Bandas paramilitares, narcotráfico, y poder político y económico en Colombia y la frontera con Venezuela Negocios cotidianos. Paramilitary groups, drug trafficking, and political and economic power in the border with Colombia and Venezuela Business daily.





En Sevilla, pueblo al norte del departamento del Valle del Cauca, Colombia, Artemo, joven comerciante de carnes, al comienzo de una noche cualquiera se despidió de su socio y de la última vecina de la cuadra que le acababa de comprar una libra de asadura, o cacheo, o desperdicios, la incierta combinación de vísceras de res, corazón, hígados, intestinos, etc., que se fríen en su propia grasa y es indicada para elevar los niveles de colesterol. La pobreza no permite ningún miramiento en dietas.

Artemo tenía una hija a la que amaba y una ex mujer a la que no odiaba demasiado. Más o menos tranquilo en cuanto a los afectos, por dentro lo carcomían las difíciles condiciones económicas. No debía una gran suma, pero la que tenía era suficiente para trasnocharlo. El monto adeudado no estaba lejos de sus alcances, pero las condiciones del préstamo sí bastaban para hacerle trizas la tranquilidad a cualquiera.

Al día siguiente, Artemo no abrió el negocio a las 6 de la mañana, como de costumbre. Tampoco lo hizo a las 8, o a las 9, o más tarde. Al mediodía, su socio, luego de llamarlo en vano varias veces al teléfono celular, fue hasta la casa, a unas cuadras. Un rato después de no conseguir ninguna respuesta a sus llamados, se tomó el atrevimiento de empujar la puerta con fuerza e ingresar. Halló a Artemo en el cuarto del fondo colgado de una viga del techo. Hacía varias horas que se había suicidado, según dictaminó el médico forense. No dejó mensajes o nota alguna.

Una semana antes, Artemo había recibido una amenaza seria. Se lo comentó al socio, en secreto. Si no pagaba la deuda junto a los copiosos intereses que se habían venido sumando con cada día de retraso, le matarían la hija, la ex mujer, y los padres, y luego él, en tal orden. Tanto Artemo, como el socio eran conscientes de que no se trataba de una broma o una exageración. Así, o casi así, habían hecho con Antonio, y con Marco, y con otros conocidos que de la noche a la mañana habían caído en la espiral sin fondo de los préstamos “gota a gota”, que controlan con mano de hierro las bandas paramilitares de la región.

A nuestro personaje le habían prestado 400 mil pesos, menos de 150 dólares, unos meses atrás, para salir de algún atolladero. Pagó día tras día los altísimos intereses del 10% diario durante un buen tiempo, pero las cosas se complicaron y empezó el retraso con las cuotas, intereses que fueron acrecentando la obligación inicial, hasta que la cifra se salió de los márgenes en pocas semanas.

En Colombia, la estructura paramilitar de otros tiempos ha evolucionado hacia formas más sofisticadas de penetración y control social: Las llamadas “Bandas criminales”, que no son otra cosa que entidades atomizadas, pero organizadas y coordinadas, de los paramilitares, dominan una extensa gama de los negocios y el comercio del país. En unos participan activamente, en algunos más son una especie de armazón parasitario, mas insoslayable.

Es un andamiaje de bandidos que ya no opera sólo desde arriba, apropiándose de los recursos de la salud, la educación o de la riqueza de los megaproyectos económicos, como hace años, sino que empieza carcomiendo la bases más elementales de la sociedad. Afecta desde la esquina, la cuadra más pobre, el negocio informal, el establecimiento medio surtido, asciende por la buseta del barrio, el mini mercado, la peluquería de medio pelo, hasta llegar a las estructuras del contrabando organizado, como algunos comercios de los San Andresito, cuyos comerciantes protestan en masa y a pedrada limpia ante la sola amenaza del gobierno de legalizarlos, la distribución de partes de automotor, alimentos, electrodomésticos, los almacenes de cadena, aquello que mueve dinero en el país. Es decir, todo.

Lo cierto es que son pocas las actividades económicas, transacciones, flujos de dinero, cultivos, establecimientos, legales e ilegales, que hoy en día pueden permanecer al margen de la acción criminal organizada del cruce entre paramilitarismo y narcotráfico. Operan en los pequeños pueblos de la Costa Atlántica y en las ciudades intermedias del interior, en los pueblos polvorientos de los Llanos Orientales y en la propia capital de la república, en las aldeas insondables del Chocó y en las dos o tres esquinas para mostrar de Medellín. Por supuesto, tienen tomadas las fronteras, y, de manera particular, los extensos límites con Venezuela, históricos, activos, fulgurantes, indivisibles, que superan los 2.200 kilómetros.

