Surgimiento y Desarrollo del Concepto de Sociedad Civil
En   la literatura política actual, con mucha frecuencia,  se emplea el   término sociedad civil [1]  por dirigentes políticos, sociólogos,   filósofos y periodistas,  para hacer referencias a hechos sociales,   intereses políticos y los más diversos objetivos,  sobre todo a partir   de las décadas del 80 y el 90 del siglo pasado, coincidiendo con el   proceso de desmantelamiento del socialismo en Europa del Este y la   desintegración de la URSS.  En Cuba, en los últimos tiempos, también se   aprecia un incremento del debate político filosófico en torno al  binomio  sociedad civil - Estado.
Posiblemente   existan pocas expresiones en el lenguaje filosófico y político que se   empleen con más frecuencia en la actualidad que este  término.  Sin   embargo,  ocurre que no en todos los casos tiene idéntica significación.   En dependencia de la corriente política que defiende el autor o   sustenta sus puntos de vistas, así será la interpretación que se le de a   este concepto.
Al   igual que  Miguel Limia, compartimos con  Isabel Monal que el término   sociedad civil “(…) se presenta en la historia de las ideas hasta   nuestros días como ambiguo, de fronteras imprecisas y hasta nebulosas;   una ambigüedad inadecuada, además por el hecho de que en alemán sociedad   civil  y sociedad burguesa  se escriben de la misma manera y las   traducciones no siempre saben hacer la mejor selección (…) [2]
En   la diversidad de interpretaciones acerca de este término aparecen   diferentes enfoques, pudiéndose agrupar en tres posiciones teóricas al   respecto: la burguesa, que defiende sus puntos de vistas y concepciones   filosóficas; la marxista leninista, que a partir de las posiciones   científicas de los postulados de Marx, Engels y Lenin y de otros   pensadores revolucionarios contemporáneos, analizan este fenómeno como   algo consustancial al modo de producción y a su sistema de valores;  y,   por último, la de los traidores y vende patrias, neoliberales  servidores  a sueldo del imperio que con sus interpretaciones  tergiversadas y mal  intencionadas  se esfuerzan por internacionalizar  sus puntos de vista y  concepciones al respecto.
En   particular, en el discurso de los más diversos representantes de la   ultraderecha norteamericana, el término de sociedad civil  nada tiene   que ver con la concepción que en sus inicios tuvo el concepto ni mucho   menos con la desarrollada por   Gramsci [3] en los años treinta del   siglo pasado. De modo tal que resulta, para el lector común, un poco   complejo, encontrar la verdad cuando se encuentra con el citado término.
El   concepto sociedad civil  tiene ya una  larga historia.  Algunos  autores  han rastreado el origen de esta expresión en la teoría política   medieval, e incluso en la de la Antigüedad.  Junto con el pensamiento   liberal aparece en la modernidad la idea de  sociedad civil,   constituyendo uno de sus elementos básicos.
En   el siglo XVI la lucha antifeudal se presentaba  como el enfrentamiento   de la ciudad contra el campo. La ‘’sociedad’’ de la ciudad (civitus,  en  latín) se denominaba ‘’sociedad civil’’ . La burguesía era la clase   predominante en ella. Carlos Marx decía que el proletariado se   encontraba en la ‘’sociedad civil’’, pero no pertenecía como tal a ella,   ya que no decidía nada en aquella ‘’sociedad de la ciudad’’ o   ‘’sociedad civil’’. Además, al ser la clase burguesa la protagónica en   esta,  y como en idioma alemán ‘’ciudad’’ se dice con la palabra   ‘’burgo’’, también para referirse a la ‘’sociedad de la ciudad’’ se   empleaba la expresión de ‘’sociedad burguesa’’.
Estas   son las raíces etimológicas del término. No obstante, en su larga   trayectoria ha sido utilizado por  diferentes personalidades históricas    y no siempre con la misma significación.
A   partir del siglo XVII,  producto del ciclo de revoluciones  sociales   iniciadas por la Revolución Inglesa y continuado por la de las Trece   Colonias  y la Francesa,  en Europa surge una crisis en el orden social,   que da origen al surgimiento de la idea de la sociedad civil, como   expresión del intento de resolver la crisis ideológica provocada por la   quiebra de los modelos de la idea de orden.  Estos  procesos sociales   condujeron al cuestionamiento de los modelos de orden social y de   autoridad hasta entonces existentes, dando lugar  a disímiles   interpretaciones y concepciones acerca de la  relación Estado – sociedad   civil. 
