidad, a diversificar el modelo
productivo o incluso a asegurar la soberanía alimentaria de un país que debe
importar más del 75% de su alimentación.
- La inseguridad (sobre todo en las ciudades) y la
amplitud de la criminalidad, que hace de Venezuela uno de los países con la
mayor tasa de homicidios por arma de fuego ligera de todo el continente
(excluyendo conflicto armado): una preocupación y un calvario cotidiano para
los sectores populares, lo cual ha sido muy bien instrumentalizado por la
derecha y la oligarquía, a pesar de algunos avances reales con la reciente
reforma de la policía y el inicio de una toma en consideración del fenómeno.
- La debilidad de la estructuración del movimiento
sindical, el fracaso –incluyendo la represión– de experiencias de control
obrero y de cogestión (como en SIDOR o Sanitarios Maracay) 7 , el
cuestionamiento de la independencia de la clase obrera, alimentada por la
tentación permanente de un control por arriba del sindicalismo por parte del
ejecutivo, verticalismo reforzado últimamente por las divisiones internas y la
crisis de la UNETE (Unión Nacional de Trabajadores de Venezuela) y la creación
(en 2011) de la CSBT (Central Socialista Bolivariana de los Trabajadores),
infeudada en el Ministerio de Trabajo.
- La cuestión de la omnipresencia de Hugo Chávez,
calificada a veces como “hiperpresidencialismo”, y por tanto el nivel de
personalización del poder, en un contexto –además– en que el presidente está
gravemente enfermo de cáncer y considerablemente debilitado.
- El mantenimiento de un modelo de desarrollo (y de
un Estado) rentista surgido de la paradójica “maldición” de la abundancia
petrolera 8 : un modelo no duradero, basado esencialmente en la
explotación de este recurso, y una economía capitalista mixta en la que más del
70% del PIB sigue en manos del sector privado 9 , mientras una casta
–denominada “boli-burguesía”– se enriquece a la sombra de este maná y de
una “derecha endógena” al gobierno, encarnada en algunos hombres fuertes (y
riquísimos) como Diosdado Cabello (hoy día presidente de la Asamblea Nacional).
- La política exterior, particularmente hacia
Oriente Medio, donde en nombre de una estrategia antiimperialista “campista”,
Hugo Chávez ha decidido apoyar, contra viento y marea, a diversos gobiernos
autócratas, cuando no sanguinarios, de la región; una estrategia renovada
después de las elecciones, cuando el presidente en una conferencia de prensa renovó
su amistad con Bachard El Assad frente a los “terroristas” y la OTAN.
Sin embargo, y así lo hemos podido constar en
nuestra estancia en Caracas durante las últimas elecciones, cada vez hay más
voces y colectivos provenientes del “chavismo crítico” que se hacen oír para
renovar su apoyo consciente al proceso (y a sus conquistas) 10 , al
mismo tiempo que denuncian su estancamiento y la falta de avances en muchos
terrenos, explican también que si una parte del electorado popular ha decidido
votar por Capriles lo ha hecho para expresar su descontento o su desconcierto.
Como señala Patrick Guillaudat: “Observando de cerca los resultados, la
victoria es frágil, a pesar del hecho de que Chávez haya ganado a Capriles en
22 de los 24 Estados del país. Entre las últimas elecciones presidenciales de
2006 y las de 2012, Chávez ha ganado 752.976 votos, mientras la oposición
ganaba 2.175.984, o sea tres veces más. En los barrios populares de Caracas
(Petare, 23 de Enero, La Vega...) el voto chavista ha bajado entre un 6% y un
9%. El mismo movimiento se da en las otras ciudades del país. Por otra parte,
el recuento preciso de los votos de cada candidato, distribuidos partido a
partido, muestra que más de una quinta parte de los votos obtenidos por Chávez
se dirigen a partidos distintos al PSUV [...] El descontento o las críticas se
han expresado también en un voto dirigido a organizaciones distintas del PSUV,
sobre todo el PCV. En los días siguientes a las elecciones se lanzaron señales
contradictorias. Por un lado, Chávez predica el diálogo y la apertura hacia la
oposición. Por otro, militantes del PSUV piden una “rectificación” en el
sentido de una profundización del proceso” 11 .
