Me precio de ser uno de los latinoamericanos que más ha estudiado la circulación de noticias en la región. En mi libro “La información internacional en América Latina” demuestro cómo las agencias de noticias (que desde el 12 de mayo de 1876, cuando firmaron un tratado para repartirse el mundo, por vez primera incluyeron a América Latina) ejecutan sus políticas informativas en armonía con los intereses geopolíticos de sus respectivos países. Lo que es bueno para EEUU es bueno para la AP y CNN; se puede repetir con Inglaterra y la Reuters, Francia y la AFP y con la mayoría de las agencias. Naturalmente, los cambios en la política mundial se han venido reflejando en los intereses de las agencias y servicios. Por eso, el senador Hiram Jhonson pudo decir en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, que la primera víctima de la guerra era la verdad. Verdad que sigue siendo válida hasta nuestros días, y que los acontecimientos de Libia vuelven a demostrar.
Casi toda la información que nos transmiten de esos sucesos, en especial los primeros días, estuvo orientada a afectar la imagen del gobierno de Al Kadafi y favorecer a quienes se han sublevado. No ha privado en esos corresponsales el esfuerzo por difundir la realidad de cuanto ocurría. Difundían especies y rumores sin confirmación alguna. Buscar y escribir la verdad no fue la norma ética de muchos de esos periodistas y medios.
¿De dónde sacaron las noticias que “aviones militares libios…bombardearon varios lugares” de Tripoli, como informó Arabiya TV el lunes 21 y que “al menos 250 personas habían muerto en la capital en los bombardeos del Ejército del Aire contra los manifestantes…” como transmitió ese mismo día Al Jazira? No presentaron ninguna imagen de los efectos de los bombardeos, y cinco días después no las habían podido ofrecer. Alguna agencia explicó que leales a Kadafi ¡habían limpiado las calles y escondido los escombros! ¿Y cómo es que ningún edificio resultara dañado? Todo eso lo habían dicho “testigos” no identificados, por supuesto.
Esas “noticias” fueron retransmitidas por todas las agencias y se publicaron en centenares, miles, diría, de medios de todo el mundo, y las leyeron o escucharon millones, decenas o centenares de millones, de personas en todos los países, entre ellos los venezolanos con acceso a los medios. Y fueron “analizadas” por articulistas y comentaristas de radio y TV.
En esa misma línea de inventar las noticias, el mismísimo canciller británico Willian Hage declaró que Kadafi había volado a Venezuela, y otras “fuentes no identificadas, pero dignas de todo crédito” inventaron la especie de cubanos piloteando los aviones que los militares libios se negaron a hacerlo para seguir bombardeando a la población civil. (Y a propósito de bombardeos, las agencias no han recordado los de 1986, ejecutados por aviones USA, que causaron 60 muertos, entre ellos, una hija de Kadafi).
En Libia ha habido una importante reacción contra el gobierno de Kadafi, que después de 40 años lo tiene contra la pared, y al menos tres importantes ciudades en el oriente del país, próximas a los pozos petroleros y oleoductos y gasoductos, han sido tomadas por las fuerzas rebeldes. En Trípoli aparentemente existe una situación de calma, como ha reflejado Telesur en sus transmisiones, pero las informaciones siguen siendo confusas. Hasta el viernes, pese a las exhortaciones de un hijo de Kadafi, parece que no habían entrado periodistas extranjeros. Su ausencia dificulta la circulación de informaciones que permitan comprender mejor esa situación. No sé si a ustedes, pero nos sorprendió y confundió más que el propio Kadafi anunciara públicamente la presencia de Al Qaeda en la zona controlada por los rebeldes y los talibanes.
Por supuesto que existen complejos factores internos y foráneos que no están ajenos a la caótica situación que vive ese país que cuenta con las mayores reservas de petróleo de África, e importante proveedor de EEUU y de Europa. No está claro el rol que deben estar jugando algunas de las poderosas tribus que existen en esa zona. Tampoco se sabe cómo pueden estar alineados algunos de los hijos de Kadafi, como Seif al Islam, ni quiénes controlan la producción de petróleo. Quiénes dominan esas ciudades orientales y cuál es el papel que puede estar jugando Al Qaeda.
En cuanto a los factores foráneos, aunque desmentida, Fidel Castro ha denunciado la posibilidad de la intervención de la Otan, Washington consulta a sus pares de la Unión Europea para tomar acciones conjuntas. La UE aprobó algunas pero se desconocen las de orden militar. Ya orientan las acciones desde la ONU, y basta leer las declaraciones de jefes de los países más poderosos para saber por dónde van los tiros. Se habla de la división de Libia en tres pedazos.
Parece posible la caída de Kadafi, con o sin intervención militar extranjera, con la presencia o no de la ONU. Si esto ocurre, la presa mayor será el petróleo libio, uno de los más livianos del mundo, codiciado por las potencias occidentales. De poco han valido las exhortaciones para que sea el propio pueblo libio el que resuelva esta descomunal crisis.
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