La filosofía premarxista acerca de  la sociedad civil
A   partir del siglo XVIII la filosofía premarxista designaba con el   término de sociedad civil a las relaciones sociales y, en particular,  a   las relaciones de propiedad.  Entre los representantes más destacados   de esta posición se encuentran los filósofos materialistas ingleses   Thomas Hobbes (1588 – 1679) y John Locke (1632 – 1704), quienes   empleaban dicho término para designar a la sociedad que ha dejado de ser   primitiva para pasar  a un estadio de organización acorde a los   principios de un poder político comúnmente aceptado. La idea de la   sociedad civil, para ellos,  no implicaba tan solo  un concepto   político, sino también una concepción antropológica y ética. “Si en la   ideología medieval, señala Jorge L. Acanda, los fundamentos del orden   social y los valores morales eran colocados hasta ahora en principios de   carácter externo al hombre y su mundo, con el surgimiento del   capitalismo era necesario relocalizar estos fundamentos en el mundo del   hombre, en una concepción de la Razón, como algo existente por encima   del hombre pero a la vez en el hombre” [4]
Jean   Jacques Rousseau, (1712 – 1778), filósofo francés, por su parte,  al   analizar desde su propia concepción revolucionaria y filosófica este   fenómeno, considera que la sociedad civil basada en la propiedad privada   representaba un avance al compararla con el  primitivo “estado   natural”, pero a su vez, no deja de señalar que era un retroceso,   pues   llevaba dentro de sí desigualdades, miserias y  otros males. Al  valorar  la significación de la propiedad privada en el contexto de la  sociedad  civil Rousseau plantea que “El primero que, habiendo cercado  un terreno,  descubrió la manera de decir:  Esto me pertenece, y halló  gentes  bastantes sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de  la  sociedad civil” [5] Para Rousseau la sociedad civil se vincula al  tipo  de sociedad  en la que ya existe todo un sistema de relaciones  sociales  del cual forman parte la familia, las relaciones de propiedad  (privada) y  los fenómenos de desigualdad (desposeídos, ricos) que le  son  consustanciales, así como la religión y otros. Una sociedad en la  que  también se ha constituido el Estado.
Rousseau    enriquece considerablemente la teoría existente hasta entonces sobre  la  sociedad civil  y desarrolla su teoría sobre el “contrato social”.    “El  establecimiento del cuerpo político como un verdadero contrato   entre el pueblo y los jefes de su elección; contrato por el cual las dos   partes se obligan al cumplimiento de las leyes por él estipuladas y  que  constituyen los lazos de unión”  [6]  En la concepción de   Rousseau  la  solución de las  contradicciones del Estado con el pueblo y  con la  sociedad civil  se encontraban  en la base misma del Estado. Si  el  Estado había nacido de un contrato, cuando éste se tornase  desventajoso  el pueblo podía anularlo y crear una nueva forma de  asociación que  responda a sus intereses y necesidades.
El   error más significativo de la concepción de los filósofos ingleses y   franceses  acerca de la sociedad civil consistió en no comprender la   dependencia en que la sociedad civil  se halla respecto al modo de   producción y a la clase social dominante en él, es decir, en no ver su   naturaleza clasista,   en explicar la formación de la misma por las   propiedades naturales del hombre, los objetivos políticos, las formas de   gobierno y de legislación, la moralidad y otros importantes aspectos.
Un   gran aporte a la concepción de la sociedad civil   en las postrimerías   del siglo XVIII realizó G. W. F. Hegel (1770 – 1831).  Según su   concepción,  la sociedad civil   nació de la desintegración del nivel de   organización social meramente familiar que dio lugar al surgimiento de   las clases y a los elementos del Estado.
Para   Hegel el Estado estaba separado de la sociedad civil, pero a la vez,   concebía vínculos entre ellos e incluso interpenetración. La sociedad   civil no era una esfera totalmente fuera del Estado, sino interactuante   con él.  Marx valora que  “Lo más profundo de  Hegel reside en que   siente como contradicción la separación de la  sociedad civil  y de la   política. Pero lo falso es que se contenta con la apariencia de esta   disolución y nos ofrece como la cosa misma” [7]
La   sociedad civil concebida por Hegel se sustentaba  en estamentos   sociales, de la cual formaban parte el “sistema de necesidades” basado   en la propiedad privada, así como “la justicia” y la policía, que se   encargaría de proteger la propiedad y se caracterizaba por   trabajo,   división del trabajo, riqueza y trabajo, moral y decadencia moral.    Abarca, además,  toda el área de la economía y también de la justicia y   la administración.  Para Hegel la sociedad civil representaba la   antítesis de la familia, mientras que el Estado funge como una síntesis   de ambas. En ella se incluía no sólo las relaciones económicas, sino   también la regulación estatal de dichas relaciones. Esa sociedad civil   la entendía con características propias del Estado y con posibilidades   de convertirse en Estado cuando llegara a su unificación en una   totalidad orgánica.
En   la sociedad civil, según Hegel, correspondía el ejercicio del poder   político a la nobleza (no era partidario de los ideales demoliberales   burgueses de libertad política). La burguesía, (comerciantes,   fabricantes) constituía otro estamento importante de esta sociedad, en   la cúspide de la cual se encontraba la  burocracia, encargada de   asegurar los intereses universales de la sociedad.
