Recordando al Comandante Ernesto Che Guevara (Rafael H. Martínez G.)

Carta de despedida del Che a sus hijos
A mis hijos
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.
Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan  como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la  técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución  es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre  todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier  injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es  la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de
Papá
En  Tepotzotlán, el 18 de agosto de 1955 se celebra el matrimonio  Guevara-Gadea. Numerosos documentos indican que el joven Guevara decide  casarse cuando su novia Hilda le informa sobre la llegada de un hijo. 
A las siete de la tarde del 15 de febrero del 1956, en México, nace Hilda Beatriz, hija del matrimonio Guevara-Gadea. 
En  1956, cuando Guevara es detenido por la policía mexicana en el rancho  "Santa Rosa", ubicado en las afueras del Distrito Federal, lugar éste  que funcionaba como base de entrenamiento de los revolucionarios cubanos  que preparaban la expedición a Cuba, su mujer Hilda y la pequeña hija  del matrimonio son detenidas por la policía en su domicilio. Ernesto  había mantenido en secreto sus actividades revolucionarias a sus padres.  Ante la inminencia de los hechos, relata en una carta sus actividades y  la situación por la que atraviesa la pareja. En este escrito, Ernesto  menciona su decisión de correr la misma suerte que les toque a sus  compañeros de cautiverio y, por otro lado, confirma su separación de  Hilda, que "regresará a Perú" en cuanto él salga de prisión en compañía  de su hija Hilda Beatriz. El matrimonio ha durado menos de un año.
En  1958, en el Escambray, a tres meses del triunfo revolucionario en Cuba,  Ernesto Guevara conocerá a quien sería su segunda esposa y con quien  estará ligado afectivamente hasta el final de sus días. La joven cubana  sería con el tiempo la madre de cuatro de los cinco hijos del  guerrillero. Aleida March Torres con 22 años recién cumplidos se  convirtió en poco tiempo en asistente, amiga fiel, y en enero de 1959 en  su esposa. Compartirían los últimos meses de la guerra en Cuba antes  del triunfo revolucionario y entrarían juntos a La Habana el día de la  victoria rebelde.
El  17 de noviembre de 1960, de gira por los países del Este en momentos en  que se preparaba a partir de Pekín a Moscú, Ernesto Guevara es  informado del nacimiento de su segunda hija, Aleida Guevara March en La  Habana, Cuba, donde nacerá el resto de sus hermanos.
El  20 de mayo de 1962, mientras se desempeñaba como ministro de Industrias  de Cuba, nace su primer hijo varón, al que los Guevara llamarán Camilo,  en homenaje al legendario amigo y compañero de las campañas por las  sierras del Che, Camilo Cienfuegos, quien perdiera la vida trágicamente  en un accidente aéreo.
El  14 de junio de 1963 nacerá Celia -el nombre elegido por el Che  representa un claro homenaje y reconocimiento de Ernesto hacia su madre-  cuarto hijo del Che y tercero del matrimonio Guevara-March.
El  19 de marzo de 1964, de su relación con Lidia Rosa López nace el único  hijo extramatrimonial que se conoce del Che. Omar Pérez, que debe su  nombre al autor de "Rubayat", Omar Khayan, no llevará el apellido de su  padre. Ernesto Guevara habría regalado a Lidia un ejemplar del libro, lo  que motivó el nombre que llevaría su hijo.
Para  determinar la relación que Ernesto Guevara mantenía con sus hijos, el  primer referente para un análisis más o menos veraz, ya que poco ha  aportado Aleida de su relación con el Che, quien se ha negado  sistemáticamente a conceder cualquier tipo de entrevistas, debe partir  del momento en el cual nace cada uno de ellos y el peso de las  responsabilidades que el guerrillero de origen argentino había asumido  en el proceso revolucionario de Cuba.
El  reencuentro con Hilda Beatriz, hija de su primer matrimonio con Hilda  Gadea, que se produce en enero de 1959, encuentra al Che inmerso en la  consolidación de la revolución, pero de todas maneras, el jefe  revolucionario se da tiempo, durante los fines de semana o en las  visitas que realiza a su ex esposa Hilda, que reside desde ese año en La  Habana, para intentar una relación fluida con su primogénita. En el  caso de Aleida, Camilo, Celia, Ernesto y Omar, poco se ha dado a  conocer. Los hijos del matrimonio Guevara-March llegan al mundo en  momentos en que el Che se desempeña como ministro de Industrias, realiza  trabajo voluntario y participa de una u otra manera en la construcción  del nuevo Estado cubano.
