Surgimiento y Desarrollo del Concepto de Sociedad Civil

En la literatura política actual, con mucha frecuencia,  se emplea el término sociedad civil [1]  por dirigentes políticos, sociólogos, filósofos y periodistas,  para hacer referencias a hechos sociales, intereses políticos y los más diversos objetivos,  sobre todo a partir de las décadas del 80 y el 90 del siglo pasado, coincidiendo con el proceso de desmantelamiento del socialismo en Europa del Este y la desintegración de la URSS.  En Cuba, en los últimos tiempos, también se aprecia un incremento del debate político filosófico en torno al binomio sociedad civil - Estado.

Posiblemente existan pocas expresiones en el lenguaje filosófico y político que se empleen con más frecuencia en la actualidad que este  término.  Sin embargo,  ocurre que no en todos los casos tiene idéntica significación. En dependencia de la corriente política que defiende el autor o sustenta sus puntos de vistas, así será la interpretación que se le de a este concepto.

Al igual que  Miguel Limia, compartimos con  Isabel Monal que el término sociedad civil “(…) se presenta en la historia de las ideas hasta nuestros días como ambiguo, de fronteras imprecisas y hasta nebulosas; una ambigüedad inadecuada, además por el hecho de que en alemán sociedad civil  y sociedad burguesa  se escriben de la misma manera y las traducciones no siempre saben hacer la mejor selección (…) [2]

En la diversidad de interpretaciones acerca de este término aparecen diferentes enfoques, pudiéndose agrupar en tres posiciones teóricas al respecto: la burguesa, que defiende sus puntos de vistas y concepciones filosóficas; la marxista leninista, que a partir de las posiciones científicas de los postulados de Marx, Engels y Lenin y de otros pensadores revolucionarios contemporáneos, analizan este fenómeno como algo consustancial al modo de producción y a su sistema de valores;  y, por último, la de los traidores y vende patrias, neoliberales servidores a sueldo del imperio que con sus interpretaciones tergiversadas y mal intencionadas  se esfuerzan por internacionalizar sus puntos de vista y concepciones al respecto.

En particular, en el discurso de los más diversos representantes de la ultraderecha norteamericana, el término de sociedad civil  nada tiene que ver con la concepción que en sus inicios tuvo el concepto ni mucho menos con la desarrollada por   Gramsci [3] en los años treinta del siglo pasado. De modo tal que resulta, para el lector común, un poco complejo, encontrar la verdad cuando se encuentra con el citado término.

El concepto sociedad civil  tiene ya una  larga historia.  Algunos autores han rastreado el origen de esta expresión en la teoría política medieval, e incluso en la de la Antigüedad.  Junto con el pensamiento liberal aparece en la modernidad la idea de  sociedad civil, constituyendo uno de sus elementos básicos.

En el siglo XVI la lucha antifeudal se presentaba  como el enfrentamiento de la ciudad contra el campo. La ‘’sociedad’’ de la ciudad (civitus, en latín) se denominaba ‘’sociedad civil’’ . La burguesía era la clase predominante en ella. Carlos Marx decía que el proletariado se encontraba en la ‘’sociedad civil’’, pero no pertenecía como tal a ella, ya que no decidía nada en aquella ‘’sociedad de la ciudad’’ o ‘’sociedad civil’’. Además, al ser la clase burguesa la protagónica en esta,  y como en idioma alemán ‘’ciudad’’ se dice con la palabra ‘’burgo’’, también para referirse a la ‘’sociedad de la ciudad’’ se empleaba la expresión de ‘’sociedad burguesa’’.

Estas son las raíces etimológicas del término. No obstante, en su larga trayectoria ha sido utilizado por  diferentes personalidades históricas  y no siempre con la misma significación.

A partir del siglo XVII,  producto del ciclo de revoluciones  sociales iniciadas por la Revolución Inglesa y continuado por la de las Trece Colonias  y la Francesa,  en Europa surge una crisis en el orden social, que da origen al surgimiento de la idea de la sociedad civil, como expresión del intento de resolver la crisis ideológica provocada por la quiebra de los modelos de la idea de orden.  Estos  procesos sociales condujeron al cuestionamiento de los modelos de orden social y de autoridad hasta entonces existentes, dando lugar  a disímiles interpretaciones y concepciones acerca de la  relación Estado – sociedad civil.