Controlan la piratería, el contrabando de mercancías, gasolina y personas, el tráfico de drogas, la especulación monetaria, la compraventa de bolívares y pesos y la fachada de las casas de cambio, son prestamistas y usureros. El estado colombiano, en los tiempos de Álvaro Uribe, como es bien sabido, no sólo fue permisivo, sino que auspició y fortaleció el paramilitarismo. La justicia se acercó a los tentáculos políticos, pero dejó indemne la estructura económica, la misma que causa estragos al interior del país, y que afecta de modo sensible a Venezuela. Las ganancias son exorbitantes. Y donde las hay, los hay.

Las fronteras de Colombia han estado en situación de tensión desde los tiempos de la Independencia. Hemos perdido territorios por descuido, se han vuelto a correr los mojones en silencio, las hemos violado para asesinar guerrilleros “en caliente”, decimos hacerlas respetar para despertar falsos sentimientos de patria, como son todas las conmociones patrióticas del ex presidente mencionado. Los habitantes de esas distantes tierras son colombianos negados. Y son invasores los venezolanos o brasileños o ecuatorianos que cruzan de los puentes para acá. En Cúcuta, en Leticia, en Ipiales, la misma cosa.

La situación no ha cambiado. Los departamentos de frontera colombianos son pobres y abandonados. Los fronterizos paisanos sobreviven sin políticas de generación de empleo digno, sin acceso a la educación y con un sistema de salud aun peor que el del resto del país, lo cual es difícil de imaginar. No les llegan los planes de vivienda que apenas si asoman por Bogotá, Medellín, Cali o Barranquilla.

Ningún gobierno colombiano ha generado políticas sociales para los habitantes de las fronteras. De acuerdo con estudios del Departamento Nacional de Planeación y del PNUD, los 12 departamentos y 70 municipios fronterizos, que a lo largo de 6.301 kilómetros le dan casi la vuelta a Colombia, exhiben, con contadas excepciones, indicadores por debajo de la media nacional y muy lejos de los de la capital.

El cierre de la frontera decretado por el gobierno Venezolano es una medida que obliga a discutir la política social y económica del Estado colombiano en estas zonas. No es una crisis nueva ni única. Es un problema de hace muchos años, cuya solución siempre se ha esquivado. Según cifras oficiales, la actual campaña anti contrabando del gobierno venezolano, que lleva un año, ha dejado 1.185 detenidos, 176 trochas inhabilitadas y 19.000 toneladas de productos confiscadas. Las cifras se incrementaron en los días recientes. Pero es un problema profundo, entre dos pueblos hermanos, cuya atención debe ser integral, y asumida de manera responsable y mancomunada por ambos gobiernos. Lo que no se ha hecho.

La alianza entre paramilitarismo, narcotráfico y poder político es vieja en Norte de Santander, el departamento limítrofe con el eje de penetración regular más importante entre los dos países. Data, al menos, de 1999, cuando la Casa Castaño le encargó a Salvatore Mancuso el control del Bloque Catatumbo. El poderoso Clan Barriga (conformado por los hermanos Carlos Emiro, ex senador, Pedro Luis, multimillonario empresario de la construcción y de fábrica de asfalto, quien según la ONG Progresar era el jefe de finanzas del “Bloque Catatumbo”, y Rafael, alias “Toyota”, que amasó su gran fortuna como contrabandista prototipo de carros robados en Venezuela), tuvo vínculos estrechos con “El Iguano”, reconocido comandante paramilitar, y con el asesinado narcotraficante Luís Pérez Mogollón, alias “El Pulpo”. (1)

Si los tres mosqueteros eran cuatro, los tres apóstoles del Clan Barriga fueron cinco o más. También figuraba el extraditable Yensy Miranda Dávila, beneficiario del programa Agro Ingreso Seguro del gobierno del expresidente Álvaro Uribe, acusado por el juez Baltasar Garzón de efectuar envíos masivos de cocaína colombiana hacia Europa, a través de Venezuela, con escala en Guinea Bissau, en África. (2)

En la lista de beneficiarios directos, concurrentes, allegados y pupilos de estos vínculos perversos, existen dirigentes y líderes nacionales, regionales y locales, hubo y hay senadores y ex senadores, representantes y ex representantes, ex gobernadores y el actual gobernador, ex alcaldes, secretarios de gobierno y hacienda, secretarios de todas las carteras, funcionarios y funcionarias de todas las pelambres, contratistas, terratenientes de la palma aceitera, concesionarios de la explotación de yacimientos petrolíferos y de la veta de carbón ubicada entre Sardinata y La Gabarra, en fin.