Guevara,  en pocas palabras, va recibiendo a sus hijos cuando el horario en que  desempeñaba sus tareas revolucionarias ocupaba casi la totalidad de su  tiempo, quedándole libre apenas el domingo a la noche para dedicárselo a  sus hijos o cuando de vez en cuando los llevaba al ministerio de  Industrias para jugar con ellos o, en el caso de Hildita, para que le  leyera algún clásico de la literatura mientras él descansaba tirado en  el suelo de su despacho. De lunes a sábado, incluyendo casi la totalidad  de las noches, Guevara atendía los problemas que surgían en el  Ministerio de Industrias, los domingos realizaba trabajos voluntarios,  entre otros, al que más tiempo le dedicaba, en el corte de caña.
Además,  los constantes viajes que el Che realizaba como embajador de la  revolución cubana, de los cuales no participó nunca su familia, ya que  Guevara no permitía que la revolución tuviese gastos por el traslado de  sus familiares, lo mantuvo alejado durante largos períodos de su mujer y  sus hijos.
De  la relación que el Che mantuvo con Omar, su hijo extramatrimonial, que  no llevará su apellido, se sabe poco y nada. El comienzo de la relación  de Guevara con Lidia Rosa Pérez, se ubica en 1959. No se sabe a ciencia  cierta si Guevara mantuvo algún vínculo afectivo con Omar o no, si lo  visitó o si lo evitó. Se conoce sí, sobre la relación que Hilda Beatriz  mantuvo con Omar, su medio hermano, que duraría hasta la muerte misma de  la primera hija del Che.
Guevara  parece haber mantenido una especial atención con su hija Hildita, a la  que llevaba a sus oficinas del Ministerio de Industrias para compartir  algún tiempo con ella. En momentos en que el Che se encuentra en la  embajada cubana en Dar Es Salaam, recuperándose de la campaña en el  Congo y a punto de dirigirse a Praga, el guerrillero argentino escribe a  su hija Hildita para felicitarla por su décimo cumpleaños en términos  que delatan al ser revolucionario: "Ya eres una mujer y no se te puede  escribir como a los niños, contándoles boberías y mentiritas. Has de  saber que sigo lejos y estaré mucho tiempo alejado de ti, haciendo lo  que pueda para luchar contra nuestros enemigos. No es que sea gran cosa,  pero algo hago y siempre podrás estar orgullosa de tu padre".
A  finales de octubre de 1966, días antes de partir hacia Bolivia, en un  lugar secreto en las afueras de La Habana, irreconocible bajo su nueva  identidad de Adolfo Mena, con la cual actuaría a un trabajador social  uruguayo, el Che Guevara se despedirá de sus hijos. De la reunión no  participará su primogénita Hilda Beatriz, ya que se temía que la pequeña  de 10 años pudiera reconocer al hombre oculto bajo el seudónimo de  Ramón.
Aleida,  su hija, que por entonces contaba apenas 6 años, recordará el  encuentro: "El hombre me saluda. Dijo que era español, se identificó  como Ramón y dijo que era muy amigo de mi papá". La niña, presintiendo  quizás a su padre bajo el disfraz, coloca a Guevara en una de las  situaciones más difíciles de su vida diciendo: "Chico, pero tú no eres  español, tú lo que pareces es argentino".
A  lo largo de su vida, Ernesto Guevara ha dedicado muy poco tiempo a sus  hijos. Siempre a dado prioridad a sus tareas revolucionarias frente a la  familia. Sin embargo, la carta de despedida que les dirige poco antes  de partir hacia Bolivia muestra con claridad el afecto que sentía por  ellos.
Carta de despedida del Che a sus hijos
A mis hijos
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.
Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan  como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la  técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución  es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre  todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier  injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es  la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de
Papá
 
 
 
 Carta a su hija
HiIdita querida:
Hoy  te escribo, aunque la carta te llegara bastante después; pero quiero  que sepas que me acuerdo de ti y espero que estés pasando tu cumpleaños  muy feliz. Ya eres casi una mujer, y no se te puede escribir como a los  niños, contándoles boberías o mentiritas.
