Hace 51 años de la Operación Livia Gouverneur: 5 liceístas secuestraron un avión para denunciar los crímenes de Betancourt
27 de noviembre de 2012.-
Hace 51 años, en plena guerra de liberación nacional contra el régimen
represivo de Rómulo Betancourt, cinco liceístas caraqueños –a quienes luego se
les conocería como Los Aguiluchos– secuestraron un avión DC-6 de Avensa que
viajaba hacia Maracaibo con 41 pasajeros, y desde el cielo cubrieron a Caracas
con una profusa lluvia de volantes con consignas de protesta. Se había
consumado la Operación Livia Gouverneur, una de las acciones de propaganda más
impactantes llevadas a cabo por las fuerzas revolucionarias.
La gente que veía caer
aquellos papeles y los tomaba para leerlos, se encontraba con un mensaje que
comenzaba con esta declaración:
“¡La suspensión indefinida
de las garantías constitucionales es la dictadura personalista de Rómulo
Betancourt!”. Esa era una audacia que les podía costar la vida a los jóvenes
comunistas, pues además de estar prohibida toda manifestación contraria al
régimen, había una política de persecución, desaparición y tortura, que con
frecuencia terminaba en el asesinato.
UNA ACCIÓN DIRECTA
José Rafael Bosque Figueroa
A más de cinco décadas de
distancia, el comandante de la operación, José Rafael Bosque Figueroa –a quien
llamaban Alejandro– considera que no le corresponde un reconocimiento especial
por ello, pues era una tarea que había que cumplir: “Sigo viendo la operación
Livia Gouverneur –consistente en la toma de un avión DC-6 de Avensa con 41
pasajeros que iba rumbo a Maracaibo– como una actividad militar que se nos
asignó y que nosotros cumplimos disciplinadamente. Para mí fue una actividad
política, una acción revolucionaria directa contra el régimen de Rómulo
Betancourt”.
Bosque recordó que dicha
acción tuvo gran repercusión, y redundó positivamente para la causa. Pero
advirtió que planificada por el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Por lo
tanto –señaló– “los méritos que de elle se deriven le corresponden a esa
organización revolucionaria”.
Acompañado en esta
entrevista por Girman Bracamonte, otro de los Aguiluchos, enfatizó que se debía
hace mención también a Efraín León que aún mantiene la misma posición que lo
llevó a unirse a aquella acción. El otro Aguilucho que conservó su visión
política, fue Rubén Palma, fallecido en mayo de 2011. En este sentido, aseveró
que están firmes en sus convicciones políticas e ideológicas y que apoyan total
y decididamente la Revolución Bolivariana que lidera el presidente Hugo Chávez.
El quinto del grupo es ahora opositor.
Girman Bracamonte destaca
que la operación Livia Gouverneur se cumplió en forma limpia, sin saldo de
muertos ni heridos. Eso reforzó la reacción favorable entre los sectores
progresistas. Bosque, a su vez, enfatiza también como algo positivo que
contribuyó a radicalizar políticamente a la gente, pues a raíz de aquella
acción, muchos y muchas jóvenes se incorporaron a la lucha armada.
-Tuvimos manifestaciones de
admiración, reconocimiento y solidaridad desde los primeros momentos de la
operación. Conocí a varios guerrilleros y guerrilleras que subieron a las
montañas y reconocían haber sido motivados e influenciados por la acción de Los
Aguiluchos.
Bosque y Bracamonte
rememoran los tiempos en que decidieron jugarse su vida y su seguridad, y
relatan que “éramos todos militantes de la Juventud Comunista, liceístas de
extracción humilde que formábamos un grupo creado especialmente para esa
operación. Lo integrábamos José Rafael Bosque Figueroa (Alejandro), comandante,
Efraín León, segundo comandante; Rubén Palma, Girman Bracamonte y Antonio
Paiva”.
Los Aguiluchos no se
conocían entre sí, pero cuando se encontraron para realizar una primera
reunión, que de hecho era previa a la acción, ya sabían para qué se les estaba
convocando. Ninguno se había montado nunca en un avión.
“Sabíamos que teníamos que
realizar una acción de gran impacto propagandístico, que tenía que ser algo
extraordinario, realmente sorprendente e impresionante. La operación se
llamaría Livia Gouverneur en homenaje a la joven estudiante, militante de la
Juventud Comunista”, contó Bracamonte.
“Ella había sido asesinada
el 1° de noviembre durante una acción de hostigamiento a un grupo de cubanos
batisteros que era apoyado por el gobierno de Betancourt para agredir, provocar
e injuriar a Cuba desde territorio venezolano”, agregó.