Es importante también señalar que el panorama de la
oposición ha evolucionado mucho: se puede afirmar incluso, como hace el
marxista Manuel Sutherland, que Capriles Radonski, candidato de la oligarquía y
del imperialismo, es en cierta manera un “perdedor vencedor” 12 .
El candidato de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), amplia coalición de una
treintena de organizaciones (desde grupúsculos ex–maoístas a la extrema
derecha), consiguió imponerse en las primarias frente a los grandes partidos
históricos del “antiguo régimen”: COPEI (demócrata-cristiano) y Acción
Democrática (socialdemócrata). Treintañero, procedente de la gran
burguesía, dirigente de Primero Justicia (nuevo partido creado en 2000
con el apoyo de ultraconservadores estadounidenses) y muy activo durante el
golpe de Estado de 2002, Capriles ganó en buena medida su desafío: imponiendo
su estrategia, ha conseguido también rejuvenecer y dinamizar la imagen de la
oposición, ha triunfado con brío en muchos mítines en todo el país. Todo esto
lejos de la histeria semi-fascista de los años anteriores, llegando a hacer una
campaña de propaganda con tonalidades de centro-izquierda, “humanista”,
proclamándose cercano a Lula y vinculado al progreso social... al mismo tiempo
que proponía un programa violentamente neoliberal 13 . Conclusión de
Sutherland: “Capriles Radonski ha dado claramente la impresión de ser un rival
que se prepara para tomar el poder a mediano plazo (2018), en un contexto
electoral más favorable, esto es, en el momento en que el deterioro de la
popularidad del chavismo como consecuencia del aumento de los problemas de la sociedad
venezolana (inseguridad, elevado coste de la vida, paro, etc.) será
determinante. Si las actuales tendencias electorales continúan evolucionando en
estas direcciones por los dos campos, Capriles bien podría ser el próximo y más
neoliberal presidente de Venezuela”.
Las elecciones regionales (elección de gobernadores
y de parlamentos federados) de mediados de diciembre serán sin duda una nueva
prueba para el campo bolivariano. Ya se siente cierto malestar en el seno del
chavismo militante, frente a los candidatos escogidos, todos nombrados “por
arriba”, y frente a los representantes de la dirección burocrática de un PSUV
cada vez más alejado de su base, que proceden directamente del poder militar
que rodea al presidente. Por ejemplo, en el Estado de Bolívar se encuentra
Francisco Rangel Gómez, que aspira a una segunda reelección, a pesar de ser
conocido por su feroz oposición feroz contra los obreros de SIDOR en el 2008; y
en el Estado de Lara, el ex–gobernador y militar Luís Reyes Reyes sigue llevando
los colores bolivarianos, aunque ha sido acusado por muchos movimientos
sociales de ser responsable, en el pasado de violaciones a los derechos
humanos.
A pesar de todo, y a pesar de este panorama
abiertamente crítico (que nos parece indispensable a la hora de expresar
nuestro internacionalismo tanto frente a la intensa campaña mediática
antichavista 14 como frente a las oligarquías del sur y del norte), el
pueblo bolivariano (y sus luchas) sigue vivo, dinámico, rebelde, dispuesto a
sublevarse. El proceso no está muerto, ni mucho menos. Basta con recorrer los
“ranchos” de las grandes ciudades, las calles de Caracas, las fábricas de
Ciudad Guyana o el interior del país para darse cuenta. El “proyecto
alternativo en tensión”, según denominación del politólogo y altermundista
Edgardo Lander, sigue siendo un dato central de las coordenadas políticas de la
actual Venezuela. Este proyecto, atravesado por una “tensión entre el control
desde arriba y la autonomía por la base”, ha cristalizado en torno a la noción
medular del conjunto del discurso político bolivariano: el “pueblo soberano”
15 . De éste dependerán precisamente los próximos meses. Según el
editorialista de La Jornada, Guillermo Almeyra: “Quienes votan por
Chávez no están ciegos frente a los problemas de la corrupción, del
verticalismo, del burocratismo, de la dirección militar de un proceso que
exige, por el contrario, la más amplia participación decisiva de la población,
la discusión abierta de las distintas opciones posibles para resolver los
grandes problemas, el control popular de las realizaciones y de las
instituciones gubernamentales”. Y añade: “En lugar de presentar una candidatura
independiente y antichavista, como la del combativo sindicalista Orlando
Chirino, separando a los socialistas de los chavistas, la izquierda
revolucionaria habría debido trabajar junto a los chavistas partidarios del
socialismo para reforzar la autoorganización de los trabajadores y, tras la
derrota de la derecha, librar batalla en mejores condiciones contra el verticalismo
y los burócratas-tecnócratas que esperan la desaparición de Hugo Chávez para
controlar el aparato de Estado. Porque las grandes batallas se librarán después
del mes de octubre”.