El   pueblo desorganizado, como agregado de particularidades, era para   Hegel, condición de injusticia, de inmoralidad e irracionalidad.   Concebía la participación del pueblo, como momentos orgánicos, como   clases. En tanto, el Estado lo concebía como  “reunión del principio de   la familia y de la sociedad civil”.
En   su concepción idealista,  Hegel consideraba que la contradicción entre   la sociedad civil y el Estado era inevitable, esencial, como una  verdad  de la razón, pero tal  contradicción encontraría solución  pacífica en la  monarquía constitucional estamental.
No   caben dudas que en la concepción  hegeliana sobre la sociedad civil   aparecen  algunas manifestaciones de las verdaderas leyes del desarrollo   de la sociedad; sin embargo,  sus puntos de vista al respecto,   resultan, en su conjunto,  inconsistentes.  Su idealismo no le permite   llegar a la verdadera esencia de los fenómenos, penetrar en ellos, ver   su interconexión.  Hegel ve la sociedad civil como dependiente del   Estado,  concebido como forma verdadera del espíritu objetivo, mientras   que la sociedad civil no es más que  una forma “final” del espíritu.  
Marxismo y sociedad civil
Como es sabido, Marx y Engels también emplean este término en varias de sus obras, pero a diferencia de los materialistas ingleses y franceses y de Hegel, situaron este término en un nuevo campo teórico, con ideas diferentes en cuanto a las relaciones y los límites entre la sociedad civil y el Estado. En sus obras de juventud, Marx utiliza este término, en 1843, por primera vez, al exponer su crítica de Hegel. En la “Crítica del 43”, la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho, Marx afirma que en Hegel el sujeto es el Estado y el predicado es la sociedad civil, mientras que en realidad es exactamente lo contrario: el sujeto se busca en la sociedad civil. Dice Marx: “Familia y sociedad civil son los presupuestos del Estado, son ellos justamente los activos. Pero en la especulación resultan lo contrario: mientras la idea se transforma en sujeto, aquí los sujetos reales, la sociedad civil, la familia (…) devienen los momentos objetivos de la idea, irreales, alegóricos”. [8]
En   su concepción,  la sociedad civil consiste en la organización de la   familia, de los estamentos y de las clases, las relaciones de    propiedad, las formas y  procedimientos de distribución, en general las   condiciones que hacen posible la existencia y el funcionamiento de la   sociedad, las condiciones de la vida real y de la actividad del hombre.   Marx subraya el carácter objetivo y la base económica de tales   condiciones.
Marx   y Engels cuando aún no habían creado su nuevo aparato conceptual,   también emplean el concepto ‘’sociedad civil’’, pero producto de sus   investigaciones le dan una solución verdadera y radicalmente científica a   la relación Estado-‘’Sociedad civil’’. El propio Carlos Marx lo resume   en el Prólogo de su obra ‘’Contribución a la Crítica de la Economía   Política’’ del siguiente modo:
‘’[...]   Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las   relaciones jurídicas como las  formas de Estado no pueden comprenderse   por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano,   sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales cuyo   conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y   franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de  ‘’sociedad civil’’, y que   la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía   Política (...)” [9]
Por su parte Federico Engels en su trabajo ‘’Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas’’ precisa que:
‘’[...]   no es el Estado el que condiciona y regula  la  sociedad civil, sino    ésta la que condiciona y regula el Estado,  por tanto, la política y su   historia hay que explicarlas por las relaciones económicas y su   desarrollo , y no a la inversa (...)’’ [10]
Aunque   la problemática en torno al binomio Estado – sociedad civil estuvo   presente en la obra de Marx desde su juventud, el uso  del término,  que   él mismo considera poco preciso, como categoría integradora fue   cediendo espacio  a otras categorías, integradoras también, pero con   mayor capacidad de reflejo de la realidad social, por conceptos   científicos, como estructura económica de la sociedad, base económica,   superestructura, modo de producción. [11] 
En   la concepción de Marx y Engels la sociedad civil  es un elemento de la   estructura de la sociedad. Cuando hablan de sociedad civil se refieren   al  proceso real de producción que desarrollan los hombres y sus   relaciones de intercambio. El contenido de esta sociedad “(...) abarca   toda la relación material de los individuos en una determinada fase de   desarrollo de las fuerzas productivas, abarca toda la  vida comercial e   industrial de una fase (...) “ [12]
El   estudio detallado de la obra de  Marx y Engels conduce  inexorablemente   a nuevos enfoques y puntos de vista que van definiendo  y precisando el  contenido de la sociedad civil en correspondencia con  una u otra fase  del desarrollo social.  Así, en Carta a P. V. Annekov,   Marx precisa que  “A determinadas fases de desarrollo de la producción,  del comercio, del  consumo, corresponden determinadas formas de  constitución social, una  determinada organización de la familia, de los  estamentos o de las  clases; en una palabra, una determinada sociedad  civil. A una  determinada sociedad civil, corresponde un determinado  Estado político,  que no es más que la expresión oficial de la sociedad  civil” [13]   En  Marx, la sociedad civil no es un concepto  invariable,  sino en  evolución, que requiere contextualizarlo. En “La Guerra Civil  en  Francia”  Marx desarrolla nuevas ideas  sobre la problemática   Estado –  sociedad civil, destacando que en la nueva sociedad surgida de  la  revolución proletaria el Estado le restituye a la nación elementos y   funciones que le había tomado y que con la Revolución se produce una   reunificación de la sociedad civil y el Estado.