Bosque acotó que “el
objetivo de la operación era que la población conociera lo que había pasado con
Livia y, al mismo tiempo, denunciar la situación política, que era bastante
difícil, porque comenzaban a incrementarse los muertos y torturados”. Eso era
resultado “de la política de Rómulo Betancourt de defender los intereses de
unos pocos reprimiendo y asesinando a la mayoría. Estamos hablando de ‘ el
demócrata’ del dispare primero y averigüen después”, apuntó.
El comandante Alejandro
aseveró que, al estar enmarcada en la lucha armada, la toma del avión “se
justificaban plenamente, pues a la violencia contrarrevolucionaria estábamos
oponiendo el derecho de los pueblos a ejercer la violencia revolucionaria. La
lucha armada de los años 60 se desarrolló como respuesta a los asesinatos y las
agresiones contra las clases populares y los militantes revolucionarios”.
INEXPERIENCIA Y CONVICCIONES
Girman Bracamonte
“Muchas cosas estaban
ocurriendo por primera vez, entre otras las operaciones de comando”, recordó
Bosque: “Nosotros éramos un grupo de cinco personas. Sobre la marcha, a los
grupos de cinco se les bautizó como UTC, Unidad Táctica de Combate, con ese
nombre se quería reforzar el esquema militar que se buscaba imprimirles a los
cuerpos armados que estábamos creando”.
Bosque explicó que desde
1960 ya había una dirección militar dentro del PCV y el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria. “En el 61, cuando mataron a Livia, muchos muchachos ya habían
recibido algún entrenamiento en las montañas, como preparación para los frentes
guerrilleros que posteriormente se abrieron”.
Añadió que fue elegido por
el organismo militar del PCV como comandante del grupo, y los responsables por
parroquias seleccionaron a Girman Bracamonte, Efraín León y Rubén Palma. A
Antonio Paiva lo eligieron los organismos de la UCV.
Les entregaron la propaganda
y el arma a cada uno la noche anterior a la acción. El traslado se hizo en
carros por puesto y autobús, según pudo cada uno por cuenta.
En el transcurso de esas
horas previas se puso de manifiesto la inexperiencia y la improvisación de los
dirigentes y de los combatientes, pero pudo más su convicción, señaló Bosque:
“Igual que en estas áreas, en lo ideológico estábamos comenzando a tener una
formación, que era mayor en unos que en otros, adquirida sobre todo por
iniciativa personal, pues los jóvenes comunistas y revolucionarios
experimentaban en ese período una gran avidez de lectura. Podemos afirmar que
aunque nuestra formación no era sistemática, sí era muy sólida”.
“Estábamos bien ganados para
la idea de alcanzar una sociedad socialista justa donde no hubiese desigualdad,
era una visión del mundo que se trasladaba a la parte política y social”,
recalcó.
SE CUMPLE LA OPERACIÓN
"Los Aguiluchos"
“Con los maletines de
propaganda en mano, llegamos a Maiquetía, compramos los pasajes y abordamos el
avión. Apenas despegó, le comunicamos al piloto quiénes éramos, y, poniéndole
la pistola en la cabeza le ordenamos que llevara el avión a Caracas para lanzar
al aire los volantes. El avión entró a Caracas por el abra de Catia y dio tres
vueltas de allí a Petare. Pasando por el centro nos pusimos a 500 metros de
altura: se veía la gente asombrada mirando el avión”, contó Bosque.
“Le ordenamos al piloto
despresurizar el avión para equilibrar la presión interna y externa y así poder
abrir las ventanillas. Si no les hubiéramos explicado eso, los tripulantes no
lo hubieran hecho. Con la entrada de aire la propaganda se dispersó e inundó la
cabina. Era tanto papel que el piloto Juan Knoll Cárdenas tuvo que ponerse con
nosotros a lanzar propaganda”, agregó Bracamonte.
Bracamonte relató que entre
otras instrucciones que recibieron en la reunión directamente de parte de
Teodoro Petkoff, estaba la advertencia de manifetsar que eran jóvenes
revolucionarios. También les dijo que si veían a un militar entrar al avión se
le sentaran al lado.
“Pero no pasó nada. No hubo
ningún incidente. Supimos más tarde que uno de los pasajeros era un conocido
cubano batistero traído de Miami, que no se movió pese a que a su lado iba el
comandante de la operación con su ametralladora Uzzi”, recordó.
