Allanada la vida, allanada la UCV

Allanada la vida, allanada la UCV

Ese primer día en la vida universitaria me di cuenta que estaba no solamente a casi mil kilómetros de mi hogar, de mis hermanos, sino también que habían nacido nuevos hermanos. En un auditórium que llamamos Aula 17 estábamos escuchando la bienvenida que nos hacían los compañeros dirigentes universitarios. Este es un espacio para estudiar y luchar, dijo uno; otro jocoso señaló o nos dedicamos a hacer la revolución o nos dedicamos a beber caña. Lo recuerdo como si fuera hoy mismo. Era septiembre de 1968, hervía la universidad, un movimiento creativo conquistaba a los estudiantes, era necesario renovar la universidad donde apenas  teníamos un día de actividades. Esto era una locura para algunos  estudiantes que estaban escuchando las arengas, estaban allí porque los mandaron a obtener un grado; siendo sinceros a todos nos mandaron a eso. La mayor parte proveníamos del interior, donde no había universidades, y menos facultades de agronomía. Comenzó entonces una cadena de asambleas exóticas, algunos profesores con afro y barba, se presentaban como comandantes guerrilleros y daban discursos ardientes, siempre seguros que algún día habría un espacio para crear una universidad popular, comprometida con las grandes necesidades del pueblo. El asambleísmo ha sido para mí el mejor libro que he leído. Reuniones de análisis, estudio grupal, propuestas colectivas, cambiar el pensum capitalista, hacer valer aquello que era lema de la UCV-Agronomía: aprender a sembrar la tierra y no a explotar al hombre del campo. Buena esa, ¡UUUCV! ¡Caldera farsante asesino de estudiantes!

En una de esas manifestaciones, una urna cargada en los hombros de los compañeros avanzó por la avenida 19 de Abril, llegamos a la plaza Girardot, se destapó la urna  y se sacó de ella las únicas armas que se disponía para enfrentar a las cadenas policiales que habían cercado a la marcha: piedras a granel. Habían asesinado a un estudiante en caracas y la protesta con la urna era la estrategia para combatir en minusvalía en la calle. Cientos de estudiantes fuimos detenidos en la celada, una vez en la cárcel, un tipo con la cara cubierta pasaba caminando sobre las rejas del techo de un patio maloliente, abría una bolsa y dejaba caer pimienta en polvo, logrando con ello que  los estornudos sustituyeran a las consignas. En el suelo sentado un estudiante cuyo nombre he olvidado, me dijo, coño, estoy cumpliendo años y ese maldito me va a matar con la pimienta, soy asmático. Finalmente, el propio decano de la facultad, un hijo de Juan Vicente Gómez se apareció a abogar por nosotros, salimos libres, eran los días finales de octubre. ¡Libres para nada!

La siguiente semana, los tanques estaban cercando las entradas de las facultades de Agronomía y Ciencias Veterinarias, sobre un tanque aparcado que tenía su cañón dirigido hacia la entrada al campus, estaba parado un joven militar, era el comandante de la operación, se quitó el casco y unos lentes típicos de los expertos en tanques de guerra. Nos habló, callamos las consignas, le dejamos hablar, se trata dijo de lago grave, compañeros, soy estudiante de la Universidad de Carabobo, les pido que se retiren que las órdenes son severas. Lo pitamos, lo gritamos, pero lo dejamos seguir hablando. La universidad ha sido allanada en Caracas y esperamos para entrar aquí. Más pitas, resultaba increíble que alguien estuviera ahuyentándonos frente a los acontecimientpos por venir. Cuando finalmente recibió una llamada, se introdujo en el tanque, comenzaron a aparecer camiones con soldados, policías, esbirros de civil y avanzaron hacia el corazón de las facultades. Rompieron la vidriería de los laboratorios, sin percatarse del peligro de ácidos orgánicos, de las bases fuertes, de los contaminantes, y del valor del instrumental que estaban destruyendo. De la facultad salimos formando cadenas largas, custodiados por el ejército, la universidad se cerró por más de un año, los sueños de transformación se esfumaron, si tuviera que decir y reclamar algo, fue el regreso. Eunucos de la renovación, eunucos de la revolución éramos todos.

De esa época hasta ahora mucho ha cambiado, la universidad es cada vez más de derecha, la palabra revolución es peligrosa, la palabra transformación mete miedo, los cambios no llegan, desde  hace cuarenta años, la universidad está secuestrada y castrada. Al menos eso pienso, y no creo que sea solo la UCV, incluso la universidad donde ahora soy un profesor jubilado. Creo que nos allanaron el alma.



Miguel Mora


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