Muchos de los nombres presuntos, condenados o vinculados a investigaciones figuran en investigaciones previas, denuncias y artículos, desde 2006. El régimen de terror llevado a cabo contra testigos e investigadores no ha permitido mayores avances (3). Pero hay verdades irrefutables: “La oleada paramilitar en El Catatumbo nortesantandereano dejó cerca de once mil campesinos (as) asesinados. Más de ciento treinta mil desplazados y pasan de ochocientos los desaparecidos registrados” (4).

Las bandas criminales del paramilitarismo y del narcotráfico vieron una oportunidad excelsa en la frontera con Venezuela. La han aprovechado de la manera excesiva y despiadada que saben hacerlo. Es un problema para Venezuela, cuyas pérdidas sólo en cuanto al contrabando de gasolina se estima que supera los 200 millones de dólares anuales. Una de las puntas del iceberg.

Pero, ante todo, es un problema para Colombia y de los colombianos, que también son víctimas del esquema implantado e implementado por el enlace entre los paramilitares, los narcotraficantes y la dirigencia política, que se desborda por las fronteras.

La ilegalidad es una moda repentina en este país, que de pronto pone a circular la alharaca mediática para incrementar audiencias, el golpe de pecho de algún funcionario despistado, un prelado de súbito moralista o un incómodo opositor de izquierda. Porque no solamente está inserta en un negocio específico o en la sustancia de uso ilícito, sino que, sobre todo, está enquistada en los endebles articulados de unas leyes hechas con el firme propósito de que no se cumplan, o se cumplan a medias, o se cumplan de acuerdo con la ocasión y el marrano.

Nunca se estableció con claridad si Artemo se suicidó o si lo suicidaron. Si lo hizo con mano propia o si fue con un poco de ayuda de sus amigos prestamistas. Tomó un dinero que la usura no le permitió cancelar, pero también pudo no ser así. De igual modo, habría llegado un buen vecino con el fin de garantizarle que su local no sería incendiado, o él asesinado a tiros una mañana, o la hija secuestrada al salir del colegio, a cambio de lo cual debería abonar a diario una suma ponderada de acuerdo con sus ingresos, o un tantico por encima. Trances delincuenciales como este no se daban antes en Venezuela. Ahora avanzan, como en una oleada, de occidente a oriente.

En todo caso, la justicia colombiana se da por bien servida con cualquier teoría más o menos creíble sobre la muerte de Artemo, con tal de evitarse embrollos, líos en los que el propio juez puede terminar optando entre suicidarse y quitarse la vida.


Notas:

(1) “El negocio de la droga en el bloque Catatumbo”. La República. Bogotá, 28 de abril de 2013. http://www.larepublica.co/economia/el-negocio-de-la-droga-en-el-bloque-catatumbo_37429

(2) “Otro Extraditable recibió AIS.” Noticias UNO. Bogotá, 24 de octubre de 2009. http://noticiasunolaredindependiente.com/2009/10/24/noticias/extraditable-con-ais/

(3) Cepeda Castro, Iván. “Los campos de exterminio y las fosas comunes en El Catatumbo.” Derechos Humanos en Colombia. Bogotá, 1 de julio de 2006. Equipo Nizkor. http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/catacumbo1.html

(4) Meneses Reyes, Carlos. “El clan Barriga: Parapolítica y negocios en Norte de Santander”. Portal Rebelión. 10 de marzo de 2014. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181817


Juan Alberto Sánchez Marín es periodista y director de cine y televisión colombiano. Colaborador en Hispantv.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