La   relación Estado – sociedad civil también fue objeto de análisis y   estudio por Engels. Partiendo del concepto  de que en la historia   moderna las luchas políticas son luchas de clases, y que no obstante esa   forma política que adquieren, en lo esencial las luchas  de   emancipación de clases giran en torno a la emancipación económica,   concluye que “El Estado, el régimen político, es un elemento subalterno,   la sociedad civil (“el reino de las relaciones económicas”) es el   elemento decisivo;  las necesidades de la sociedad civil , (cualquiera   que sea la  clase que gobierne) tienen que pasar por la voluntad del   estado, para cobrar vigencia general en forma de leyes; (...)  en la   historia moderna la voluntad del Estado obedece, en general, a las   necesidades variables de la sociedad civil,  a la supremacía de tal o   cual clase, y en última instancia, al desarrollo de las fuerzas   productivas y de las condiciones de intercambio” [14]
Lenin   empleó muy poco este  término, cosa que por demás no le era necesario   ya que él heredó -  y desarrolló creadoramente -  todo el aparato   conceptual elaborado por Marx y Engels.  Al igual que en ellos, en él   estuvo muy presente la problemática Estado – sociedad (lucha de clases,   teoría de la revolución socialista, dictadura del proletariado,    democracia socialista.) aunque al abordarla no empleara el término   sociedad civil.  
Gramsci y la sociedad civil
En   otro contexto histórico y teórico el comunista y filósofo italiano   Antonio Gramsci, uno de los más importantes pensadores políticos del   siglo XX y quien con mayor fuerza abordó este tema, en su obra,    “Cuadernos de la cárcel”, (ya que la dictadura  fascista italiana de   Benito Mussolini lo encarceló proclamando cínicamente: ‘’Hemos de   impedir durante veinte años que este cerebro funcione’’) , vuelve a   retomar el término ‘’sociedad civil’’ y lo incluye en su arsenal   conceptual junto a la ‘’filosofía de la praxis’’, ‘’intelectual   orgánico’’,  ‘bloque histórico’’, ‘’hegemonía’’, ‘’sociedad política’’ y   otros.
A   diferencia de Marx,  quien emplea el término, como hemos visto con   anterioridad, para referir al conjunto de relaciones económicas,    Gramsci, después de realizar un pormenorizado estudio de este problema,   tomando como base la anatomía de los Estados modernos, con mayor  énfasis  en Italia, Francia y Estados Unidos, refiere como sociedad  civil  al  complejo institucional donde se organiza el enfrentamiento  ideológico y  político de las clases sociales, rescatando esta idea del  olvido a que  había sido sometida por la ideología liberal desde  mediados del siglo  XIX, pero en una nueva dimensión.  Este concepto es  empleado  en  relación con la cuestión de la hegemonía y la dominación.
Como   puede apreciarse, en la concepción de Marx la sociedad civil se   encuentra fundamentalmente en la estructura de la sociedad, en tanto   Gramsci la ubica en la superestructura de esta última, concibiendo a su   vez,  que  el Estado o sociedad política es un aparato de coerción,  cuya  función es de  dominio o de mando, valiéndose de la legalidad y  del  aparato coercitivo asegura la disciplina de aquellos grupos que no  dan  su consenso y la acción ante momentos de crisis del mando y de la   dirección, cuando decrece el consenso; en tanto, la sociedad civil   estaba conformada por el sistema de instituciones a través de las cuales   se ejerce la hegemonía, entre las que señala a las escuelas, los   sindicatos, la iglesia, los medios de difusión masiva y otros, pero sin   incluir la estructura económica de la sociedad.  A ella le corresponde   la función de hegemonía que los grupos dominantes ejercen sobre toda la   sociedad.
Lo   jurídico  y lo moral predominante en una sociedad dada, son para   Gramsci, fenómenos tan políticos como el Estado. De modo tal que no hay   antagonismo entre la sociedad civil y la sociedad política, entre lo   público y lo privado.
En   la concepción de Gramsci resalta un aspecto vital para el estudio de  la  sociedad civil: los nexos  reales actuantes entre ésta y la sociedad   política
Los   trabajos de Gramsci tienden a exponer cómo el dominio de la sociedad   política y la dirección en la sociedad civil realmente se refuerzan una a   la otra, como el poder de la coerción y el poder de producir consenso   son interrelacionados.