Has  de saber que sigo lejos y estaré mucho tiempo alejado de ti, haciendo  lo que pueda para luchar contra nuestros enemigos. No es que sea gran  cosa pero algo hago, y creo que podrás estar siempre orgullosa de tu  padre, como yo lo estoy de ti.
Acuérdate  que todavía faltan muchos años de lucha, y aun cuando seas mujer  tendrás que hacer tu parte en la lucha. Mientras, hay que prepararse,  ser muy revolucionaria, que a tu edad quiere decir aprender mucho, lo  más posible, y estar siempre lista a apoyar las causas justas. Además,  obedece a tu mamá y no creerte de todo antes de tiempo. Ya llegara eso.
Debes  luchar por ser de las mejores en la escuela. Mejor en todo sentido, ya  sabes lo que quiere decir: estudio y actitud revolucionaria, vale decir:  buena conducta, seriedad, amor a la Revolución, compañerismo, etc. Yo  no era así cuando tenia tu edad, pero estaba en una sociedad distinta,  donde el hombre era el enemigo del hombre. Ahora tu tienes el privilegio  de vivir otra época y hay que ser digno de ella.
No  te olvides de dar una vuelta por la casa para vigilar a los otros críos  y aconsejarles que estudien y se porten bien. Sobre todo Aleidita, que  te hace mucho caso como hermana mayor.
Bueno,  vieja, otra vez, que lo pases muy feliz en tu cumpleaños. Dale un  abrazo a tu mama y a Gina, y recibe tu uno grandote y fortísimo que  valga por todo el tiempo que no nos veremos, de tu
Papá
Carta a su madre
Bogotá, 6 de julio de 1952
Queridavieja:(1)
Aquí  estoy, unos cuantos kilómetros más lejos y algún peso más pobre,  preparándome a seguir viaje rumbo a Venezuela. Primero que todo tengo  que mandarte el que los cumplas muy feliz de rigor que lo hayas pasado  siempre dentro del tiempo medio de la familia en cuestión  felicitaciones, luego, seré ordenado te contaré escuetamente mis grandes  aventuras desde que salí de Iquitos: la salida se produjo más o menos  dentro del término establecido por mí, anduvimos dos noches con la  cariñosa compañía de los mosquitos y llegamos a la madrugada a la  leprosería de San Pablo, donde nos dieron alojamiento. El médico  director, un gran tipo, simpático enseguida con nosotros y en general  simpatizábamos con toda la colonia, salvo las monjas que preguntaban por  qué no íbamos a misa, resulta que las administradoras eran las tales  monjas y al que no iba a misa le cortan la ración todo lo posible  (nosotros quedamos sin..., pero los muchachos nos ayudaron y nos  conseguían algo todos los días) Fuera de esta pequeña guerra fría la  vida transcurría sumamente placentera. El 14 me organizaron una fiesta  con mucho pisco, una especie de ginebra que se trepa de lo lindo. El  médico director brindó por nosotros y yo, que me había inspirado por el  trago, conteste con un discurso muy panamericano que mereció grandes  aplausos del calificado y un poco picado público asistente.
Nos  demoramos algo más del tiempo calculado pero por fin arrancamos para  Colombia. La noche previa un grupo de enfermos se trasladó desde la  parte enferma a la sana en una canoa grande, y que es la vía practicable  y en el muelle nos dieron una serenata de despedida y dijeron algunos  discursos muy emocionantes. Alberto, que ya pinta como sucesor de Perón,  se mandó un discurso demagógico en forma tan eficaz, que convulsionó a  los homenajeantes. En realidad fue este uno de los espectáculos más  interesantes que vimos hasta ahora: un acordeonista no tenía dedos en la  mano derecha y los reemplazaba por unos palitos que se ataba a la  muñeca, el cantor era ciego y casi todos con figuras monstruosas  provocadas por la forma nerviosa de la enfermedad, muy común en las  zonas, a lo que se agregaba las luces de los faroles y linternas sobre  el río. Un espectáculo de película truculenta. El lugar es precioso todo  rodeado de selvas con tribus aborígenes a apenas una legua de camino,  las que por supuesto visitamos, con abundante pesca y caza para morfar  (2) en cualquier punto y con una riqueza potencial incalculable, lo que  provocó en nosotros todo un lindísimo sueño de atravesar la meseta del  Matto Grosso par aguas partiendo del río Paraguay para llegar al  Amazonas haciendo Medicina y todo lo demás; sueño que es como el de la  casa propia... puede ser... el hecho es que nos sentíamos un poco más  exploradores y nos largamos río abajo en una balsa que nos construyeron  especialmente de lujo; el primer día fue muy bueno pero a la noche, en  vez de hacer guardia nos pusimos a dormir los dos cómodamente amparados  por un mosquitero que nos habían regalado, y amanecimos varados en la  orilla.