La filosofía premarxista acerca de  la sociedad civil

A partir del siglo XVIII la filosofía premarxista designaba con el término de sociedad civil a las relaciones sociales y, en particular,  a las relaciones de propiedad.  Entre los representantes más destacados de esta posición se encuentran los filósofos materialistas ingleses Thomas Hobbes (1588 – 1679) y John Locke (1632 – 1704), quienes empleaban dicho término para designar a la sociedad que ha dejado de ser primitiva para pasar  a un estadio de organización acorde a los principios de un poder político comúnmente aceptado. La idea de la sociedad civil, para ellos,  no implicaba tan solo  un concepto político, sino también una concepción antropológica y ética. “Si en la ideología medieval, señala Jorge L. Acanda, los fundamentos del orden social y los valores morales eran colocados hasta ahora en principios de carácter externo al hombre y su mundo, con el surgimiento del capitalismo era necesario relocalizar estos fundamentos en el mundo del hombre, en una concepción de la Razón, como algo existente por encima del hombre pero a la vez en el hombre” [4]

Jean Jacques Rousseau, (1712 – 1778), filósofo francés, por su parte,  al analizar desde su propia concepción revolucionaria y filosófica este fenómeno, considera que la sociedad civil basada en la propiedad privada representaba un avance al compararla con el  primitivo “estado natural”, pero a su vez, no deja de señalar que era un retroceso,   pues llevaba dentro de sí desigualdades, miserias y  otros males. Al valorar la significación de la propiedad privada en el contexto de la sociedad civil Rousseau plantea que “El primero que, habiendo cercado un terreno, descubrió la manera de decir:  Esto me pertenece, y halló gentes bastantes sencillas para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil” [5] Para Rousseau la sociedad civil se vincula al tipo de sociedad  en la que ya existe todo un sistema de relaciones sociales del cual forman parte la familia, las relaciones de propiedad (privada) y los fenómenos de desigualdad (desposeídos, ricos) que le son consustanciales, así como la religión y otros. Una sociedad en la que también se ha constituido el Estado.

Rousseau  enriquece considerablemente la teoría existente hasta entonces sobre la sociedad civil  y desarrolla su teoría sobre el “contrato social”.  “El  establecimiento del cuerpo político como un verdadero contrato entre el pueblo y los jefes de su elección; contrato por el cual las dos partes se obligan al cumplimiento de las leyes por él estipuladas y que constituyen los lazos de unión”  [6]  En la concepción de  Rousseau  la solución de las  contradicciones del Estado con el pueblo y con la sociedad civil  se encontraban  en la base misma del Estado. Si el Estado había nacido de un contrato, cuando éste se tornase desventajoso el pueblo podía anularlo y crear una nueva forma de asociación que responda a sus intereses y necesidades.

El error más significativo de la concepción de los filósofos ingleses y franceses  acerca de la sociedad civil consistió en no comprender la dependencia en que la sociedad civil  se halla respecto al modo de producción y a la clase social dominante en él, es decir, en no ver su naturaleza clasista,   en explicar la formación de la misma por las propiedades naturales del hombre, los objetivos políticos, las formas de gobierno y de legislación, la moralidad y otros importantes aspectos.

Un gran aporte a la concepción de la sociedad civil   en las postrimerías del siglo XVIII realizó G. W. F. Hegel (1770 – 1831).  Según su concepción,  la sociedad civil   nació de la desintegración del nivel de organización social meramente familiar que dio lugar al surgimiento de las clases y a los elementos del Estado.

Para Hegel el Estado estaba separado de la sociedad civil, pero a la vez, concebía vínculos entre ellos e incluso interpenetración. La sociedad civil no era una esfera totalmente fuera del Estado, sino interactuante con él.  Marx valora que  “Lo más profundo de  Hegel reside en que siente como contradicción la separación de la  sociedad civil  y de la política. Pero lo falso es que se contenta con la apariencia de esta disolución y nos ofrece como la cosa misma” [7]

La sociedad civil concebida por Hegel se sustentaba  en estamentos sociales, de la cual formaban parte el “sistema de necesidades” basado en la propiedad privada, así como “la justicia” y la policía, que se encargaría de proteger la propiedad y se caracterizaba por   trabajo, división del trabajo, riqueza y trabajo, moral y decadencia moral.  Abarca, además,  toda el área de la economía y también de la justicia y la administración.  Para Hegel la sociedad civil representaba la antítesis de la familia, mientras que el Estado funge como una síntesis de ambas. En ella se incluía no sólo las relaciones económicas, sino también la regulación estatal de dichas relaciones. Esa sociedad civil la entendía con características propias del Estado y con posibilidades de convertirse en Estado cuando llegara a su unificación en una totalidad orgánica.

En la sociedad civil, según Hegel, correspondía el ejercicio del poder político a la nobleza (no era partidario de los ideales demoliberales burgueses de libertad política). La burguesía, (comerciantes, fabricantes) constituía otro estamento importante de esta sociedad, en la cúspide de la cual se encontraba la  burocracia, encargada de asegurar los intereses universales de la sociedad.