NO IBAN A CUBA
Después de que el avión fue
liberado, “el piloto declaró a los medios que nosotros habíamos decidido ir
para Cuba y que él nos había disuadido, pero eso fue falso”, aclaró Bosque: “No
íbamos para cuba. Nunca se lo pedimos. Ni hablamos de eso allí. La decisión era
ir a Curazao”.
Y así fue. Una vez en
Curazao el ejército holandés rodeó el avión. Los hicieron bajar esposados y no
les permitieron hablar con nadie. Ni siquiera entre ellos, relata Bosque:
“Vimos a unos cuantos
periodistas que estaban cerca. Yo llevaba una declaración escrita y cuando pasé
cerca, traté de sacarla para tirársela a un periodista, pero me dieron un culatazo
muy fuerte y se me cayó el papel. A los otros 4 aguiluchos se los llevaron a
una prisión en un castillo y a mí a una jefatura, donde estaba aislado.
Estuvimos cinco días en Curazao”.
“Nos interrogaban sobre
quién era el jefe del grupo, y yo me identifiqué. Me llevaban a la prisión
donde los tenían a ellos, me sentaban en una oficina y de repente por la puerta
aparecía un compañero y más tarde otro, para que me identificaran y yo a ellos.
Efraín León entró con los pantalones sujetados con las manos, porque le habían
quitado la correa. Respondió que no a la pregunta de si nos conocíamos. En el
afán de negar lo obvio dijo: ‘No, no lo conozco’. ¿Cómo que no? ¿Y no venían en
el avión?’. Hubo risas”.
“Esa fue la tónica de
nuestro trato con ellos” -secunda Bracamonte. “No nos dejaban reunirnos a los
cinco en ningún momento. Al interrogador lo llamábamos Papá Ramos y se ofendía,
se ponía furioso, pero nos aguantaba. Nos preguntó de dónde salió el dinero
para los pasajes y la propaganda, le dijimos que nosotros mismos lo conseguimos
porque se lo pedíamos a la gente en la calle y la gente nos daba. ‘¿Y las
armas?’ También las conseguimos en los cerros, le decíamos. Era una mamadera de
gallo que le teníamos montada”.
Con humor, Bracamonte cuenta
que “usábamos seudónimos, pero teníamos la cédula en la mano, eso nos provocaba
la risa. Nos reíamos de forma espontánea. No era por nervios ni por desafiar”.
Pero la cosa era realmente seria, recuerda: “Ahí estaba un hombre de la CIA.
Dijo que era de Interpol. Estaba recortando los periódicos y decía que en
Caracas había otro agente haciendo lo mismo”.
“El Jefe de la Digepol,
Erasto Fernández, nos fue a buscar a Curazao y nos trajo esposados a la silla
del avión. Llegamos a Barcelona y allí nos puso en calabozos, pero no sabíamos
donde estábamos”, relata Bosque, y prosigue: “Recibimos un mensaje de
solidaridad en un pescado en escabeche que traía un mensaje escrito dentro de
un plástico. Nos alegramos mucho. Pensamos, como todo preso, que nos avisarían
cuándo se realizaría la fuga, pero ese mensaje nunca llegó”.
Sus camaradas, sin embargo,
no los abandonaron: “El partido nos puso 15 abogados de los más brillantes:
Juan Rafael Perdomo, Ada Ramos, Roberto Hernández, Raúl Domínguez, Gloria Mata,
y otros”, aclaró.
Finalmente, fueron
excarcelados, en el año 1966, después de cumplir las penas que les impusieron.
Recuerdan lo grande que era la sensación de libertad. Pero “nos liberaron en
medio de una gran represión. Nuestros comandantes o estaban muertos o estaban en
otras organizaciones. No pudimos retomar nuestras posiciones en el aparato
armado”, apunta Bosque. Él y Girman comentan que, en parte, ese aislamiento se
debió a que ante el recrudecimiento de la represión, las y los militantes
revolucionarios, que estaban en la clandestinidad habían extremado los
mecanismos de seguridad”.
“Hoy después de más de medio
siglo, igual como cuando apenas pisábamos los 20 años, tenemos la satisfacción
de haber actuado en ese momento histórico por una causa justa”, concluyó Bosque.
LO QUE DECÍAN LOS VOLANTES
¡La suspensión indefinida de
las garantías constitucionales es la dictadura personalista de Rómulo
Betancourt!
¡Un año de violación de los
derechos humanos y de las libertades públicas, abolida la constitución y
asesinando a los estudiantes es el balance de la nueva dictadura!
¡Todos los venezolanos en la
protesta del 28 de noviembre!
¡Honor a los caídos en la
lucha por la libertad!
Operación Livia Gouverneur”
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