Comimos  como tiburones. Pasó felizmente todo el otro día y decidimos hacer  guardia de una hora cada uno para evitar inconvenientes ya que al  atardecer la corriente nos llevó contra la orilla y unas ramas medio  hundidas casi nos descuajan la balsa.
Durante  una de mis guardias me anoté un punto en contra ya que un pollo que  llevábamos para el morfi (3) cayó al agua y se lo llevó la corriente y  yo, que antes en San Pablo había atravesado el río, me achiqué en gran  forma para ir a buscarlo, mitad por los caimanes que se dejaban ver de  vez en cuando y mitad porque nunca he podido vencer del todo el miedo  que me da el agua de noche.
Seguro  que si estabas vos le sacabas y Ana María creo que también ya que no  tienen esos complejos nochísticos que me dan a mí. En uno de los  anzuelos había un pez enorme que costó un triunfo sacar. Seguimos  haciendo guardia hasta la mañana en que atracamos a la orilla para poder  meternos los dos debajo del mosquitero, ya que los carapanás abundan un  poquitillo. Después de dormir bien, Alberto, que prefiere la gallina al  pescado, se encontró con que los dos anzuelos habían desaparecido  durante la noche, lo que agravó su bronca y como había una casa cerca  decidimos ir a averiguar cuanto faltaba para Leticia. Cuando el dueño de  casa nos contestó en legitimo portugués que Leticia estaba siete horas  arriba y que eso era Brasil, nos trenzamos en una agria discusión para  demostrar uno al otro que el que se había dormido en la guardia era el  contendiente. No surgió la luz.
Regalamos  el pescado y un ananá como de cuatro kilos que nos habían regalado los  enfermos y nos quedamos en la casa para esperar el día siguiente en que  nos llevarían río arriba. El viaje de vuelta fue muy movido también,  pero algo cansador porque tuvimos que remar siete horas bien contadas y  no estábamos acostumbrados a tanto. En Leticia en principio nos trataron  bien, nos alojaron en la policía con casa y comida, etc., pero en  cuanto a cuestiones de pasaje no pudimos obtener nada más que un 50% de  rebaja por lo que hubo que desembolsar ciento treinta pesos colombianos  mas quince por exceso de equipaje, en total mil quinientos de los  nuestros. Lo que salvó la situación fue que nos contrataron como  entrenadores de un equipo de fútbol mientras esperábamos avión que es  quincenal.
Al  principio pensábamos entrenar para no hacer papelones, pero como eran  muy malos nos decidimos también a jugar, con el brillante resultado de  que el equipo considerado más débil llegó al campeonato relámpago  organizado, fue finalista y perdió el desempate con penales. Alberto  estaba inspirado con su figura parecida en cierto modo a Pedernera y sus  pases milimétricos, se ganó el apodo de Pedernerita, precisamente, y yo  me atajé un penal que va a quedar para la historia de Leticia. Toda la  fiesta hubiera sido muy grata si no se les ocurre tocar el himno  colombiano al final y me agacho para limpiarme un poco de sangre de la  rodilla mientras lo ejecutaban, lo que provoco la reacción violentísima  del comisario (coronel) que me atacó de palabra y le mandaba mi rociada  flor cuando me acordé del viaje y otras yerbas y agache el copete.  Después de un lindo viaje en avión en que se movió como coctelera  llegamos a Bogotá. En el camino Alberto les hablaba a todos los  pasajeros de lo terrible que había sido el cruce del Atlántico para  nosotros, cuando fuimos a una reunión internacional de leprólogos en  París y de que estuvimos a punto de caer en el Atlántico cuando le  fallaron tres de los cuatro motores. Acabo con un: "digo que estos  Douglas..." tan convincente que temí seriamente por mi vida.
