Desobediencia civil

“Desobediencia Civil” de los terroristas de siempre.
24 Agosto 2011
Los terroristas anticubanos de siempre, protegidos por el gobierno de los Estados Unidos, ahora se disfrazan para captar a cándidos e ingenuos, también para mimetizarse y seguir viviendo de la duradera y próspera industria de la contrarrevolución. Buscan nuevos asideros en otros países donde son menos conocidos y puedan pasar inadvertidos en busca de sus verdaderos objetivos.
Para mantenerse en activo, soslayan discrepancias de protagonismo como los ataques de miembros de la Fundación Nacional Cubano Americana, que han criticado al llamado Directorio Democrático Cubano, por destinar sólo el 4 por ciento de los fondos recibidos para la subversión, a pagar a sus asalariados en Cuba, mientras se embolsaba sumas millonarias destinadas a fortalecer sus estructuras en Miami.
Esta organización envió el 29 de noviembre de 2009 como observador tarifado a las ilegítimas elecciones en Honduras, a uno de sus terroristas  más experimentados: Orlando Gutiérrez Boronat.
La Fundación, para acaparar protagonismo, convocó para el domingo 28 de febrero de 2010 a una marcha en Miami para apropiarse de la manipulación mediática que sucedió a la muerte de Orlando Zapata Tamayo, un simple asalariado vinculado al terrorista Ángel de Fana y a la organización del mismo corte Alpha 66, quien falleció en uno de los mejores hospitales de La Habana en febrero de 2010. Los batistianos Mario y Lincoln Díaz Balart, se colocaron al frente del comité gestor y viajaron a Washington, como siempre, a costa del dinero de los contribuyentes norteamericanos, donde se exhibieron en una vigilia por el occiso.
El 1ro de julio del 2011 el llamado Frente Opositor Cubano administrado por el mercenario Jorge Luis García Pérez, conocido en la contrarrevolución como Antúnez, dice haber sido reconocido por un Foro Parlamentario de la ONU. Este engendro, que también se identifica con el pomposo nombre de Frente Nacional de Resistencia Cívica y Desobediencia Civil “Orlando Zapata Tamayo”, asegura haber sido reconocido como: Una coalición legítima de la lucha por la libertad del pueblo cubano, por otro sugestivo Foro Parlamentario de la Comunidad de Democracias, adscrita a las Naciones Unidas.
Es evidente que la supuesta lucha por la libertad que preconizan debe ser para imponer la versión norteamericana de esta, ya que la libertad real la disfruta el pueblo cubano, después de largos años de lucha, desde enero de 1959.
Dentro de los métodos urdidos en los laboratorios para derrocar gobiernos está la manipulación de la originaria “desobediencia civil”, que fue inspirada en otros propósitos.
En Estados Unidos hace décadas existe un grupo de especialistas del llamado Proyecto Golpe, un grupo interdepartamental norteamericano compuesto por experimentados gestores de golpes de estado, como John Maisto, quien ha sido un itinerante encargado de derrocamientos de gobiernos, que no convienen por intereses puntuales a las administraciones norteamericanas.
Sin incursionar mucho en el pasado reciente, donde se podría encontrar el caso típico del derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular en Chile, en septiembre de 1973, donde la llamada “desobediencia civil” con factura Made in USA, desempeñó un papel protagónico en el golpe de estado fascista que le costó decenas de miles de vidas al pueblo chileno.
El caso del derrocamiento del gobierno de Ferdinand Marcos en Filipinas, es otro ejemplo de la actuación de los especialistas norteamericanos como Maisto, quien fue designado a ese país bajo cubierta diplomática en años previos al desenlace político, con el propósito de crear las condiciones para lograrlo. De ahí sale el llamado National Movement for Free Election, que engendró a la “desobediencia civil” filipina en torno a este Movimiento Nacional por unas Elecciones Libres.
La historia filipina registra así el proceso cinco años antes. El presidente Ferdinand Marcos derogó la Ley Marcial en 1981. Las elecciones presidenciales se celebraron en junio y Marcos consiguió un nuevo mandato de seis años. Sin embargo, la oposición a su gobierno siguió aumentando.
En 1983 se armó una provocación,  cuando fue asesinado el dirigente de la oposición, Benigno Aquino. En ese momento se culpó a una conspiración militar del asesinato, pero los acusados fueron absueltos. Marcos convocó elecciones presidenciales en febrero de 1986; su principal oponente era la viuda de Aquino, una dama llamada Corazón. Informes posteriores mostraron que supuestamente Marcos había vencido de forma fraudulenta y en poco tiempo fue compulsado a salir del  país; se estableció temporalmente en el estado norteamericano de Hawai, a donde habría introducido grandes cantidades de dinero obtenido de forma ilegal.
En 1986 las acciones de la llamada “desobediencia civil” se incrementaron hasta que Corazón Aquino asumió el poder como presidenta y consiguió la promulgación de una nueva Constitución en febrero de 1987. Aunque obtuvo el apoyo en las elecciones legislativas de mayo, la presión militar, junto al descontento popular por la lenta evolución de las reformas económicas, continuaron amenazando su gobierno. Las fuerzas acantonadas en las bases militares de Estados Unidos ayudaron al Ejército del gobierno filipino a sofocar un intento de golpe de Estado en diciembre de 1989.
Inmediatamente después de la caída de Marcos, el diplomático norteamericano John Maisto, quien se había casado con una filipina, abandonó el país y meses después fue asignado a Panamá, donde el gobierno del general Manuel Antonio Noriega estaba en abierta confrontación con la administración del republicano Ronald Reagan.
Desde su llegada comenzaron a aparecer fermentos de su experiencia en Filipinas, se creó la Cruzada Civilista Nacional, que imitó y utilizó los mismos medios y empleó los mismos métodos aplicados en aquel país. Algunas de las principales figuras de la llamada Cruzada viajaron a Manila, para conocer in situ los estilos utilizados y los resultados obtenidos. Esos viajes fueron financiados por la Embajada de Estados Unidos en la capital panameña.
En marzo y octubre de 1989 oficiales opuestos a Noriega intentaron derrocarlo por medio de frustrados golpes de estado, mientras la Cruzada Civilista Nacional erosionaba, siguiendo el guión filipino, las estructuras de poder del gobierno istmeño.
Estados Unidos, después de ensayarla durante meses, optó por la invasión militar directa el 20 de diciembre de ese año. Sus tropas acantonadas en bases militares en las riberas, sólo tuvieron que cruzar el Canal de Panamá. Después de bombardear ciudades y masacrar al pueblo, ocuparon -sin necesidad- todo el país, y negociaron la salida del general Noriega del interior de la Nunciatura Apostólica.
Cuando lo capturaron, lo condujeron a una base militar y después lo trasladaron hacia el territorio norteamericano, para ser juzgado bajo cargos de narcotráfico. Atrás quedaban cientos de tumbas clandestinas, poblados y barrios reducidos a cenizas. Por supuesto, tras los primeros días de la invasión, Maisto abandonó el país invadido. La Cruzada Civilista Nacional participó activamente en la dominación del suelo patrio ocupado por el invasor norteamericano.
Este profesional, un verdadero especialista en derrocar gobiernos, fue asignado después a Nicaragua, Venezuela y ante la OEA. Desde todos esos cargos ha estimulado la llamada “desobediencia civil” para desestabilizar países y derrocar gobiernos. Ahora, al parecer, intentan ensayar este proyecto en Cuba, esta vez por medio de grupos en Estados Unidos con larga data terrorista, que se presentan como falsos pacifistas trasvertidos.

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