El pueblo desorganizado, como agregado de particularidades, era para Hegel, condición de injusticia, de inmoralidad e irracionalidad. Concebía la participación del pueblo, como momentos orgánicos, como clases. En tanto, el Estado lo concebía como  “reunión del principio de la familia y de la sociedad civil”.

En su concepción idealista,  Hegel consideraba que la contradicción entre la sociedad civil y el Estado era inevitable, esencial, como una verdad de la razón, pero tal  contradicción encontraría solución pacífica en la monarquía constitucional estamental.

No caben dudas que en la concepción  hegeliana sobre la sociedad civil aparecen  algunas manifestaciones de las verdaderas leyes del desarrollo de la sociedad; sin embargo,  sus puntos de vista al respecto, resultan, en su conjunto,  inconsistentes.  Su idealismo no le permite llegar a la verdadera esencia de los fenómenos, penetrar en ellos, ver su interconexión.  Hegel ve la sociedad civil como dependiente del Estado,  concebido como forma verdadera del espíritu objetivo, mientras que la sociedad civil no es más que  una forma “final” del espíritu. 

Marxismo y sociedad civil

Como es sabido, Marx y Engels también emplean este término en varias de sus obras, pero a diferencia de los materialistas ingleses y franceses y de Hegel,   situaron este término en un nuevo campo teórico, con ideas diferentes en cuanto a las relaciones y los  límites entre la sociedad civil y el Estado.  En sus obras de juventud,  Marx utiliza este término, en 1843, por primera vez, al exponer su crítica de Hegel.   En la “Crítica del 43”, la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho,  Marx afirma que en Hegel el sujeto es el Estado y el predicado es la sociedad civil, mientras que en realidad es exactamente lo contrario: el sujeto se busca en la sociedad civil. Dice Marx: “Familia y sociedad civil son los presupuestos del Estado, son ellos justamente los activos. Pero en la especulación resultan lo contrario: mientras la idea se transforma en sujeto, aquí los sujetos reales, la sociedad civil, la familia (…) devienen los momentos objetivos de la idea, irreales,  alegóricos”. [8]

En su concepción,  la sociedad civil consiste en la organización de la familia, de los estamentos y de las clases, las relaciones de  propiedad, las formas y  procedimientos de distribución, en general las condiciones que hacen posible la existencia y el funcionamiento de la sociedad, las condiciones de la vida real y de la actividad del hombre. Marx subraya el carácter objetivo y la base económica de tales condiciones.

Marx y Engels cuando aún no habían creado su nuevo aparato conceptual, también emplean el concepto ‘’sociedad civil’’, pero producto de sus investigaciones le dan una solución verdadera y radicalmente científica a la relación Estado-‘’Sociedad civil’’. El propio Carlos Marx lo resume en el Prólogo de su obra ‘’Contribución a la Crítica de la Economía Política’’ del siguiente modo:

‘’[...] Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las  formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condiciones materiales cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de  ‘’sociedad civil’’, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía Política (...)” [9]

Por su parte Federico Engels en su trabajo ‘’Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas’’ precisa que:

‘’[...] no es el Estado el que condiciona y regula  la  sociedad civil, sino  ésta la que condiciona y regula el Estado,  por tanto, la política y su historia hay que explicarlas por las relaciones económicas y su desarrollo , y no a la inversa (...)’’ [10]

Aunque la problemática en torno al binomio Estado – sociedad civil estuvo presente en la obra de Marx desde su juventud, el uso  del término,  que él mismo considera poco preciso, como categoría integradora fue cediendo espacio  a otras categorías, integradoras también, pero con mayor capacidad de reflejo de la realidad social, por conceptos científicos, como estructura económica de la sociedad, base económica, superestructura, modo de producción. [11]

En la concepción de Marx y Engels la sociedad civil  es un elemento de la estructura de la sociedad. Cuando hablan de sociedad civil se refieren al  proceso real de producción que desarrollan los hombres y sus relaciones de intercambio. El contenido de esta sociedad “(...) abarca toda la relación material de los individuos en una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas, abarca toda la  vida comercial e industrial de una fase (...) “ [12]

El estudio detallado de la obra de  Marx y Engels conduce inexorablemente  a nuevos enfoques y puntos de vista que van definiendo y precisando el contenido de la sociedad civil en correspondencia con una u otra fase del desarrollo social.  Así, en Carta a P. V. Annekov,  Marx precisa que “A determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado Estado político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil” [13]   En Marx, la sociedad civil no es un concepto  invariable, sino en evolución, que requiere contextualizarlo. En “La Guerra Civil en Francia”  Marx desarrolla nuevas ideas  sobre la problemática  Estado – sociedad civil, destacando que en la nueva sociedad surgida de la revolución proletaria el Estado le restituye a la nación elementos y funciones que le había tomado y que con la Revolución se produce una reunificación de la sociedad civil y el Estado.