Esta opción es compartida, en particular, por Marea
Socialista, corriente anticapitalista del PSUV, de quien presentamos una
entrevista aquí debajo. Durante las elecciones presidenciales, sus militantes
–muy implicados en el movimiento sindical y en una parte del movimiento de
jóvenes- lanzaron una campaña en base a las consignas “7 octubre: Chávez
presidente; 8 octubre: liberar a la revolución de sus burócratas” y “¡Por
un gobierno del pueblo trabajador sin capitalistas!”. Se habían reagrupado,
en mayo de 2012, en el seno de la APR (Alianza Popular Revolucionaria)
intentando construir una movilización bolivariana autónoma, no infeudada en las
estructuras del Estado o del PSUV, junto a la organización campesina “Corriente
Revolucionaria Bolivar y Zamora”, el Movimiento de Pobladores, la
Asociación Nacional de Medios de Comunicación Comunitarios Libres y
Alternativos (ANMCLA), Surco (colectivo de educación universitaria),
organizaciones feministas, etc. Frente a las veleidades, de una parte del
gobierno, de conciliación con la oposición o la oligarquía, que parece
despuntar en las últimas semanas, estos sectores críticos subrayan que sólo las
luchas sociales y la profundización de las conquistas democráticas, de las
formas de participación autónoma y un control sobre la economía y sobre el
funcionamiento del Estado, la creación de formas de poder popular real, podrán
dar un contenido concreto a los llamamientos al “socialismo del siglo XXI”. Y
comenzar a superar así los obstáculos y contradicciones del proceso
bolivariano, sin permitir el retorno de los neoliberales y de los agentes de
Washington al país. Se trata de la última oportunidad dentro de esta nueva
secuencia política abierta, luego de 13 años en el poder. Y nada indica por
ahora que sea la más probable, aunque sea la más deseable desde el punto de
vista de los anti–neoliberales consecuentes y de los anticapitalistas.
NOTAS
(1) Orlando Chirino, sindicalista revolucionario,
militante trotskysta y candidato del PSL (Partido Socialismo y Libertad),
obtuvo solo 4140 votos (o sea 0,02% de los electores), sin lograr tener influencia
alguna sobre el electorado popular. Ver los resultados: www.eleccionesvenezuela.com/resultados-elecciones-venezuela.php
.
(2) E. Laclau, La razón populista, FCE, Buenos
Aires, 2005.
(3) M. Lemoine, « Venezuela : les électeurs ont «
confisqué » la démocratie », www.monde-diplomatique.fr , octubre 2012.
(4) Esta ley reconoce entre otras cosas amplios
derechos para las mujeres trabajadoras; permite una importante reducción del
tiempo legal de trabajo de 44 horas a 40 horas semanales (y 35 horas para el
trabajo nocturno); el combate a la tercerización o el reforzamiento de la
protección social y de los derechos laborales o a la huelga.
(5) Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos o ALBA-TCP: www.alianzabolivariana.org
.
(6) Leer: F. Esteban, S. Brulez, « Le laboratoire
du socialisme du XXIe siècle cherche toujours la formule qui marche », Inprecor,
n° 564-565, agosto 2010 y P. Stefanoni, « El triunfo de Chávez y el socialismo
petrolero », Viento Sur, octubre 2012, http://vientosur.info/spip/spip.php?article7271
.
(7) A. Acosta, La maldición de la abundancia,
Quito, Abya Yala, 2010.
(8) Ver los escritos de Víctor Álvarez, economista
y exministro de las industrias de base y de las minas: Venezuela: ¿Hacia
dónde va el modelo productivo?, Caracas, Centro Internacional Miranda,
2009.