Del   mismo modo, Gramsci distingue entre sociedad política y sociedad  civil,  pero para propósitos de análisis ya que los aparatos de una son   precisamente diferentes de los aparatos de la otra. Lo que no se   encuentra en su obra  es separación entre la sociedad política y la   sociedad civil como Estado y no-Estado; al contrario, los ve como los   elementos constitutivos de una entidad  integral única: el Estado    burgués-liberal moderno. La  distinción entre sociedad política y   sociedad civil es puramente  metodológica y no orgánica; en la vida    histórica concreta, la sociedad política y la sociedad civil son una   sola entidad.[15]  Estos dos elementos están en permanente relación   dialéctica. “Mientras que la sociedad política está compuesta por los   órganos de las superestructuras encargadas de desarrollar la función de   coerción y dominio, la sociedad civil la conforma  el conjunto de   organismos vulgarmente considerados “privados”, que posibilitan la   dirección intelectual y moral de la sociedad mediante la formación del   consentimiento y la adhesión de masas.  La sociedad civil está   articulada por múltiples organizaciones sociales, de carácter  cultural,   educativo, religioso, pero también político e incluso económico. Por   mediación de ella se difunden la ideología, los intereses y los valores   de la clase que domina al Estado, y se articula el consenso y la   dirección moral e intelectual del conjunto social. En esta se forma la    voluntad colectiva, se articula la estructura material de la cultura, y   se organiza el consentimiento y la adhesión de las clases   dominadas”[16].
El   lugar de la hegemonía es la sociedad civil;  ella  es el terreno donde   la clase dirigente extiende y refuerza su poder por medios no  violentos.
 Precisamente   esta ubicación de la sociedad civil como parte del estudio de los   fenómenos superestructurales desarrollado por Gramcsi es la  concepción   que actualmente  predomina en el tratamiento y  debate de este    concepto. 
Enfoques actuales acerca de la sociedad civil
Aunque   el término fue  empleado en el discurso político desde el siglo XVII,   como se ha señalado con anterioridad, cayó en desuso en el pensamiento   occidental a mediados del siglo XIX, y no es hasta finales de la década   del 70 del siglo XX,  que vuelve a ser utilizado. A partir de entonces   aparece en  el debate actual en forma tan recurrente como  semánticamente  imprecisa, aplicándose en toda una  pluralidad de  contextos con una  variedad aun mayor de significados y connotaciones  ideológicas: como  slogan político,  como concepto sociológico analítico  y como concepto  filosófico.
Como   slogan político se emplea ampliamente en diferentes partes del   universo, tanto por la derecha como por la izquierda, proclamando a viva   voz que hay que “salvar  a la sociedad civil”, “recuperar la sociedad   civil”, reconstruir la sociedad civil”, o simplemente como la consigna   de un movimiento revolucionario. En las actuales sociedades burguesas   las fuerzas progresistas han enarbolado la bandera de la sociedad civil.   En Febrero del 2001 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en   México, cuando anunció su decisión de abandonar su refugio en la selva   Lacandona y encabezar una marcha a través de doce estados mexicanos   hasta la capital, con el objetivo de exigir del nuevo gobierno del PAN   el descongelamiento del proceso de diálogo político, el vehículo en que   se trasladaba el Subcomandante Marcos portaba sólo una consigna que se   reproducía en los tres carteles colocados a ambos lados y en la parte   trasera del coche: ’’Sociedad civil’’.
Como   concepto sociológico analítico se emplea para describir formas de   organización social muy vinculado a las ideas de democracia y ciudadanía   participativas y, por último, la sociedad civil, como concepto   filosófico,  expresa un carácter normativo vinculado a la formación,   desarrollo y funcionamiento de las creencias  y los valores. [17]
De    otro lado, se aprecian otras tendencias respecto al concepto y   contenido de la sociedad civil, las cuales no compartimos, debido a que,   en nuestra opinión, contienen ambigüedades e imprecisiones y tienden a   justificar la posición de determinadas organizaciones, grupúsculos o   asociaciones que compartan o no los objetivos e intereses del Estado,   contribuyendo a enmascarar sus verdaderas esencias. Por otra parte, la   aceptación de ellas, implicaría de hecho, proporcionar determinado marco   de legalidad a organizaciones o asociaciones que, en un momento dado,   puedan actuar en contra del Estado. Una de las que mayor presencia  tiene  en la literatura política actual es la que la define como aquella   esfera social de determinado país o región, agrupada en diversas   organizaciones con finalidades variadas y que actúan  con independencia   de la actividad gubernamental, en medio de determinadas relaciones   sociales y las relaciones que se establecen entre individuos, grupos,   clases, en esa sociedad, al margen de las relaciones de poder   institucional características del Estado[18] 
Otros   autores, siguiendo la misma línea de pensamiento neoliberal, conciben   la sociedad civil  como el “espacio social en que tienen lugar los   conflictos económicos, ideológicos, socio religiosos con respecto a los   cuales el Estado actúa en sentido de su regulación o solución por vía  de  su mediación o de su eliminación, como zona social muy dinámica de  la  que emanan fermentos y demandas hacia el sistema político, donde se   fragua el consenso y se legitima o deslegitima el poder estatal, como   zona de organización, asociación y movilización de fuerzas sociales.”   [19]  Se aprecian aún escuelas de pensamiento político, tanto  en Europa   como fuera de ella, que mantienen la posición marxista: esfera social   diferente al Estado pero que sostiene vínculos con éste y lo   complementa.