La relación Estado – sociedad civil también fue objeto de análisis y estudio por Engels. Partiendo del concepto  de que en la historia moderna las luchas políticas son luchas de clases, y que no obstante esa forma política que adquieren, en lo esencial las luchas  de emancipación de clases giran en torno a la emancipación económica, concluye que “El Estado, el régimen político, es un elemento subalterno, la sociedad civil (“el reino de las relaciones económicas”) es el elemento decisivo;  las necesidades de la sociedad civil , (cualquiera que sea la  clase que gobierne) tienen que pasar por la voluntad del estado, para cobrar vigencia general en forma de leyes; (...)  en la historia moderna la voluntad del Estado obedece, en general, a las necesidades variables de la sociedad civil,  a la supremacía de tal o cual clase, y en última instancia, al desarrollo de las fuerzas productivas y de las condiciones de intercambio” [14]

Lenin empleó muy poco este  término, cosa que por demás no le era necesario ya que él heredó -  y desarrolló creadoramente -  todo el aparato conceptual elaborado por Marx y Engels.  Al igual que en ellos, en él estuvo muy presente la problemática Estado – sociedad (lucha de clases, teoría de la revolución socialista, dictadura del proletariado,  democracia socialista.) aunque al abordarla no empleara el término sociedad civil. 

Gramsci y la sociedad civil
En otro contexto histórico y teórico el comunista y filósofo italiano Antonio Gramsci, uno de los más importantes pensadores políticos del siglo XX y quien con mayor fuerza abordó este tema, en su obra,  “Cuadernos de la cárcel”, (ya que la dictadura  fascista italiana de Benito Mussolini lo encarceló proclamando cínicamente: ‘’Hemos de impedir durante veinte años que este cerebro funcione’’) , vuelve a retomar el término ‘’sociedad civil’’ y lo incluye en su arsenal conceptual junto a la ‘’filosofía de la praxis’’, ‘’intelectual orgánico’’,  ‘bloque histórico’’, ‘’hegemonía’’, ‘’sociedad política’’ y otros.

A diferencia de Marx,  quien emplea el término, como hemos visto con anterioridad, para referir al conjunto de relaciones económicas,  Gramsci, después de realizar un pormenorizado estudio de este problema, tomando como base la anatomía de los Estados modernos, con mayor énfasis en Italia, Francia y Estados Unidos, refiere como sociedad civil  al complejo institucional donde se organiza el enfrentamiento ideológico y político de las clases sociales, rescatando esta idea del olvido a que había sido sometida por la ideología liberal desde mediados del siglo XIX, pero en una nueva dimensión.  Este concepto es empleado  en relación con la cuestión de la hegemonía y la dominación.

Como puede apreciarse, en la concepción de Marx la sociedad civil se encuentra fundamentalmente en la estructura de la sociedad, en tanto Gramsci la ubica en la superestructura de esta última, concibiendo a su vez,  que  el Estado o sociedad política es un aparato de coerción, cuya función es de  dominio o de mando, valiéndose de la legalidad y del aparato coercitivo asegura la disciplina de aquellos grupos que no dan su consenso y la acción ante momentos de crisis del mando y de la dirección, cuando decrece el consenso; en tanto, la sociedad civil estaba conformada por el sistema de instituciones a través de las cuales se ejerce la hegemonía, entre las que señala a las escuelas, los sindicatos, la iglesia, los medios de difusión masiva y otros, pero sin incluir la estructura económica de la sociedad.  A ella le corresponde la función de hegemonía que los grupos dominantes ejercen sobre toda la sociedad.

Lo jurídico  y lo moral predominante en una sociedad dada, son para Gramsci, fenómenos tan políticos como el Estado. De modo tal que no hay antagonismo entre la sociedad civil y la sociedad política, entre lo público y lo privado.

En la concepción de Gramsci resalta un aspecto vital para el estudio de la sociedad civil: los nexos  reales actuantes entre ésta y la sociedad política

Los trabajos de Gramsci tienden a exponer cómo el dominio de la sociedad política y la dirección en la sociedad civil realmente se refuerzan una a la otra, como el poder de la coerción y el poder de producir consenso son interrelacionados.