(9) Incluso colectivos y militantes libertarios,
como el intelectual crítico Roland Denis, llamaron a votar para Hugo Ch á vez,
concientes del peligro que representaban Capriles y la MUD.
(10) Tout est à nous ! La Revue, diciembre
2012. Ver también: P. Guillaudat et P. Mouterde, Hugo Chávez et la
révolution bolivarienne, M Editeur, Québec, 2012.
(11) M. Sutherland, « Retour sur la victoire de
Chavez : radicalité vs. conciliation droitière », Apporea.org, octubre 2012
(consultado en francés en: www.avanti4.be ).
(12) Ver el análisis, muy difundido durante la
campaña por el PSUV, del sociólogo Romain Mingus: El Nuevo Paquetazo, www.comandocarabobo.org.ve/el-nuevo-paquetazo .
(13) Leer el informe « Venezuela » del colectivo
ACRIMED (Acción Crítica Medios) - Paris: www.acrimed.org/rubrique179.html
.
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" El rumbo debe ser realmente anticapitalista
y socialista"
Entrevista con miembros de la Coordinación Nacional
de Marea Socialista (corriente de militantes del PSUV y de la revolución
bolivariana), Gonzalo Gómez, fundador de Aporrea.org ( www.aporrea.org
), Stalin Pérez, Juan García y Zuleika Matamoros.
Franck Gaudichaud: Según su punto de vista, ¿cuáles
son los puntos esenciales de esta victoria electoral de Hugo Chávez, por qué
destacar la importancia de este resultado y cuales serán su impacto regional en
América Latina?
Gonzalo Gómez: Con estos resultados electorales,
en primer lugar, hay que decir que ganó Chávez y con él ganó el pueblo. Con la
reelección de Chávez sigue abierto el proceso revolucionario en Venezuela y se
mantiene la oportunidad de seguir avanzando en las transformaciones sociales y
políticas que han distinguido a la revolución bolivariana.
Juan García: Sí, efectivamente, hay que decir
que en estas elecciones del 7 de octubre en Venezuela, la burguesía y
imperialismo no lograron truncar la revolución bolivariana. El país continúa en
una línea de relativa independencia respecto a la dominación imperialista. La
burguesía no consigue aún el espacio para reimplantar sus políticas
neoliberales y su control directo del Estado, que le fue arrebatado por el
proceso revolucionario.
Gonzalo Gómez: Respecto a tu pregunta sobre el
impacto regional… La correlación de fuerzas en América Latina sigue siendo
favorable a la revolución y a la llamada “integración” regional, con el triunfo
de Chávez. La opción intervencionista del imperialismo queda debilitada y
postergada, lo cual da preferencia a otras estrategias que están tratando de
utilizar para neutralizar a la revolución bolivariana en el escenario
geopolítico latinoamericano.
Zuleika Méndez: Pero, aunque empezamos el
análisis por reconocer la significación del triunfo de Chávez, también hay que
reconocer la amenaza creciente de la derecha. En estas elecciones hubo una
diferencia a favor de Chávez de más de un 11 % , lo que es muy importante, pero
no podemos pasar por alto la observación de que, en comparación con elecciones
anteriores, como la del 2006, el chavismo retrocede en el porcentaje de
votantes y en la distancia respecto a la derecha.
Juan García: Claro, Zuleika tiene razón y
sobre esto estamos queriendo llamar la atención en el debate que viene a partir
de los resultados electorales. En 2006 Chávez obtuvo casi el 63 % de los votos
y el candidato de la derecha casi el 37 %. La brecha a favor de Chávez fue del
26 %. En estas elecciones del 7 de octubre de 2012, Chávez obtuvo algo menos
del 56 % y Capriles un poco más del 44 %; por consiguiente, la brecha se
acortó, por debajo del 12 %.
En términos absolutos, de número de votos, Chávez
consiguió unos 800 mil votos más que en las elecciones de 2006 y la derecha
conquistó 2 millones 200 mil votos más que en la última elección presidencial,
con un padrón electoral de más de 3 millones de electores nuevos (son cifras
aproximadas que tenemos a partir de los boletines que han sido emitidos hasta
el momento).