En  general estamos por completar la segunda vuelta al mundo. El primer día  en Bogotá fue regularcito, conseguimos la comida en la Ciudad  Universitaria pero no alojamiento, porque esto esta lleno de estudiantes  becados para seguir una serie de cursos que organiza la ONU. Por  supuesto, ningún argentino. Recién a la una de la mañana nos dieron  alojamiento en un hospital, entendiéndose por tal una silla donde  pasamos la noche. No es que estemos tan tirados como eso, pero un  raidista de la talla nuestra antes muere que pagar la burguesa comodidad  de una casa de pensión. Después nos tomó por su cuenta el servicio de  lepra que el primer día nos había olfateado cuidadosamente a causa de la  carta de presentación que traíamos del Perú, la que era muy  encomiástica pero la firmaba el doctor Pesce que juega en el mismo  puesto que Lusteau.
Alberto  puso varios plenos y apenas respiraban los tipos los agarré yo con mi  alergia y los deje turulatos, resultado: ofrecimiento de contrato para  los dos. Yo no pensaba aceptar de ninguna manera pero Alberto sí, por  razones obvias, cuando por culpa del cuchillito de Roberto que yo saqué  en la calle para hacer un dibujo en el suelo tuvimos tal lío con la  policía que nos trató en una forma vejante, que hemos decidido salir  cuanto antes para Venezuela de modo que cuando reciban esta carta estaré  por salir ya. Si quieren tirarse el lance escriban a Cúcuta,  departamento de Santander del Norte, Colombia o muy rápido a Bogotá.  Mañana veré a Millonarios y Real Madrid desde la más popular de las  tribunas, ya que los compatriotas son más difíciles de roer que  ministros. Este país es el que tiene más suprimidas las garantías  individuales de todos los que hemos recorrido, la policía patrulla las  calles con fusil al hombro y exigen a cada rata el pasaporte, que no  falta quien lo lea al revés, es un clima tenso que hace adivinar una  revuelta dentro de poco tiempo. Los llanos están en franca revuelta y el  ejército es impotente para reprimirla, los conservadores pelean entre  ellos; no se ponen de acuerdo y el recuerdo del 9 de abril de 1948 pesa  como plomo en todos los ánimos; resumiendo, un clima asfixiante, si los  colombianos quieren aguantarlo allá ellos, nosotros nos rajamos cuanto  antes.
Parece  que Alberto tiene bastantes posibilidades de conseguir un puesto en  Caracas. Es de esperar que alguno escriba dos letras para contar cómo  andan no tengan que saber todo por intermedio de Beatriz (a ella no le  contesto porque estamos a régimen una carta por ciudad, por eso va la  tarjetita para Alfredito Gabela adentro) Un abrazo de tu hijo que te  añora por los codos, talones y fundillos. Que se anime el viejo y se  raje a Venezuela, la vida es más cara que acá pero de paga mucho más y  para un tipo ahorrador (!!) como el viejo, eso conviene. 
A  propósito, si después de vivir un tiempo por aquí sigues enamorado del  Tío Sam... pero no divaguemos. Papi es muy intelijudo (con semisorna).
Chau
(1) Mamá
(2) Comer
(3) Comida
Carta su madre
Guayaquil (21 de octubre de 1953)
Te  escribo la carta que leerás vaya a saber cuándo desde mi nueva posición  de aventurero 100%. Mucha agua corrió bajo los puentes luego de mi  última noticia epistolar.
El  grano es así: Caminábamos un poco añorantes de la amada patria, Calica,  García (una de las adquisiciones) y yo. Hablábamos de lo bien que  estarían los dos componentes del grupo que habían conseguido partir para  Panamá y comentábamos la formidable entrevista con X.X., este ángel de  la guarda que me diste, lo que te cuento luego. El hecho es que García,  como al pasar, largó la invitación de irnos con ellos a Guatemala, y yo  estaba en una especial disposición psíquica para aceptar. Calica  prometió dar su respuesta al día siguiente y la misma fue afirmativa, de  modo que había cuatro nuevos candidatos al oprobio yanqui.