Del mismo modo, Gramsci distingue entre sociedad política y sociedad civil, pero para propósitos de análisis ya que los aparatos de una son precisamente diferentes de los aparatos de la otra. Lo que no se encuentra en su obra  es separación entre la sociedad política y la sociedad civil como Estado y no-Estado; al contrario, los ve como los elementos constitutivos de una entidad  integral única: el Estado  burgués-liberal moderno. La  distinción entre sociedad política y sociedad civil es puramente  metodológica y no orgánica; en la vida  histórica concreta, la sociedad política y la sociedad civil son una sola entidad.[15]  Estos dos elementos están en permanente relación dialéctica. “Mientras que la sociedad política está compuesta por los órganos de las superestructuras encargadas de desarrollar la función de coerción y dominio, la sociedad civil la conforma  el conjunto de organismos vulgarmente considerados “privados”, que posibilitan la dirección intelectual y moral de la sociedad mediante la formación del consentimiento y la adhesión de masas.  La sociedad civil está articulada por múltiples organizaciones sociales, de carácter  cultural, educativo, religioso, pero también político e incluso económico. Por mediación de ella se difunden la ideología, los intereses y los valores de la clase que domina al Estado, y se articula el consenso y la dirección moral e intelectual del conjunto social. En esta se forma la  voluntad colectiva, se articula la estructura material de la cultura, y se organiza el consentimiento y la adhesión de las clases dominadas”[16].

El lugar de la hegemonía es la sociedad civil;  ella  es el terreno donde la clase dirigente extiende y refuerza su poder por medios no violentos.

 Precisamente esta ubicación de la sociedad civil como parte del estudio de los fenómenos superestructurales desarrollado por Gramcsi es la  concepción que actualmente  predomina en el tratamiento y  debate de este  concepto.

Enfoques actuales acerca de la sociedad civil

Aunque el término fue  empleado en el discurso político desde el siglo XVII, como se ha señalado con anterioridad, cayó en desuso en el pensamiento occidental a mediados del siglo XIX, y no es hasta finales de la década del 70 del siglo XX,  que vuelve a ser utilizado. A partir de entonces aparece en  el debate actual en forma tan recurrente como semánticamente imprecisa, aplicándose en toda una  pluralidad de contextos con una variedad aun mayor de significados y connotaciones ideológicas: como slogan político,  como concepto sociológico analítico y como concepto filosófico.

Como slogan político se emplea ampliamente en diferentes partes del universo, tanto por la derecha como por la izquierda, proclamando a viva voz que hay que “salvar  a la sociedad civil”, “recuperar la sociedad civil”, reconstruir la sociedad civil”, o simplemente como la consigna de un movimiento revolucionario. En las actuales sociedades burguesas las fuerzas progresistas han enarbolado la bandera de la sociedad civil. En Febrero del 2001 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en México, cuando anunció su decisión de abandonar su refugio en la selva Lacandona y encabezar una marcha a través de doce estados mexicanos hasta la capital, con el objetivo de exigir del nuevo gobierno del PAN el descongelamiento del proceso de diálogo político, el vehículo en que se trasladaba el Subcomandante Marcos portaba sólo una consigna que se reproducía en los tres carteles colocados a ambos lados y en la parte trasera del coche: ’’Sociedad civil’’.

Como concepto sociológico analítico se emplea para describir formas de organización social muy vinculado a las ideas de democracia y ciudadanía participativas y, por último, la sociedad civil, como concepto filosófico,  expresa un carácter normativo vinculado a la formación, desarrollo y funcionamiento de las creencias  y los valores. [17]

De  otro lado, se aprecian otras tendencias respecto al concepto y contenido de la sociedad civil, las cuales no compartimos, debido a que, en nuestra opinión, contienen ambigüedades e imprecisiones y tienden a justificar la posición de determinadas organizaciones, grupúsculos o asociaciones que compartan o no los objetivos e intereses del Estado, contribuyendo a enmascarar sus verdaderas esencias. Por otra parte, la aceptación de ellas, implicaría de hecho, proporcionar determinado marco de legalidad a organizaciones o asociaciones que, en un momento dado, puedan actuar en contra del Estado. Una de las que mayor presencia tiene en la literatura política actual es la que la define como aquella esfera social de determinado país o región, agrupada en diversas organizaciones con finalidades variadas y que actúan  con independencia de la actividad gubernamental, en medio de determinadas relaciones sociales y las relaciones que se establecen entre individuos, grupos, clases, en esa sociedad, al margen de las relaciones de poder institucional características del Estado[18]

Otros autores, siguiendo la misma línea de pensamiento neoliberal, conciben la sociedad civil  como el “espacio social en que tienen lugar los conflictos económicos, ideológicos, socio religiosos con respecto a los cuales el Estado actúa en sentido de su regulación o solución por vía de su mediación o de su eliminación, como zona social muy dinámica de la que emanan fermentos y demandas hacia el sistema político, donde se fragua el consenso y se legitima o deslegitima el poder estatal, como zona de organización, asociación y movilización de fuerzas sociales.” [19]  Se aprecian aún escuelas de pensamiento político, tanto  en Europa como fuera de ella, que mantienen la posición marxista: esfera social diferente al Estado pero que sostiene vínculos con éste y lo complementa.