El chavismo ganó en 22 de los 24 estados y la
derecha perdió la mayoría en varios de los estados en los que detenta el poder
regional, pero a la vez se fortaleció en muchas de las grandes ciudades y
creció mucho en porcentaje y número global de votos.
Stalin Pérez Borges: Por eso
el llamado de atención sobre el peligro que marca esta tendencia. Si el
comportamiento electoral siguiese la misma tendencia que se observó el 7 de
octubre, habría un riesgo muy serio de que el próximo candidato presidencial
bolivariano (Chávez o cualquiera que lo relevase) pudiera perder la
presidencia; la derecha tendría gran posibilidad de ganar.
Incluso, esta posibilidad podría plantearse con
riesgo similar, a mitad del período si la oposición burguesa activase un
referendo revocatorio, como lo hizo en el año 2004.
Por eso es que, aunque celebramos la victoria,
decimos que hay un problema, porque Chávez ganó retrocediendo y la derecha
perdió avanzando. Y esto ocurrió con la más baja abstención que se haya
producido en todas las elecciones nacionales. Se aprecia, por consiguiente, un
desgaste electoral de Chávez.
Frank Gaudichaud: Pero antes de ir a las causas, a
las posibles razones que puedan explicar el resultado, me gustaría que
hablásemos un poco sobre cuáles eran las grandes líneas del programa del
candidato del PSUV para esta campaña.
Gonzalo Gómez: Chávez presentó un programa con
cinco objetivos históricos. Por una parte hubo un mensaje de campaña que buscó
el empalme emocional, la vinculación afectiva de Chávez con el pueblo. Para
ello utilizó la consigna: “Chávez corazón de la patria”. Pero esa consigna, más
allá del impacto psicológico que se le pudiese atribuir, no tenía en sí una
definición ideológica de izquierda y hasta hubiese podido ser tomada por el
contrincante de la derecha, Capriles Radonski; que por supuesto no representaba
eso, porque carece de la resonancia afectiva que tiene Chávez en la población y
su imagen no está asociada al sentido de patria, soberanía e independencia, que
es lo que Chávez quiso expresar. Los objetivos esbozados en la propuesta
programática en realidad se discutieron muy poco y la campaña se centró más,
sobre todo en las últimas semanas, en denunciar la amenaza que suponía el
programa-paquetazo neoliberal de Capriles y su coalición de derecha (MUD) para
las conquistas sociales, económicas, políticas, democráticas y de independencia
nacional obtenidas en 14 años de la revolución bolivariana.
Juan García: Tú sabes que este pueblo, quedó
marcado, históricamente, por la reacción que tuvo en el año 1989 contra el
intento de imponerle un paquete neoliberal de medidas fondomonetaristas; la
revuelta del 27 de febrero, que dio inicio a este período revolucionario que
aún estamos viviendo, en el que emergió la figura de Chávez y el proceso
constituyente que se dio tras su llegada al poder en el año 1998. Por eso, la
denuncia de las intenciones de Capriles de volver con esas políticas es de un
efecto muy importante. Ahí, el “fantasma del comunismo” que la derecha siempre
usó para atemorizar a los pueblos con el arrebato de las propiedades
personales, se volvió en su contra, porque esta vez Capriles encarnaba la
amenaza de que al pueblo venezolano le fueran quitadas las conquistas
acumuladas con el mandato de Chávez, en materia de salud, educación, dotación
de vivienda, pensiones, reducción de la pobreza, etc.
Franck Gaudichaud: ¿Cuál es el balance (critico) de
los últimos meses de campana electoral en cuanto a la acción de tres actores
esenciales: el gobierno; el PSUV; el movimiento popular?
Zuleika Matamoros: Si
empezamos por el movimiento popular, éste fue desplazado por el PSUV y por el
aparato gubernamental. El Gran Polo Patriótico, que generó gran expectativa y
fue visto como una oportunidad de insuflarle gran entusiasmo a la campaña, como
espacio de participación de las bases y de los sujetos sociales del proceso, se
desinfló por el secuestro de sus iniciativas políticas bajo la imposición de
líneas del PSUV y la maquinaria electoral. Es lamentable, porque en las
elecciones del 2006 la participación de base fue mucho más vigorosa y rindió
mejores resultados. La campaña electoral se condujo de manera bastante
burocrática y esa es una fuente de daño político. Pero el PSUV no estuvo a la
altura, no fue el verdadero motor de la campaña, debido al empeño de la
burocracia en matar las iniciativas de base y la autonomía de los movimientos.