Juan Alberto Sanchez MarinRebellion

In Seville, village north of Valle del Cauca, Colombia, Artemo young meat trader at the beginning of any given night said goodbye to his partner and neighbor on the block last he had just bought a pound of offal or caching, or waste, the uncertain combination of beef viscera, heart, liver, intestines, etc., which are fried in its own fat and is suitable for raising cholesterol levels. Poverty does not allow any consideration in diets.
Artemo had a daughter whom he loved and ex woman he did not hate too. More or less quiet in terms of emotions, inside it gnawed the tough economic conditions. There was a large sum, but I had was enough to trasnocharlo. The amount owed was not far from its scope, but the conditions of the loan itself was enough to give anyone shattered the tranquility.
The next day, Artemo not opened the business at 6 in the morning, as usual. Neither did at 8, or 9, or later. At noon, his partner, after calling in vain several times a cell phone, went to the house, a few blocks. A while after getting no response to their calls, daring to push the door shut and enter was taken. He found Artemo in the bottom quarter of hanging a ceiling beam. It was several hours he had committed suicide, according to the coroner ruled. He did not leave any notes or messages.
A week earlier, Artemo had received a serious threat. He said the partner, secretly. If you do not pay the debt with copious interests that had been joining with each day of delay, you kill the daughter's ex-wife, and parents, and then he, in that order. Both Artemo, as the partner were aware that this was not a joke or an exaggeration. Thus, or nearly so, they had done to Antonio and Marco, and other acquaintances of overnight had fallen into the spiral bottomless loans "trickle down", which control with an iron fist bands paramilitaries in the region.
In our character they had borrowed 400,000 pesos, less than $ 150 a few months ago, out of a rut. He paid every day the high interest of 10% daily for a long time, but things got complicated and began the delay fees, interests were increasing the initial obligation, until the figure out of the margins in a few weeks.
In Colombia, the paramilitary structure of the past has evolved into more sophisticated forms penetration and social control: So-called "criminal gangs" which are nothing but atomized entities, but organized and coordinated paramilitary dominate an extensive range business and commerce in the country. In some actively involved in some more they're kind of, but unavoidable parasitic frame.
It is a scaffolding of bandits who no longer operates only from above, appropriating the resources of the health, education or wealth of economic megaprojects, like years ago, but begins eating away the most basic foundations of society. Affects from the corner, the poorest block, business casual, the average establishment assortment, ascends the neighborhood minivan, mini market, hairdressing medium hair, down to the structures of organized smuggling, as some shops in the San Andresito, whose traders and clean mass protest at the mere threat pedrada government legalize the distribution of automotive parts, food, appliances, chain stores, that which moves money in the country. That is all.
The truth is that few legal and illegal economic activities, transactions, cash flows, crop establishment, which today can stay out of the criminal action of organized cross between paramilitaries and drug trafficking. They operate in small towns of the Atlantic Coast and in the intermediate inner cities, in the dusty villages of the Eastern Plains and the own capital of the republic, in the unfathomable villages of Choco and in two or three corners to show Medellin. Of course, they have taken the borders, and, particularly, the extensive borders with Venezuela, historical, active, flashing, indivisible, exceeding 2,200 kilometers.
Controlling piracy, smuggling of goods, gasoline and people, drug trafficking, currency speculation, the sale of bolivars and weights and the facade of the exchange, are lenders and usurers. The Colombian state in times of Alvaro Uribe, as is well known, was not only permissive but sponsored paramilitarism and strengthened. Justice approached political tentacles, but left intact the economic structure, the same as that rages within the country, affecting Venezuela sensitive mode. Earnings are exorbitant. And where there are, there are.
Colombia's borders have been under stress since the time of Independence. We lost territories by mistake, have returned to running Cairns silent, we've violated to assassinate guerrillas "hot" we say to enforce them to awaken false sentiments of homeland, as are all patriotic upheavals of the former president said. The people of these distant lands are denied Colombians. And they are invading the Brazilian or Venezuelan or Ecuadorian crossing bridges over here. In Cucuta in Leticia, in Ipiales, the same thing.
The situation has not changed. Colombian border departments are poor and abandoned. Border policies countrymen survive without decent employment generation without access to education and health system worse than the rest of the country, which is hard to imagine. They do not come home plans that barely peek out Bogota, Medellin, Cali and Barranquilla.
No Colombian government has generated social policies for the inhabitants of the border. According to studies by the National Planning Department and UNDP, 12 departments and 70 border municipalities, which along almost 6,301 kilometers will give back to Colombia, exhibit, with few exceptions, indicators below the national average and far from the capital.