Pero  en ese momento se iniciaron nuestras desdichas en los consulados,  llorando todos los días para conseguir la visa a Panamá, que es el  requisito que falta, y después de variadas alternativas con sus  correspondientes altibajos psíquicos pareció decidirse por el no. Tu  traje, tu obra maestra, la perla de tus sueños, murió heroicamente en  una compraventa, y lo mismo sucedió con todas las cosas innecesarias de  mi equipaje, que ha disminuido mucho en beneficio de la alcanzada  (suspiro) estabilidad económica delterceto.*
Lo  concreto es lo siguiente: si un capitán semiamigo accede a hacer la  matufia necesaria, podremos viajar a Panamá García y yo, y luego el  esfuerzo mancomunado de los que Ilegaron a Guatemala, más los de aquel  país, remolcarán al rezagado que queda en prenda de las deudas  existentes; si el capitán de marras se hace el burro, los mismos dos  compinches seguirán con rumbo a Colombia, quedando siempre la prenda  aquí, y de allí partirán con rumbo guatemalteco en lo que dios  todopoderoso ponga incauto al alcance de sus garras.
Guayaquil  24, después de muchas idas y venidas y de llamar harto, más meter un  perro discreto, tenemos la visa a Panamá. Salimos mañana domingo y  estaremos el 29 a 30 por allí. Escribí rápido al consulado.
* El terceto lo integran Gualo García, Andrews Herrera y Ernesto, pues Calica partió hacia Venezuela.
Ernesto
Carta a su tía Beatriz desde Costa Rica:
San José de Costa Rica
10 de diciembre de 1953
Tía-Tía-mía:
Mi  vida ha sido un mar de encontradas resoluciones hasta que abandoné  valientemente mi equipaje, y mochila al hombro emprendí con el compañero  García el sinuoso camino que acá nos condujo. En El Paso tuve la  oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruti convenciéndome  una vez más de lo terrible que son esos pulpos capitalistas. He jurado  ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta  ver aniquilados estos pulpos capitalistas. En Guatemala me perfeccionaré  y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico.
Informo  que además de médico, soy periodista y conferenciante, cosas que me  darán (aunque pocos) u$s. Junto con tus aditamentos, te abraza, te besa y  te quiere tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la  luciente fe en el porvenir socialista.
Chau
Chancho
Carta a su madre desde la cárcel en México:
México, Julio 15 de 1956
No  soy Cristo y filántropo, vieja, soy todo lo contrario de un Cristo, y  la filantropía me parece cosa de... (palabra ilegible), por las cosas  que creo, lucho con toda las armas a mi alcance y trato de dejar tendido  al otro, en vez de dejarme clavar en una cruz o en cualquier otro  lugar. Con respecto a la huelga de hambre estás totalmente equivocada:  dos veces la comenzamos, a la primera soltaron a 21 de los 24 detenidos,  a la segunda anunciaron que soltarían a Fidel Castro, el jefe del  Movimiento, eso sería mañana, de producirse como lo anunciaron  quedaríamos en la cárcel sólo dos personas. No quiero que creas como  insinúa Hilda que los dos que quedamos somos los sacrificados, somos  simplemente los que no tienen los papeles en condiciones y por eso no  podemos valernos de los recursos que usaron nuestros compañeros. Mis  proyectos son los de salir al país más cercano que me dé asilo, cosa  difícil dada la fama interamericana que me han colgado, y allí estar  listo para cuando mis servicios sean necesarios. Vuelvo a decirles que  es fácil que no pueda escribir en un tiempo más o menos largo.
Lo  que realmente me aterra es tu falta de comprensión de todo esto y tus  consejos sobre la moderación, el egoísmo, etc, es decir las cualidades  más execrables que pueda tener un individuo. No sólo no soy moderado  sino que trataré de no serlo nunca, y cuando reconozca en mi que la  llama sagrada ha dejado lugar a una tímida lucecita votiva, lo menos que  pudiera hacer es ponerme a vomitar sobre mi propia mierda. En cuanto a  tu llamado al moderado egoísmo, es decir, al individualismo ramplón y  miedoso, a las virtudes de XX (1) debo decirte que hice mucho por  liquidarlo, no precisamente a ese tipo desconocido, menguado, sino al  otro, bohemio, despreocupado del vecino y con el sentimiento de  autosuficiencia por la conciencia equivocada o no de mi propia  fortaleza. En estos días de cárcel y en los anteriores de entrenamiento  me identifique totalmente con los compañeros de causa. Me acuerdo de una  frase que un día me pareció imbécil o por lo menos extraña, referente a  la identificación tan total entre todos los miembros de un cuerpo  combatiente, que el concepto yo había desaparecido totalmente para dar  lugar al concepto nosotros. Era una moral comunista y naturalmente puede  parecer una exageración doctrinaria, pero realmente era (y es) lindo  poder sentir esa remoción de nosotros...