En   Norteamérica, algunos estudiosos del tema,  consideran que la sociedad   civil  es un subsistema que coexiste con los subsistemas político y   económico. Este enfoque ve la sociedad  civil como sinónimo de sociedad   (burguesa) de modo tal que la sociedad civil es la mitad de un par   opuesto cuya otra mitad es el Estado.
Otro   enfoque respecto al contenido de la sociedad civil es el que considera   que incluye también a un grupo de instituciones que contribuyen a  mermar  y restringir las libertades individuales de los ciudadanos y no  como un  escudo que enfrente las políticas estatales, que le formulen  exigencias  al gobierno. Tal posición ataca a determinadas  asociaciones   corporativas, medios de difusión masiva, estructuras gubernamentales y   grupos de poder que de una u otra forma, contribuyen a limitar la   conducta de los sujetos sociales y el carácter democrático de su   participación en los procesos sociales.
El   uso del concepto de sociedad civil en Brasil, por ejemplo, data de la   segunda mitad de los años setenta, acentuado posteriormente en los   ochenta y noventa. Con ese término se identificó todo lo que en el   contexto de la lucha contra la dictadura se contraponía al Estado   dictatorial.
Una   característica que está presente en Latinoamérica es la pluralidad   ideológica que se aprecia en el contenido de la sociedad civil en estos   países, agrupados temporalmente para alcanzar determinados objetivos.  De  igual modo se aprecia una composición muy heterogénea, de desiguales  en  la red de actores sociales, identidades y sujetos sociales, que   agudizan las desigualdades por la diversidad de intereses, objetivos,   composición social y posibilidades económicas.
Otra   característica que se aprecia con nitidez en muchos países   latinoamericanos es el protagonismo de actores vinculados a los sectores   más pobres, humillados y explotados de la sociedad, como la propone,    desde posiciones  de la Teología de la Liberación, el teólogo chileno   Pablo Richard. Tal hecho ha provocado la inserción en las sociedades   civiles de estos países de un amplio y variado  abanico de nuevos   actores sociales: movimientos de liberación de la mujer, juveniles,   ecológicos y ambientalistas,  de solidaridad, de defensa de los derechos   humanos, de educación popular, de cultura y arte popular, movimientos   de pobladores y barriales, de indígenas, sindicatos y partidos  políticos  populares y de izquierda, a los que se suman también los  movimientos  progresistas, movimientos populares de génesis religiosa,  las acciones  de la prensa, que como parte de una cultura contestataria  han  participado en la lucha de clases contra regímenes militares y   dictatoriales, quienes encaminan sus esfuerzos a la creación y el   fortalecimiento de poderes alternativos, revolucionarios y   democrático-populares, a la educación política e ideológica de las   masas, la formación de nuevos valores éticos y humanistas, y su    movilización para transformar la realidad ideológica cotidiana en esos   países.
Como   se aprecia, en estos países, la sociedad se encuentra muy dividida,   fraccionada, con intereses y posiciones teóricas e ideológicas muy   disímiles  entre las diversas organizaciones que promueven el cambio y   el modo de lograrlo, sin liderazgo,  lo que hace que la lucha se   prolongue por muchos años, que las contradicciones internas de los   actores de la sociedad civil les reste fuerzas y capacidad de lucha,   objetivo solo alcanzable con la unidad y la dirección política de una   fuerza, llámese partido, movimiento u organización, con capacidad de   convocatoria y liderazgo probado, capaz de aglutinar a todos los actores   en un  plan de acción revolucionaria.
Los   ideólogos burgueses han manipulado el concepto de sociedad civil,   siendo objeto de una ideologización tal, que hoy lo emplean con   finalidades ideopolíticas, dirigidas a socavar el socialismo y el orden   legalmente constituido en los países socialistas y, fundamentalmente en   Cuba, fomentar la oposición al Estado y proponer el modo de vida   capitalista e imperial como la mejor opción de desarrollo para cualquier   pueblo. En ese contexto, para ellos la sociedad civil es la suma de   mercenarios pagados y de todos aquellos que  se oponen al socialismo.