The closure of the border by the Venezuelan government enacted a measure requiring discuss the social and economic policy of the Colombian State in these areas. It is not a new or unique crisis. It is a problem for many years, which has always eluded solution. According to official figures, the current Venezuelan government anti-smuggling campaign, which has one year left 1,185 detainees, 176 disabled trails and 19,000 tons of products confiscated. The figures increased in recent days. But there is a deeper problem between two fraternal peoples, whose attention must be comprehensive, and assumed responsibly and jointly by both governments. What has not been done.
The alliance between paramilitarism, drug trafficking and political power is old in Norte de Santander, bordering department with the most important regulating shaft penetration between the two countries. Dating back at least 1999, when the Brown House commissioned Salvatore Mancuso control of the Catatumbo Bloc. The powerful Clan Barriga (formed by brothers Carlos Emiro, former Senator, Pedro Luis, billionaire construction and asphalt plant, according to the NGO Proceed who was head of finance "Bloque Catatumbo," and Rafael, alias " Toyota ", who made his fortune as a smuggler prototype cars stolen in Venezuela), had close ties with" The Iguano "known paramilitary commander, and killed the drug lord Luis Perez Mogollon, aka" The Octopus ". (1)
If the three musketeers were four, the three apostles of Clan Barriga were five or more. Also it included the extraditable Yensy Miranda Davila beneficiary Agro Income Security Program of the government of president Alvaro Uribe, accused by Judge Baltasar Garzon to make mass mailings of Colombian cocaine to Europe through Venezuela, with a stopover in Guinea Bissau in Africa . (2)
In the list of direct beneficiaries, concurrent, relatives and pupils of these perverse links, there leaders and national, regional and local leaders, and there were senators and former senators, representatives and former representatives, former governors and the current governor, former mayors, government and finance ministers, secretaries of all portfolios, officials and officials of all pelts, contractors, oil palm landowners, dealers in the exploitation of oil fields and coal seam located between Sardinata and La Gabarra, in order .
Many of the names suspected, convicted or linked to investigations listed in previous investigations, reports and articles, since 2006. The reign of terror carried out against witnesses and investigators have not allowed further progress (3). But there are irrefutable truths: "The surge in paramilitary Catatumbo nortesantandereano left about eleven thousand peasants (as) killed. More than one hundred thirty thousand eight hundred displaced and missing go registered "(4).
Criminal gangs and drug trafficking paramilitary saw a sublime opportunity on the border with Venezuela. They have used excessive and ruthless way they know how to do it. It is a problem for Venezuela, whose losses just as the smuggling of gasoline is estimated to exceed 200 million dollars annually. A tip of the iceberg.
But above all, it is a problem for Colombia and Colombians, who are also victims of the scheme introduced and implemented by the link between the paramilitaries, drug traffickers and the political leadership that overflows across borders.
Illegality is a sudden fashion in this country, which suddenly put into circulation media hype to increase audiences, the breast stroke is a clueless official, a prelate of sudden moralistic or unwelcome opponent left. Because it is not only inserted into a specific business or substance misuse, but above all, it is entrenched in the flimsy articulated a law made with the firm intention of not being met, or are met halfway, or They are met in accordance with the occasion and the pig.
He never clearly established whether Artemo committed suicide or if he committed suicide. If he did own hand or whether it was with a little help from his friends lenders. He took money that did not allow him usury cancel, but could not be. Similarly, it would have a good neighbor in order to ensure that their local would not fire, or he shot dead one morning, or kidnapped after school, in exchange for which child should pay a daily weighted sum according to their income, or tantico above. Criminal trances they did not like this before in Venezuela. Now they move like a wave, from west to east.
In any case, it is given the Colombian justice well served by any more or less credible theory about the death of Artemo, provided avoided entanglements, hassles in which the judge himself may end up choosing between suicide and suicide.

Notes:
(1) "The drug business in the Catatumbo bloc." The Republic. Bogota, April 28, 2013. http://www.larepublica.co/economia/el-negocio-de-la-droga-en-el-bloque-catatumbo_37429
(2) "Other Extraditable received AIS." Noticias Uno. Bogotá, October 24, 2009. http://noticiasunolaredindependiente.com/2009/10/24/noticias/extraditable-con-ais/
(3) Cepeda Castro, Ivan. "The death camps and mass graves in El Catatumbo." Human Rights in Colombia. Bogota, July 1, 2006. Equipo Nizkor. http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/catacumbo1.html
(4) Meneses Reyes, Carlos. "The clan Barriga: Parapolitics and businesses in Norte de Santander." Rebellion Portal. March 10, 2014. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181817
Juan Alberto Sanchez Marin is a journalist and filmmaker and Colombian television. Collaborator Hispantv.com
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