Los factores más importantes fueron el propio Chávez que se echó la campaña
sobre los hombros en las semanas finales, y la participación espontánea del
pueblo consciente de la amenaza de la derecha, a pesar del entusiasmo restado
por malestares y malas experiencias generadas por la burocratización del
proceso.
Franck Gaudichaud: ¿Cómo analizar la campaña de H.
Capriles, sus logros en términos de construcción de una oposición unificada
para la presidencial, su capacidad real de movilización masiva mas allá del
espacio « duro » de la derecha (y de la oligarquía) y su resultado electoral en
Caracas y en el interior?
Stalin Pérez Borges: Con el
auspicio del imperialismo, por supuesto, la derecha tuvo éxito, desde que
realizó las primarias, en su unificación, independientemente de roces y
fracturas de menor importancia que se produjeron. Desde sus propios objetivos
tuvo una campaña bastante exitosa y supo golpear en el ánimo de sectores
descontentos del pueblo, que a pesar de beneficios que puedan haber obtenido,
resienten el maltrato de la burocracia gubernamental en instituciones y
empresas del Estado, así como la falta de consecuencia y la ineficiencia en el
abordaje de problemas sustanciales que no se resuelven en el capitalismo. Por
primera vez en muchos años (en realidad desde el golpe de Estado de 2002), la
derecha logró volver a movilizarse en el centro y oeste de Caracas (las zonas
Chavistas y populares) y tuvo una muy concurrida concentración de unas ciento
cincuenta mil personas en la Av. Bolívar de la capital. Sólo que la reacción
popular chavista el 4 de octubre multiplicó por cinco o por seis la
concentración llamada por la derecha y colmó varias avenidas al mismo tiempo.
Pero es indudable que la derecha ha venido permeando poco a poco en los
sectores populares y sobre todo en la llamada clase media, entre aquellos que
no están satisfechos y le atribuyen a Chávez la falta de éxito en el manejo de
problemas agobiantes como el de la seguridad frente a la delincuencia.
Franck Gaudichaud: Después de esta victoria
electoral, se abre un nuevo periodo de 6 años de gobierno: ¿cuáles serán las
características de este gobierno?, ¿y cómo enfrentará grandes problemas como la
burocracia, el clientelismo, la ineficacia estatal, la inseguridad, los cuales
han sido reconocidos públicamente por el presidente?
Gonzalo Gómez: De seguir la tendencia que se
observó, de crecimiento electoral de la derecha, y ante la incertidumbre que
genera la posibilidad de que la derecha ya no se enfrente a Chávez en las
próximas elecciones, no está de más advertir la posibilidad de que pudiese
ocurrir lo sucedido a los sandinistas en los años 80, cuando retornó la
burguesía al poder. Si no se avanza en las medidas anticapitalistas y sigue la
burocratización; si no se genera una dirección colectiva, obrera y popular del
proceso revolucionario; si continúa la extrema dependencia del liderazgo de
Chávez… el desgaste podría ser irreversible. Por eso Marea está planteando que
hay que impulsar a fondo el ejercicio de la contraloría social y la genuina
participación democrática para enfrentar al burocratismo; decimos que es
necesario que Chávez abra un espacio de consulta permanente a las
organizaciones de la clase trabajadora, el campesinado, los organismos del
poder popular y los movimientos sociales del proceso, para compartir el diseño
y aprobación de las políticas. Necesitamos como un relanzamiento de la
experiencia constituyente, en torno al nuevo programa planteado por Chávez en
estas elecciones y el concurso de los sujetos sociales del proceso en el
ejercicio de la gobernabilidad revolucionaria. Es con los movimientos que hay
que identificar las prioridades y las medidas a aplicar.
Franck Gaudichaud: El presidente se ha visto
fragilizado por su enfermedad y, al mismo tiempo, estuvo muy presente en las
últimas semanas de campaña. Igualmente, no cabe duda que su liderazgo
carismático y popular ha sido fundamental para esta victoria: ¿podrá existir un
“chavismo sin Chávez”?