Otro   de los criterios acerca de la relación sociedad civil Estado  es la  que  refleja el interés por encontrar y aplicar fórmulas que nutran la   integración social sobre la base del individualismo, como sostén del   modo de vida capitalista. Este es el caso de  Steven DeLue, que   siguiendo a Jean Bethke Elshtain, citado por Limia en el mencionado   artículo,  considera que la sociedad civil se refiere a muchas formas   diferentes de asociaciones, con frecuencia llamados grupos voluntarios o   instituciones secundarias, tales como familias, organizaciones   religiosas, sindicatos, grupos de ayuda mutua, asociaciones caritativas   de ayuda a los menesterosos, las organizaciones de vecinos, y otras   organizaciones de interés que promueven las finalidades de disímiles   grupos  sociales, tales como las asociaciones agrícolas, los grupos de   consumidores. Los autores de este enfoque  parten del supuesto criterio   que esas organizaciones no tienen vínculos con las estructuras formales   del poder gubernamental, que conforman una “esfera separada”,  donde  los  individuos están en condiciones de vivenciar con libertad, sobre la   base de la igualdad, experiencias vitales que propician las   organizaciones en las que pueden integrarse, como si en la sociedad   civil no existiese la división en clases ni la hegemonía de las clases   dominantes, como si fuera una sociedad de iguales, como si estuvieran   fuera de la sociedad en que viven. La desigualdad se remite a la   sociedad política, donde es neutralizada mediante un régimen democrático   que trata de igual modo a los diversos objetivos perseguidos en la   sociedad.
El   propio  Limia continúa señalando que, “Steven De Lue apunta también,   remitiéndose a Nancy Rosemblum, que los cientistas políticos   norteamericanos tienden a enfatizar menos en el papel de estos grupos   como amortiguadores frente al gobierno y más en la educación moral que   ellos engendran con su actividad.
Se   concibe a la sociedad civil como premisa para que la persona devenga   moralmente autónoma, independiente, autogobernada, individuada, para   hacerse  responsable de la propia vida y no alguien dependiente del   aparato estatal, de la sociedad, de los demás” [20]
En   el citado artículo, Limia refiere, que según Gray, la sociedad civil   tiene los siguientes rasgos: a) la tolerancia de diversos puntos de   vista religiosos y políticos, y el no intento por el Estado de imponer   una u otra teoría  comprehensiva; b) el gobierno y sus súbditos son   restringidos en su conducta por el imperio de la ley; c) la institución   central de la sociedad civil es la existencia de la propiedad privada o   de varios, pero no controlada por el Estado. Coincidimos con Limia en   que estos rasgos constituyen la quintaesencia de las premisas   económicas, sociales, políticas e ideológico- culturales de existencia y   legitimización de la sociedad capitalista en la etapa del capitalismo   transnacionalizado, bajo las condiciones del retroceso del socialismo y   del movimiento revolucionario mundial. [21]
Como   puede apreciarse,  existe una amplia y variada concepción acerca de la   sociedad civil. A partir de estas concepciones, las fuerzas   reaccionarias fomentan el fortalecimiento y la diversificación de   aquellas organizaciones, asociaciones, grupos, partidos,  que a su   juicio tienen posibilidades inmediatas o futuras de desestabilizar el   sistema socialista, (tal es el caso de Cuba, China, Vietnam, Corea) o   procesos revolucionarios (Venezuela) mediante su legalización y   reconocimiento oficial y con ello la actividad de los opositores y los   “disidentes” del sistema. “A la sociedad civil, como señala el compañero   Valdés Vivó, la despojan del contenido de relaciones económicas que   apreció Marx y además la sitúan en la llamada superestructura, junto al   Estado, pero opuesto a él (…) Para fomentar el fraccionamiento interno   de los países del tercer Mundo y combatir todo papel progresista del   Estado en el desarrollo social.
La   sociedad civil, para quienes son en verdad servidores del Estado   imperialista, complementa la privatización de todo, hasta los   cementerios. Forma parte del neoliberalismo en sus dos variantes: la   descarnada, que solo haya monopolios capitalistas, y la socialdemócrata:   entregar migajas para evitar estallidos.
Los   aspirantes a dominar y esclavizar a todo el planeta utilizan esa  mítica  sociedad civil en sus intentos por minar por dentro la sociedad   socialista, que adquiere particularidades específicas en China, Viet  Nam  y Corea” [22]
En   este artículo hemos abordado determinados aspectos que demuestran o   ponen al descubierto las diversas interpretaciones, que a través de la   historia ha tenido el concepto sociedad civil  a partir de la diversidad   de opiniones, puntos de vista o posiciones filosóficas de quienes, de   uno u otro modo, se interesan por este fenómeno social. Sin embargo,    consideramos que resulta de interés aproximarnos a la sociedad civil en   Cuba, así como a los objetivos que persigue el gobierno de Estados   Unidos con la manipulación de este concepto en interés de revertir el   proceso revolucionario cubano mediante el apoyo, financiamiento y empleo   de la así llamada por ellos “sociedad civil cubana”, contenido que  será  objeto de estudio y análisis en un próximo artículo.