(Las manchas no son lágrimas de sangre, sino jugo de tomate.) (2)
Un  profundo error tuyo es creer que de la moderación o el «moderado  egoísmo» es de donde salen inventos mayúsculos o obras maestras de arte.  Para toda obra grande se necesita pasión y para la revolución se  necesita pasión y audacia en grandes dosis, cosas que tenemos como  conjunto humano. Otra cosa rara que te noto es la repetida cita de Tata  Dios, espero que no vuelvas a tu redil juvenil.
También  prevengo que la serie de S.O.S. que lanzaron no sirve para nada: Petit  se cagó, Lezica escurrió el bulto y le dio a Hilda (que fue contra mis  órdenes) un sermón sobre las obligaciones del asilado político. Raúl  Lynch se portó bien, desde lejos, y Padilla Nervo dijo que eran  ministerios distintos. Todos podían ayudar pero a condición de que  abjurara de mis ideales, no creo de vos que prefieras un hijo vivo y  Barrabás a un hijo muerto en cualquier lugar cumpliendo con lo que él  considere su deber. Las tratativas de ayuda no hacen más que poner en  aprietos a ellos y a mí....
Además  es cierto que después de deshacer entuertos en Cuba me iré a otro lado  cualquiera y es cierto también que encerrado en el cuadro de una oficina  burocrática o en una clínica de enfermedades alérgicas estaría jodido.  Con todo, me parece que ese dolor, dolor de madre que entra en la vejez y  que quiere a su hijo vivo, es lo respetable, lo que tengo obligación de  atender y lo que además tengo ganas de atender, y me gustaría verte no  sólo para consolarte, sino para consolarme de mis esporádicas e  inconfesables añoranzas. Vieja, te besa y te promete su presencia si no  hay novedad. Tu hijo, Al finalizar el texto indica el padre: “Tengo la  certeza de que la cárcel acabó por definir totalmente a Ernesto. En esta  carta se define con precisión: es un revolucionario con su llama  sagrada. En ella hace una profunda autocrítica cuando reconoce que en  determinado momento ha sido bohemio despreocupado y autosuficiente”.
(1) Persona de nuestra amistad.
(2) Se refería a dos manchitas rojas que ensuciaban el papel de la carta.
Carta a sus padres
Queridos viejos:
Marzo 1965
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace  de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según  recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo  segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo.
Nada  ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi marxismo  está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución  para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis  creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy, solo que de un tipo  diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades.
Puede  ser que ésta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del  cálculo lógico de probabilidades. Si es así, les va un último abrazo.
Les  he querido mucho, sólo que no he sabido expresar mi cariño; soy  extremadamente rígido en mis acciones y creo que a veces no me  entendieron. No era fácil entenderme, por otra parte, créanme,  solamente, hoy.
Ahora,  una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas  piernas flácidas y unos pulmones cansados. Lo haré. Acuérdense de vez en  cuando de este pequeño condotieri del siglo XX. Un beso a Celia, a  Roberto, Juan Martín y Patotín, a Beatriz, a todos. Un gran abrazo de  hijo pródigo y recalcitrante para ustedes.
Ernesto
Carta a Fidel
"Año de la Agricultura"
Habana
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María
Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
Un  día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la  posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era  cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera).  Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy  todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el  hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me  ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los  compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago  formal renuncia de mis cargos en la Dirección del Partido, de mi puesto  de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada  legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper  como los nombramientos.
Haciendo  un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente  honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario.
Mi  única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los  primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con  suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario.
He  vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a  nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe.
Pocas  veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco  también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera  de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras  tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo  puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de  Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase  que lo hago con una mezcla de alegría y dolor, aquí dejo lo más puro de  mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres  queridos... y dejo  un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera  una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe  que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación  de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el  imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces  cualquier desgarradura.
Digo  una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la  que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros  cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para  ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que  trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he  estado identificado siempre con la política exterior de nuestra  Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la  responsabilidad de ser revolucionario cubano, y como tal actuaré. Que no  dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que  así sea.
Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría  muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son  innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no  vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre, ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario,
Che


 
 




 
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