Juan García: Sin Chávez como factor
aglutinante y sin la construcción de una dirección colectiva surgida del seno del
pueblo organizado, creemos que el “chavismo” caería en la dispersión y la
confusión. Por eso estamos planteando que hay que darle forma a un nuevo
gobierno con real participación de las expresiones del movimiento popular y las
organizaciones de la clase trabajadora.
Franck Gaudichaud: ¿Cómo se avizoran ahora las
elecciones locales y regionales de diciembre?
Zuleika Matamoros: Hay
quienes hablan de un efecto de “arrastre” del triunfo de Chávez el 7 de
octubre. Pero creemos que la designación a dedo de los candidatos a las
gobernaciones, en contra del sentir e incluso ignorando el rechazo popular
expreso de algunos nombres, no va a contribuir a revertir la tendencia que se
viene expresando con el crecimiento de la derecha. Hay el riesgo real de perder
gobiernos regionales y que la derecha obtenga una correlación de fuerzas
todavía más favorable.
Franck Gaudichaud: A mediano y largo plazo, ¿cuáles
son las perspectivas para el proceso bolivariano y las posiciones que se
enfrentan en el espacio político del bolivarismo en cuanto a profundizar -o no-
las conquistas del proceso y superar sus tensiones y contradicciones? ¿Cuáles
son las posiciones defendidas por su corriente, Marea Socialista?
Gonzalo Gómez: Cada vez se habla más de la
necesidad de una corriente de izquierda radical en el proceso revolucionario
venezolano. Mientras que el gobierno últimamente viene hablando de que se
necesita una “derecha responsable” con la cual dialogar y ponerse de acuerdo,
nosotros y buena parte de la vanguardia, opinamos que lo que hace falta es una
izquierda revolucionaria consecuente, para orientar y hacer presión para un
cambio de rumbo y para la adopción de políticas que nos conduzcan a completar
la ruptura con el capitalismo, que nos lleven a superar el esquema de “economía
mixta” y nos permita el tránsito hacia el socialismo, que ha desacelerado su
construcción, al tiempo que la burocracia traba la solución de los más
importantes problemas, tanto urgente como estructurales.
Franck Gaudichaud: Y para terminar: ¿en qué están
las experiencias de participación popular como la experiencia de control obrero
(en Sidor) y de poder popular en barrios (como los consejos comunales) y
comunas? Se habla mucho de socialismo de siglo XXI pero la campaña se centró en
eslóganes muchos « emocionales » o generales como « Chávez, corazón de la
patria »: en qué esta el llamado a construir el “socialismo del siglo XXI”, mas
allá de la retórica?
Stalin Pérez: Como tú mismo te has percatado,
prima la retórica sobre la consecuencia política. En el caso del control
obrero, reconocemos que Chávez abrió una oportunidad de hacer el ensayo, a
partir de una lucha previa que dieron los trabajadores; pero la conducta de la
burocracia estatal sofoca y pervierte las experiencias. Por supuesto que el
reto es nuestro en cuanto a superar eso escollos con capacidad de lucha y
consciencia revolucionaria. En el caso del poder popular, con los consejos
comunales y comunas, aunque esto es muy progresivo, se mantiene limitado a la
escala local y los nacientes organismos también deben sortear la
burocratización, la cooptación por el Estado y las relaciones clientelares,
mientras que no hay una decidida política que les permita pasar de los asuntos
barriales a un verdadero involucramiento en el ejercicio del gobierno dentro de
su alcance territorial y en los asuntos nacionales. Por eso hablamos de que
Chávez debe llamar, y nosotros debemos exigirlo, a que lo que se ha construido
como poder popular y los movimientos sociales tengan expresión en la
configuración del gobierno de Chávez y en las políticas que se vayan a dictar,
en estrecha consulta con el pueblo. El rumbo debe ser realmente anticapitalista
y socialista y la vía debe ser la real instrumentación del poder de los
trabajadores y el pueblo.
(Revista Inprecor - www.orta.dynalias.org/inprecor/ - noviembre de
2012) - Traducción de Viento Sur
Viento Sur
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso
del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su
libertad para publicarlo en otras fuentes.
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