[1]   En alemán: Bürgerliche Gosellsschaft”  o “sociedad civil”.  Bürgerlich   significa civil,   pero también  “perteneciente o relacionado con  la   burguesía”  o con los “ciudadanos”  Es, por tanto, un término con   pluralidad semántica.
[2]   Monal I. Intervención en la Mesa Redonda sobre la sociedad civil  cubana  contemporánea, convocada por la Revista Cubana de Ciencias  Sociales el 3  de noviembre de 1995. En: Marx ahora. Revista  Internacional. La Habana,  Cuba. No. 6-7 / 1998/9. Pág. 185-186
[3]   Antonio Gramsci (1891-1937), pensador y político italiano. Nació en   Cerdeña en el seno de una familia muy humilde. Inició sus estudios   superiores en la Universidad de Turín en 1911, pero la abandonó en 1914   debido a un problema crónico de salud. Comenzó a trabajar como   periodista en ¡Adelante!, un periódico del partido socialista, en 1916, y   poco después fundó otro diario, en colaboración con otros compañeros,   llamado Órden Nuevo, en 1919. Tomó parte en el movimiento de Consejos  de  Fábricas que intentó sin éxito desafiar a Fiat y otras compañías de   Turín y sus alrededores durante 1920. Fue uno de los fundadores del   Partido Comunista Italiano (PCI), formado en enero de 1921. Trabajó para   la  III Internacional Comunista, en Moscú y Viena, pero regresó a   Italia en 1924 para unirse a la oposición parlamentaria enfrentada a la   dictadura de Benito Mussolini. Fue arrestado en 1926 y encarcelado en   1928. Falleció el 27 de abril de 1937 en el hospital de una prisión de   Roma.
[4]   Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y   Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  139
[5]   Rousseau,  J. J. Discurso sobre la desigualdad entre los hombres.  Obras  Escogidas. La Habana.  Editorial de Ciencias Sociales. 1973. Pág.  553
[6] Ídem
[7]  Marx, Carlos. “Crítica del Derecho político hegeliano”. Editora de Ciencias Sociales. La Habana, 1976. Pág. 32.
[8] Marx, Carlos. Crítica de la filosofía hegeliana del derecho,  En: Calos Marx y F. Engels. OC. Tomo III. Pág. 8   
[9]   Marx, C. Contribución a la Crítica de la Economía Política. En: Carlos   Marx y Federico Engels. OE en dos tomos.  Tomo I. Pág. 372.
[10]   Engels, F. Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas.  En;  Carlos Marx ,  Federico Engels. OE en tres Tomos. Tomo III. Pág.  190
[11]   De Marx C. y  Engels, F. Sobre el tema, ver:  Tesis sobre Feuerbach,    Contribución a la  historia de la Liga de los Comunistas,  Ludwig   Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana,  Prólogo a de   contribución a la crítica de la economía política, La Ideología Alemana,   Carta de Marx a P. V. Annekov de 28 de Diciembre de 1846.
[12] Marx, C. y Engels, F. “La ideología Alemana” OE en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1973. Tomo I,  pág. 76
[13]   Marx, C,  Carta a P. V. Annekov,  28 de diciembre de 1846. En:   Selección de Textos de Marx, Engels y Lenin.  Ediciones Políticas.   Editorial de Ciencias Sociales. Pág. 169.
[14]  Engels, F.  “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”. Editorial Progreso, Moscú. 1980. Pág. 45.
[15]   Ver: Buttigieg, Joseph A. Gramsci y la sociedad civil.   En: Gramsci.   Paradigmas y utopías. Revista de reflexión teórica y política del   Partido del Trabajo. Revista bimestral Julio Agosto 2002 No. 5. Pág.   246-247
[16]    Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y   Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  247-248
[17]   Ver: Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación  y  Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  14-15
[18]   Ver: Hernández R. La sociedad civil y sus alrededores. Revista La   Gaceta de Cuba  (UNEAC)  No. 1/ 1994. Pág.   29                                                                      
[19] Bobbio,  N. y  Matteucci, N. Diccionario Político. Editores S.A., Madrid, España. Volumen 2, 1983
[20]   Limia David, M. Retomando el debate sobre la sociedad civil. Revista   Marx Ahora. Revista Internacional. La Habana, Cuba.  No. 6/7 1998/9.   Pág. 197-198.
[21] Ídem. 199-200
[22] Valdés Vivó, R. ¿Sociedad civil o gato por liebre? Granma, 4 de enero de 1996
Escrito por: Elvis Rodríguez Rodríguez / Humberto Valdés Gutiérrez / Manuel Lester-Hanson Roché
 
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