En Norteamérica, algunos estudiosos del tema,  consideran que la sociedad civil  es un subsistema que coexiste con los subsistemas político y económico. Este enfoque ve la sociedad  civil como sinónimo de sociedad (burguesa) de modo tal que la sociedad civil es la mitad de un par opuesto cuya otra mitad es el Estado.

Otro enfoque respecto al contenido de la sociedad civil es el que considera que incluye también a un grupo de instituciones que contribuyen a mermar y restringir las libertades individuales de los ciudadanos y no como un escudo que enfrente las políticas estatales, que le formulen exigencias al gobierno. Tal posición ataca a determinadas  asociaciones corporativas, medios de difusión masiva, estructuras gubernamentales y grupos de poder que de una u otra forma, contribuyen a limitar la conducta de los sujetos sociales y el carácter democrático de su participación en los procesos sociales.

El uso del concepto de sociedad civil en Brasil, por ejemplo, data de la segunda mitad de los años setenta, acentuado posteriormente en los ochenta y noventa. Con ese término se identificó todo lo que en el contexto de la lucha contra la dictadura se contraponía al Estado dictatorial.

Una característica que está presente en Latinoamérica es la pluralidad ideológica que se aprecia en el contenido de la sociedad civil en estos países, agrupados temporalmente para alcanzar determinados objetivos. De igual modo se aprecia una composición muy heterogénea, de desiguales en la red de actores sociales, identidades y sujetos sociales, que agudizan las desigualdades por la diversidad de intereses, objetivos, composición social y posibilidades económicas.

Otra característica que se aprecia con nitidez en muchos países latinoamericanos es el protagonismo de actores vinculados a los sectores más pobres, humillados y explotados de la sociedad, como la propone,  desde posiciones  de la Teología de la Liberación, el teólogo chileno Pablo Richard. Tal hecho ha provocado la inserción en las sociedades civiles de estos países de un amplio y variado  abanico de nuevos actores sociales: movimientos de liberación de la mujer, juveniles, ecológicos y ambientalistas,  de solidaridad, de defensa de los derechos humanos, de educación popular, de cultura y arte popular, movimientos de pobladores y barriales, de indígenas, sindicatos y partidos políticos populares y de izquierda, a los que se suman también los movimientos progresistas, movimientos populares de génesis religiosa, las acciones de la prensa, que como parte de una cultura contestataria han participado en la lucha de clases contra regímenes militares y dictatoriales, quienes encaminan sus esfuerzos a la creación y el fortalecimiento de poderes alternativos, revolucionarios y democrático-populares, a la educación política e ideológica de las masas, la formación de nuevos valores éticos y humanistas, y su  movilización para transformar la realidad ideológica cotidiana en esos países.

Como se aprecia, en estos países, la sociedad se encuentra muy dividida, fraccionada, con intereses y posiciones teóricas e ideológicas muy disímiles  entre las diversas organizaciones que promueven el cambio y el modo de lograrlo, sin liderazgo,  lo que hace que la lucha se prolongue por muchos años, que las contradicciones internas de los actores de la sociedad civil les reste fuerzas y capacidad de lucha, objetivo solo alcanzable con la unidad y la dirección política de una fuerza, llámese partido, movimiento u organización, con capacidad de convocatoria y liderazgo probado, capaz de aglutinar a todos los actores en un  plan de acción revolucionaria.

Los ideólogos burgueses han manipulado el concepto de sociedad civil, siendo objeto de una ideologización tal, que hoy lo emplean con finalidades ideopolíticas, dirigidas a socavar el socialismo y el orden legalmente constituido en los países socialistas y, fundamentalmente en Cuba, fomentar la oposición al Estado y proponer el modo de vida capitalista e imperial como la mejor opción de desarrollo para cualquier pueblo. En ese contexto, para ellos la sociedad civil es la suma de mercenarios pagados y de todos aquellos que  se oponen al socialismo.

Otro de los criterios acerca de la relación sociedad civil Estado  es la que refleja el interés por encontrar y aplicar fórmulas que nutran la integración social sobre la base del individualismo, como sostén del modo de vida capitalista. Este es el caso de  Steven DeLue, que siguiendo a Jean Bethke Elshtain, citado por Limia en el mencionado artículo,  considera que la sociedad civil se refiere a muchas formas diferentes de asociaciones, con frecuencia llamados grupos voluntarios o instituciones secundarias, tales como familias, organizaciones religiosas, sindicatos, grupos de ayuda mutua, asociaciones caritativas de ayuda a los menesterosos, las organizaciones de vecinos, y otras organizaciones de interés que promueven las finalidades de disímiles grupos  sociales, tales como las asociaciones agrícolas, los grupos de consumidores. Los autores de este enfoque  parten del supuesto criterio que esas organizaciones no tienen vínculos con las estructuras formales del poder gubernamental, que conforman una “esfera separada”,  donde los individuos están en condiciones de vivenciar con libertad, sobre la base de la igualdad, experiencias vitales que propician las organizaciones en las que pueden integrarse, como si en la sociedad civil no existiese la división en clases ni la hegemonía de las clases dominantes, como si fuera una sociedad de iguales, como si estuvieran fuera de la sociedad en que viven. La desigualdad se remite a la sociedad política, donde es neutralizada mediante un régimen democrático que trata de igual modo a los diversos objetivos perseguidos en la sociedad.

El propio  Limia continúa señalando que, “Steven De Lue apunta también, remitiéndose a Nancy Rosemblum, que los cientistas políticos norteamericanos tienden a enfatizar menos en el papel de estos grupos como amortiguadores frente al gobierno y más en la educación moral que ellos engendran con su actividad.

Se concibe a la sociedad civil como premisa para que la persona devenga moralmente autónoma, independiente, autogobernada, individuada, para hacerse  responsable de la propia vida y no alguien dependiente del aparato estatal, de la sociedad, de los demás” [20]

En el citado artículo, Limia refiere, que según Gray, la sociedad civil tiene los siguientes rasgos: a) la tolerancia de diversos puntos de vista religiosos y políticos, y el no intento por el Estado de imponer una u otra teoría  comprehensiva; b) el gobierno y sus súbditos son restringidos en su conducta por el imperio de la ley; c) la institución central de la sociedad civil es la existencia de la propiedad privada o de varios, pero no controlada por el Estado. Coincidimos con Limia en que estos rasgos constituyen la quintaesencia de las premisas económicas, sociales, políticas e ideológico- culturales de existencia y legitimización de la sociedad capitalista en la etapa del capitalismo transnacionalizado, bajo las condiciones del retroceso del socialismo y del movimiento revolucionario mundial. [21]

Como puede apreciarse,  existe una amplia y variada concepción acerca de la sociedad civil. A partir de estas concepciones, las fuerzas reaccionarias fomentan el fortalecimiento y la diversificación de aquellas organizaciones, asociaciones, grupos, partidos,  que a su juicio tienen posibilidades inmediatas o futuras de desestabilizar el sistema socialista, (tal es el caso de Cuba, China, Vietnam, Corea) o procesos revolucionarios (Venezuela) mediante su legalización y reconocimiento oficial y con ello la actividad de los opositores y los “disidentes” del sistema. “A la sociedad civil, como señala el compañero Valdés Vivó, la despojan del contenido de relaciones económicas que apreció Marx y además la sitúan en la llamada superestructura, junto al Estado, pero opuesto a él (…) Para fomentar el fraccionamiento interno de los países del tercer Mundo y combatir todo papel progresista del Estado en el desarrollo social.

La sociedad civil, para quienes son en verdad servidores del Estado imperialista, complementa la privatización de todo, hasta los cementerios. Forma parte del neoliberalismo en sus dos variantes: la descarnada, que solo haya monopolios capitalistas, y la socialdemócrata: entregar migajas para evitar estallidos.

Los aspirantes a dominar y esclavizar a todo el planeta utilizan esa mítica sociedad civil en sus intentos por minar por dentro la sociedad socialista, que adquiere particularidades específicas en China, Viet Nam y Corea” [22]

En este artículo hemos abordado determinados aspectos que demuestran o ponen al descubierto las diversas interpretaciones, que a través de la historia ha tenido el concepto sociedad civil  a partir de la diversidad de opiniones, puntos de vista o posiciones filosóficas de quienes, de uno u otro modo, se interesan por este fenómeno social. Sin embargo,  consideramos que resulta de interés aproximarnos a la sociedad civil en Cuba, así como a los objetivos que persigue el gobierno de Estados Unidos con la manipulación de este concepto en interés de revertir el proceso revolucionario cubano mediante el apoyo, financiamiento y empleo de la así llamada por ellos “sociedad civil cubana”, contenido que será objeto de estudio y análisis en un próximo artículo.

[1] En alemán: Bürgerliche Gosellsschaft”  o “sociedad civil”.  Bürgerlich significa civil,   pero también  “perteneciente o relacionado con  la burguesía”  o con los “ciudadanos”  Es, por tanto, un término con pluralidad semántica.

[2] Monal I. Intervención en la Mesa Redonda sobre la sociedad civil cubana contemporánea, convocada por la Revista Cubana de Ciencias Sociales el 3 de noviembre de 1995. En: Marx ahora. Revista Internacional. La Habana, Cuba. No. 6-7 / 1998/9. Pág. 185-186

[3] Antonio Gramsci (1891-1937), pensador y político italiano. Nació en Cerdeña en el seno de una familia muy humilde. Inició sus estudios superiores en la Universidad de Turín en 1911, pero la abandonó en 1914 debido a un problema crónico de salud. Comenzó a trabajar como periodista en ¡Adelante!, un periódico del partido socialista, en 1916, y poco después fundó otro diario, en colaboración con otros compañeros, llamado Órden Nuevo, en 1919. Tomó parte en el movimiento de Consejos de Fábricas que intentó sin éxito desafiar a Fiat y otras compañías de Turín y sus alrededores durante 1920. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano (PCI), formado en enero de 1921. Trabajó para la  III Internacional Comunista, en Moscú y Viena, pero regresó a Italia en 1924 para unirse a la oposición parlamentaria enfrentada a la dictadura de Benito Mussolini. Fue arrestado en 1926 y encarcelado en 1928. Falleció el 27 de abril de 1937 en el hospital de una prisión de Roma.

[4] Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  139

[5] Rousseau,  J. J. Discurso sobre la desigualdad entre los hombres. Obras Escogidas. La Habana.  Editorial de Ciencias Sociales. 1973. Pág. 553

[6] Ídem

[7]  Marx, Carlos. “Crítica del Derecho político hegeliano”. Editora de Ciencias Sociales. La Habana, 1976. Pág. 32.

[8] Marx, Carlos. Crítica de la filosofía hegeliana del derecho,  En: Calos Marx y F. Engels. OC. Tomo III. Pág. 8  

[9] Marx, C. Contribución a la Crítica de la Economía Política. En: Carlos Marx y Federico Engels. OE en dos tomos.  Tomo I. Pág. 372.

[10] Engels, F. Contribución a la historia de la Liga de los Comunistas. En; Carlos Marx ,  Federico Engels. OE en tres Tomos. Tomo III. Pág. 190

[11] De Marx C. y  Engels, F. Sobre el tema, ver:  Tesis sobre Feuerbach,  Contribución a la  historia de la Liga de los Comunistas,  Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana,  Prólogo a de contribución a la crítica de la economía política, La Ideología Alemana, Carta de Marx a P. V. Annekov de 28 de Diciembre de 1846.

[12] Marx, C. y Engels, F. “La ideología Alemana” OE en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1973. Tomo I,  pág. 76

[13] Marx, C,  Carta a P. V. Annekov,  28 de diciembre de 1846. En: Selección de Textos de Marx, Engels y Lenin.  Ediciones Políticas. Editorial de Ciencias Sociales. Pág. 169.

[14]  Engels, F.  “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”. Editorial Progreso, Moscú. 1980. Pág. 45.

[15] Ver: Buttigieg, Joseph A. Gramsci y la sociedad civil.   En: Gramsci. Paradigmas y utopías. Revista de reflexión teórica y política del Partido del Trabajo. Revista bimestral Julio Agosto 2002 No. 5. Pág. 246-247

[16]  Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  247-248

[17] Ver: Acanda, J. L. Sociedad civil y hegemonía. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. 2002. Pág.  14-15

[18] Ver: Hernández R. La sociedad civil y sus alrededores. Revista La Gaceta de Cuba  (UNEAC)  No. 1/ 1994. Pág. 29                                                                     

[19] Bobbio,  N. y  Matteucci, N. Diccionario Político. Editores S.A., Madrid, España. Volumen 2, 1983

[20] Limia David, M. Retomando el debate sobre la sociedad civil. Revista Marx Ahora. Revista Internacional. La Habana, Cuba.  No. 6/7 1998/9. Pág. 197-198.

[21] Ídem. 199-200

[22] Valdés Vivó, R. ¿Sociedad civil o gato por liebre? Granma, 4 de enero de 1996

 Mayo/2006
Escrito por: Elvis Rodríguez Rodríguez / Humberto Valdés Gutiérrez / Manuel Lester-Hanson Roché

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